Yo estuve en Woodstock (muchas veces)

Se cumplen 50 años de Woodstock, el primer megafestival de rock de la historia, que se realizó entre el 16 y 18 de agosto de 1969 y que marcó a fuego a varias generaciones. Puedo dar fe del asunto, porque estuve allí muchas veces. No en Bethel, la localidad en las afueras de Nueva York donde se concretó sino en el cine “Nuevo Ritz”, donde se proyectó el célebre documental durante 7 años consecutivos, todas las trasnoches de los sábados.

En el país, la película se estrenó en septiembre de 1970 y en noviembre pasó al Ritz, ubicado en Cabildo casi esquina Olleros y al poco tiempo se convirtió en un punto de encuentro para la incipiente pero entusiasta tribu de hippies porteños, un puñado de “pelilargos y andrajosos pacifistas”, cuya presencia provocaba estupor en la Argentina pacata, intolerante y violenta de ese entonces.

Sin Internet ni televisión por cable, “ir a Woodstock” (así se decía) era la posibilidad de ver “en vivo” a The Who, Joe Cocker, Santana, Ten Years After y Jimi Hendrix, entre tantos otros, para aplaudir, aullar, fumar (cualquier cosa), patalear y tirar papelitos, según la escena: una experiencia de cine en 4D.

Con funciones de 2 horas y 47 minutos y sonido cuadrafónico (muy adelantado para la época), las 661 butacas -generalmente ocupadas- vibraban al compás de la cinta. No todas las estrellas eran bien recibidas. La más chiflada (incomprensible) era Joan Baez, que tocaba al principio cuando la monada estaba más descansada. La fiesta acabó el 17 de setiembre de 1977, cuando el Nuevo Ritz fue comprado por los dueños de una estación de servicio. Quedó, eso sí, la leyenda.