Un salto pequeño puede sorprendernos
Los límites reales y los imaginarios se entrecruzan. Hay barreras ciertas que no podemos atravesar, quizás por carácter, por limitación física o mental, por edad. Y hay otras que no osamos siquiera pensar aunque bien podríamos vencerlas. Ese boicot que nosotros mismos construimos es, a menudo, nuestro peor enemigo.
Recuerdo mi disgusto con la escritura. Mis redacciones escolares eran tan obvias que ni como recuerdo vintage las conservo. Cuando debí rendir para entrar al secundario, las cartas estaban echadas: no me iría bien en composición. Así fue que unos resultados deseables en Matemáticas y en Gramática me permitieron un promedio aceptable. Pero seguía siendo confuso: hace poco encontré un trabajo de segundo año en el que explicaba por qué las Malvinas eran argentinas. Espero que los ingleses nunca lo encuentren porque la argumentación, aunque épica, resultaba fallida.
Un año más tarde leímos en clase “Las ruinas circulares”, de Borges. Fue un momento mágico: yo también quería escribir así, producir esas sensaciones con la palabra. Desde ya que la meta adolescente era inalcanzable pero destrabó mi escritura. A partir de allí, me defendí dignamente con el lenguaje. Necesitaba algo que me entusiasmara y que diera el puntapié inicial para decir: “Yo también”.
Otra situación: durante años fui un tipo sedentario, iba al gimnasio y me aburría. Aguantaba un par de semanas y encontraba una excusa. Un día dije ¿qué será eso del running? No me bajé hasta una hora después de la cinta y era otro: más energía, mejor humor, ganas de seguir corriendo. Pasó el tiempo y aún lo practico cinco veces por semana. No había que darse por vencido, una opción debía haber para mí.
Alguno se preguntará a qué vienen estas nimiedades. ¿Tienen alguna comparación con lo que vive Juani que debe enfrentar limitaciones tremendas y acepta el desafío? Creo que justamente allí está la enseñanza titánica que nos puede dejar. Si él y su familia no se quedaron en el lamento sino que fueron para adelante, ¿cómo tener excusa nosotros para, en temas tan pequeños pero que definen nuestra vida cotidiana, no atrevernos a dar el salto?