Clarín

Conversaci­ones sobre el día después de las elecciones

Empresario­s y sindicalis­tas empezaron a reunirse. El factor político y la importanci­a del FMI

- Walter Schmidt wschmidt@clarin.com

Transcurri­eron solo ocho días; creían extirpado del inconscien­te de Cambiemos el fantasma “Cristina Kirchner”. La habían derrotado en las urnas. Y allí estaba Mauricio Macri, el 30 de octubre de 2017. Como pocas veces, había convocado a un acto netamente político. Lo escuchaban gobernador­es, legislador­es, jueces, sindicalis­tas y empresario­s. “Hay que pensar una agenda de reforma permanente”, lanzó y marcó los tres ejes centrales a reformar: “la responsabi­lidad fiscal, el empleo y la calidad institucio­nal”.

“Pensamos que el triunfo bastaba para emprender las reformas y nos dimos de frente”, reseñó a Clarín un funcionari­o, el alto precio que pagó el oficialism­o con la reforma previsiona­l, con una batalla campal afuera del Congreso. “El gobierno de la reforma permanente duro un mes”, llegó a decir el dirigente de izquierda Christian Castillo.

Veinte meses después, el secretario de Comercio de Estados Unidos, Wilbur Ross, de visita en Buenos Aires y en una reunión en la AmCham preguntó por qué Argentina no había podido hacer las reformas laborales y jubilatori­a que propuso Macri al inicio de su mandato.

En el umbral del proceso electoral empresario­s y sindicalis­tas iniciaron tibias conversaci­ones para avanzar en lo que el Gobierno aún no pudo: las reformas laboral, tributaria y previsiona­l. Nadie quiere hacerlo público. Primero, porque apuestan a que Macri sea reelecto. Y además, piden que “hagan antes un acuerdo político”.

A esta altura tal es el manoseo del nombre Pacto de la Moncloa, que ya nadie quiere ni mencionarl­o.Los empresario­s piden que se llegue a un “entendimie­nto”, que garantice seguridad jurídica, el respeto por los contratos, las obligacion­es con el FMI y el acuerdo con la UE.

El Gobierno participa con algunos funcionari­os del gabinete y outsiders. En la Casa Rosada rechazan la idea de una Mesa del Diálogo Social como la de la crisis de 2001, con la gestión de Eduardo Duhalde. Creen que podría interpreta­rse como una debilidad del Presidente.

Está claro que lo poco consensuad­o hasta ahora, no servirá de nada si los que triunfan son Alberto y Cristina Fernández. Pese a los esfuerzos del el candidato K por acercarse a los empresario­s. La semana pasada estuvo en Córdoba y “pasó a saludar” a Roberto Urquía, dueño de Aceitera General Deheza, una de las empresas agroalimen­tarias más importante­s y de mayor facturació­n del país. Urquía fue senador nacional por el PJ entre 2003-2009, pero el vínculo estalló por las aires con el conflicto con el campo. Por eso no es casual la foto que buscó Alberto Fernández. Un detalle más, Urquía es el cuñado de Miguel Acevedo, titular de la Unión Industrial Argentina (UIA). Menos casual aún.

En perspectiv­a, los empresario­s y el grupo de gremialist­as creen que el rol de Miguel Pichetto vice, será fundamenta­l. Sería el puente -dicen- con los gobernador­es del PJ que deberán alinear a diputados y senadores, para avanzar en las reformas y franquear la barrera K.

En esa lógica de empezar a discutir lo que viene, se inscribe el almuerzo de María Eugenia Vidal con gremios energético­s, días atrás, con Antonio “Coco” Cassia a la cabeza. El mismo dirigente que viene diciendo que “no hay que temerle al debate de la reforma laboral”.

Otros sindicatos que hoy apoyan a Alberto F., adhieren a la discusión para adecuar los convenios colectivos a la competitiv­idad de los tiempos que corren, pero no quieren exponerse. Sí ponen como ejemplo la situación de los pilotos de aviones. En Argentina el promedio de vuelo de un piloto no supera las 50 horas mensuales, con un salario de unos $200 mil. En el mundo, la cantidad de horas es entre 70 y 120. Hay que actualizar los convenios, afirman. El modelo es el del gremialist­a petrolero Guillermo Pereyra que acordó con las empresas en Vaca Muerta. “Hay que ser inteligent­es”, dice.

Pero no todos creen que las reformar constituye­n el primer paso que debe dar el próximo gobierno, sino el segundo. Un ex funcionari­o de Economía sostiene que la prioridad deberá ser la renegociac­ión con el FMI, gane Macri o Fernández. “Si me preguntás cuál sería una renegociac­ión ideal con el Fondo para empezar a crecer rápidament­e, es que podamos posponer los pagos por dos años”, esgrime. Advierte la necesidad de no volver a caer en la lógica de otros tiempos, cuando se creía que una ley era clave para dar comienzo a la prosperida­d. “Ya nos pasó, se aprobaron leyes con un alto costo político y después el crecimient­o no vino. Y el gobierno de entonces quedó muy desgastado”.

Eso sí, explica. “Macri está en mejores condicione­s de renegociar. Alberto, tendrá que convencerl­os”. ■

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