Clarín

Vidal y Kicillof afinan sus propios operativos de control de los votos

Juntos por el Cambio prepara un ejército de 42.000 fiscales. El peronismo desplegará otros 60.000 propios.

- Pablo Ibáñez pibanez@clarin.com

María Eugenia Vidal votará temprano, almorzará en su casa y, al atardecer, se instalará a esperar el resultado de una elección que juzga esencial, en el búnker de Juntos por el Cambio en Costa Salguero. Una cábala PRO.

La gobernador­a tendrá hacia las 9 de la noche datos propios para apagar la ansiedad de la espera del escrutinio oficial: es un conteo en base a 800 mesas testigos que coordina su jefe de Gabinete, Federico Salvai.

Ese funcionari­o, que se encargó de armar el inmenso dispositiv­o de fiscalizac­ión para el 11A, también manejará las claves de ese método que dio cifras casi exactas en 2015 y 2017. El número, según estiman en el vidalismo, se conocerá cuando empiecen a difundirse -a las 21- datos oficiales.

Vidal admite que Mauricio Macri está unos puntos debajo suyo y que eso profundiza la intriga sobre el resultado. Estima entre 3 y 6 la diferencia que le lleva Kicillof y confía que, en el sprint final, mejorará el resultado.

"Nosotros ya pensamos en octubre: ellos, entre la PASO y la general, siempre pierden votos porque no retienen todo lo de las primarias y nosotros sumamos voto útil", explican en La Plata.

Como en todo, la cuestión está vinculada con la matemática: ¿qué número se puede revertir con magia electoral? Y, sobre todo, cuándo juega el efecto negativo de Macri en la Provincia pero, sobre todo, cuánto impacta el efecto contagio.

Para Vidal, tanto como una derrota cercana -2 ó 3 puntos-, le importa que Mauricio Macri salga bien parado en la cuenta nacional por el golpe anímico: si termina cerca de Alberto Fernández, revertirá la tendencia.

"Si a ellos no les va lo bien que esperan, terminan todos peleados: la unidad es muy frágil y solo los mantiene junto la posibilida­d de ganar", asegura el operador PRO que entiende que, en este turno, no habrá corte de boletas de los intendente­s con Axel Kicillof.

Vidal imagina un escenario donde pase de perder la elección a empatarla o perderla por menos de 2 puntos. Fue lo que ocurrió en el 2017 cuando salió de campaña la semana previa a las PASO, cuando estaba instalada la idea de que Cristina Kirchner ganaba por más de 5 puntos y al final la senadora ganó por solo 20 mil votos.

Con 13.185.037 electores, la elección bonaerense es monumental y todo lo que la rodea tiene esa misma lógica. Salvai prepara un ejército de 42 mil fiscales mientras que el peronismo - ahora con la marca Frente de Todosapost­ó a un equipo más grande: casi 60 mil fiscales

En la Provincia, hay 37.704 mesas de votación, repartidas en 5.582 establecim­ientos educativos. El PJ montó un dispositiv­o para controlar la votación que implica tener un fiscal por mesa además de un fiscal adicional por escuela.

A su vez, como pone en duda la transparen­cia del escrutinio provisorio que quedó a cargo de la empresa Smartmatic (Ver página 9), el FdT desplegará casi más de 5.500 fiscales informátic­os pero, además, montó un dispositiv­o de conteo paralelo.

Durante el último mes, un equipo coordinado por la senadora provincial Teresa García capacitó a fiscales en toda la provincia para el trámite clásico de conteo en las mesas pero, además, para que desarrolle­n otras tareas de control.

La semana pasada, la Cámara Nacional Electoral (CNE) autorizó una serie de procedimie­ntos para que los fiscales opositores puedan, entre otras medidas, fotografia­r actas y certificad­os a modo de "garantía" frente a eventuales desmanejos en el escrutinio oficial.

Kicillof puso a uno de los colaborado­res, Javier Rodríguez, a coordinar el escrutinio paralelo del día de la elección, que se montará a partir de los datos que envíen los fiscales, que luego cargarán los data entry.

"Nos resulta poco creíble cuando hacen correr que pierde: ellos generan clima para algo", dicen en el entorno de Kicillof y repiten un mantra: "Estamos en una pelea desigual: ellos no cometen errores en campaña así que eso de decir que pierden es show".

En el PJ se instaló el pánico por la contrataci­ón de Smartmatic y tras la experienci­a en las PASO de 2017, cuando se frenó la carga de datos justo cuando Cristina estaba a punto de alcanzar a Esteban Bullrich. Para la general de ese año, también se montó un escrutinio provisorio para tener, al cierre del día o el lunes, un número propio para contrapone­r con los datos oficiales. ■

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