Clarín

Expulsaron del país a un abogado italiano condenado por violar a su hija

Gabrielle Rubiani vivía en San Luis y cometió los abusos cuando la nena tenía 12 años. No puede regresar.

- Esteban Mikkelsen Jensen emikkelsen@clarin.com

Se vieron por primera vez en un boliche, en 1998, y el flechazo fue mutuo. Él, nacido en Emilia-Romaña, al norte de Italia, se había radicado en la Argentina, adonde se convirtió en abogado laboralist­a. Se casó y tuvo una hija que estudiaría su misma profesión, hasta que se separó. Entonces la conoció a ella, oriunda de San Luis.

La relación entre “El Tano” Gabrielle Rubbiani (54) y María Fernanda Mazza (39) duró 16 años, en los que tuvieron cuatro hijos. El último nació con graves problemas cardíacos y murió en una clínica de Buenos Aires, cuando apenas tenía tres meses y medio de vida, en 2012.

En ese momento, Fernanda estaba con la cabeza puesta en su bebé. Mientras se encontraba en Capital, sobrevino el horror en su casa: Gabrielle empezó a abusar sexualment­e de su hija Valentina, que por entonces tenía 12. El calvario se prolongó durante dos años.

Todo se destapó en el colegio. Era septiembre de 2013. Una charla sobre “prevención de los delitos contra la integridad sexual y la necesidad de hablar para combatirlo­s” animó a Valentina a contar su terrible historia.

A los pocos días, mientras en la escuela impulsaban una denuncia penal, la nena y su mamá tuvieron una conversaci­ón. La adolescent­e le refirió que una compañera era abusada por el padre, hasta que se quebró en llanto y le contó la verdad: “Papá abusa de mí”, fueron sus palabras,

“Papá abusa de mí”, le contó la víctima a su mamá, tras hablar del tema en el colegio.

que luego ratificarí­a, en detalle, en Cámara Gesell.

Enterado de la causa en su contra, Rubbiani le robó el auto a su esposa y huyó. Estuvo cuatro meses prófugo, hasta que un amigo de Mazza lo vio en la terminal de ómnibus, encapuchad­o, y lograron atraparlo, en enero de 2014. A esa altura tenía un pedido de captura internacio­nal en Interpol.

“Nunca me di cuenta”, afirmó a Clarín la mujer, quien en un primer momento creyó en sus excusas y hasta lo llevó a una clínica de salud mental, en Guaymallén. “Me voy a matar, intername, necesito ayuda”, le suplicó él.

Pero cuando lo fue a buscar a los tres días, para volver a Mendoza, porque se había puesto violento, Gabrielle le confesaría todo en el camino. “Perdoname, me pervertí. Lo que hice fue pensando en vos, nunca toleré nuestra separación. Veía a Valentina reflejada en vos”, le dijo a Fernanda, a quien había conocido con 17 años.

Rubbiani aceptó su culpabilid­ad y fue condenado a tres años y medio de prisión en un juicio abreviado. Pero la Justicia puntana anuló el fallo y ordenó un nuevo proceso. La mujer logró que fuera nuevamente preso, después de amenazar con ir a Buenos Aires y encadenars­e en el Obelisco para visibiliza­r su reclamo.

En abril de 2018 se aplicó la nueva condena: en esa oportunida­d la sentencia fue a 10 años de cárcel. “Me podrían bajar un poco la pena, porque fue consentido”, había dicho el acusado en su declaració­n en el Tribunal.

Valentina, que hoy tiene 19 años, también habló durante el juicio. “Quiero declarar en presencia de mi papá y de mi hermana (Gabriela, que fue la abogada defensora del italiano), quiero que escuchen”, aseguró. Luego contó en detalle cómo eran los abusos. “Se masturbaba, me eyaculaba encima, me metía los dedos, me hacía doler”, describió. Y precisó que ella, “por vergüenza”, se hacía la dormida cuando sucedía todo.

Tras el veredicto, la Dirección Nacional de Migracione­s (DNM), dependient­e del Ministerio del Interior, Obras Públicas y Vivienda, le canceló la residencia al abogado, ordenó su expulsión del país y le prohibió el reingreso de forma permanente. Esa resolución instó al Juzgado de Sentencia en lo Penal, Correccion­al y Contravenc­ional y de Ejecución Penal de la ciudad de San Luis para que dispusiera el extrañamie­nto del abusador, lo cual fue concedido el 7 de julio pasado.

Por ese motivo, personal de la Delegación San Luis de la DNM, con la colaboraci­ón de la Policía Federal Argentina (PFA), lo trasladó hasta el aeropuerto internacio­nal de Ezeiza, donde el sábado, a las 22.45, abordó un avión con destino a Roma, la capital italiana.

“Es mejor que se vaya, pero por otro lado allá queda en libertad, es un desastre, una barbaridad”, le dijo Mazza a este diario tras enterarse por amigos de la expulsión de su ex marido. “Mañana (por el lunes) mismo, iré a la jueza de familia para preguntarl­e qué medida va a tomar con él respecto a mis hijos”, agregó.

Los abusos no sólo arruinaron la vida de Valentina, que repitió “tres veces” de curso en el colegio y espera terminar este año. La mujer cuenta que su segundo hijo, de 18, “está perdido por la droga” y que el más, chico, de 11, “ni registra al padre”.

Fernanda, que es técnica universita­ria en promoción de la salud y luchó para la condena de su ex con varias marchas y un tránsito incesante por Tribunales, lo resume con estas palabras: “Quedó una familia destruida, nos arruinó la vida a todos, y él como si nada”. ■

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En Ezeiza. Rubiani fue trasladado el sábado por la Policía hasta el aeropuerto y partió rumbo a Italia.

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