Acampes y largas filas en la vigilia de los devotos de San Cayetano
Miles de personas pasarán hoy por la iglesia de Liniers. El arzobispo Poli oficiará la misa central.
La vigilia de Raquel Fernández comenzó hace más de un mes, cuando decidió asegurarse ser una de las primeras en ingresar hoy a la iglesia San Cayetano. Junto con un grupo de personas a las que conoció en sus reiteradas visitas al patrono del trabajo, se turnaron para hacer la fila y hace algunos días armaron la carpa en la que dormían ayer, en las horas previas al comienzo de la celebración. Los organizadores los visitantes superen a los del año pasado, cuando hubo 150 mil fieles.
Las primeras horas de la vigila arrancaron con poca gente en los alrededores de la parroquia de Liniers. Los comerciantes de la zona percibieron una merma en la cantidad de personas, algo que, según explicaron, se repite en los últimos años. “Esta muy flojo esto”, dijo a Clarín Nicolás, que hace 12 años atiende un local de ventas de estatuillas del santo. Y agregó: “Hace unos años, la fila llegaba hasta el estadio de Vélez”.
Una descripción similar hizo Silvia, empleada de un kiosco sobre la calle Cuzco. “A esta altura de la mañana, hace cinco años, esto era una fiesta. Había mucha más gente, haciendo música y cantando”, recordó.
Con el correr de la tarde, las colas se fueron extendiendo. Los fieles comenzaron a organizarse en dos grupos: los que buscan tocar la imagen del santo y los que prefieren la vía “rápida”, en la que pasan más lejos. Eso entusiasmó a los organizadores: “Este año esperamos el doble de gente del año pasado”, aseguraron desde la parroquia. “En 2018 pasaron por la iglesia unas 150 mil personas en diez días. Para este año esperamos ese número, o mucho más”, agregó.
Ambas filas se preparaban ayer para la apertura de la iglesia, programada para la medianoche. La primera misa estaba prevista para las 4 de esta madrugada, mientras que la homilía central comenzará a las 11 y estará encabezada por el arzobispo de Buenos Aires y Primado de Argentina, Mario Poli.
Como todos los años, los primeros instalados sobre la calle Bynnon montaron sus carpas. En una de ellas pasó la noche el grupo de fieles que se turnó desde mayo para garantizarse su lugar. “Vengo a pedir por todos esos chicos que tiran de un carro para poder comer, yo soy jubilada y no puedo ayudarlos mucho. Es muy triste lo que se ve”, explicó a Télam Raquel, una vecina de Temperley que repite el “ritual” hace 40 años.
Detrás de ella, a lo largo de unas dos cuadras, decenas de personas aguardaban sentadas en sillitas, tomando mate, charlando o comiendo algo, calentándose los pies o las manos con el calor que salía de tachitos metálicos donde se consumía la leña. Todos esperaban su oportunidad de hablar con el patrono. De pedirle trabajo y prosperidad para su familia y amigos. También van a agradecerle cosas lindas que les pasaron en su vida últimamente. Como Marta, que llegó de Pergamino junto a su familia. Ella vino a agradecer: “El año pasado pedí por un familiar y este año consiguió trabajo. Nunca me falla”.
A pocos metros de ella, en medio de una ronda de mates, Carlos relató su viaje desde Luján. “Tomarse todos los colectivos y trenes para llegar no está fácil”, agregó. Pero también expresó esperanza para el futuro: “Estoy seguro de que me va cumplir lo que le voy a pedir”. Gloria, jubilada, llegó para “cumplir con una promesa” . Y también para hacer un pedido: “Que los colegios sean para educar, no para comer”. ■