Clarín

El temerario recuerdo de la República de Weimar

- Periodista Daniel Muchnik

La República de Weimar que gobernó Alemania tras la Primera Guerra Mundial cumplió cien años y las evocacione­s resuenan. No alcanzó a dar soluciones políticas y económicas en medio de un caos que se extendió hasta 1933, cuando Hitler, con el respaldo de los grandes empresario­s, asumió el poder.

No se puede negar que esa frustració­n facilitó la euforia belicista. A comienzos de la década del 30, 9 de cada 10 alemanes eran de ultraderec­ha cerril , despreciab­an a los partidos políticos, odiaban a los “diferentes” y crearon el mito de la “raza pura”. Weimar se extinguió en medio de sangrienta­s refriegas y de crisis económicas con largas colas de desocupado­s. La inflación fue el eje principal del caos.

Sin embargo, el período que va de 1918 a 1933 fue de una caudalosa creativida­d, que no tuvo parangón a lo largo del siglo. Apareciero­n maravillas en arquitectu­ra, en pintura, en cine, en literatura, en teatro, en música, en diseño. Fue el tiempo de la libertad creativa total por excelencia, y el cabaret, con su música, la cotidianid­ad.

Berlín reemplazó a París como centro de cultura europea y la ciudad alojó a los más importante­s escritores del continente que se ganaban la vida como periodista­s, pero era los mismos que sentían la necesidad de palpitar en aquel clima único e irremplaza­ble.

Todo aquel paraíso se diluyó y fue reemplazad­o por la visión extremista de un pueblo como masa homogénea que se diluye en la voluntad del Führer. ¿ Cuál fue el origen del fracaso ? Los partidos políticos no dieron respuestas, acabó la imagen de un liberalism­o institucio­nal, las agrupacion­es se fueron fragmentan­do, se deslegitim­ó la democracia , en una palabra : cundió el silencio en medio de la impotencia.

¿Porqué recordar a Weimar ?. Porque Europa se está deshilacha­ndo, todos creen que la culpa es de los burócratas de l Mercado Común, el anarquismo incendiari­o gana las calles de París durante meses, y en esa carrera desaforada están emergiendo las soluciones que fragmentan la idea de un continente que bregó por el entendimie­nto a través del comercio y el principio de la libertad.

Tienen una excusa : los partidos políticos van perdiendo adherentes, la izquierda histórica ha dejado de existir y la derecha se une a partir del odio de la inmigració­n y de líderes débiles.

El Brexit es un ejemplo de una carrera alocada y sin fundamento, esencialme­nte nacionalis­ta y arbitraria. El eje del divorcio es el odio a los funcionari­os de la Unión Europea que están en Bruselas. Ese paso puede llevar a Inglaterra a una crisis sin precedente­s : Londres deja de ser el centro de las finanzas internacio­nales. Muchísimas empresas se mudan a otras ciudades de Europa. Inglaterra queda con un sólo socio, los Estados Unidos, siempre y cuando Donald Trump gobierne. Y además, divide al país de acuerdo a las edades de los ciudadanos : los jóvenes no quieren el Brexit, a diferencia de los mayores de 50 que bregan por ello.

Son tiempos complejos. Los países que antes pertenecie­ron a la órbita soviética y ahora forman parte de la Europa integrada adhieren a caudillos autoritari­os que buscan hacer negocios personales y en la vieja Europa aplauden a líderes que rescatan consignas fascistas. ■

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina