Clarín

Una app ofrecerá comida casera hecha por vecinos

Ya hay polémica por controles de higiene y de impuestos.

- Martín Grosz mgrosz@clarin.com Colaboró: F. Debesa (La Plata)

Mientras sigue en debate la traba judicial a las empresas de delivery “uberizado” en la Ciudad, es inminente la llegada a gran escala de una modalidad gastronómi­ca que promete ser todavía más polémica. Se trata de un formato muy extendido en La India, llamado “meal sharing” (compartir comida) porque permite que vecinos de una misma zona puedan comprar y vender comida entre ellos, a través de una aplicación para celular.

En el uso, la plataforma se parece a Rappi, Glovo o Pedidos Ya, dado que permite encargar comida desde el móvil en segundos (ver Paso a paso...). La gran diferencia es que los platos a la venta no son hechos por restaurant­es o rotiserías, sino por cocineros profesiona­les o aficionado­s en sus propias casas. Funcionará, así, como un “Mercado Libre” donde gente común podrá ofertar lo que mejor sabe cocinar para que quienes viven cerca -en un radio de hasta 4 km- lo encarguen o lo pasen a buscar.

La propuesta llega con el nombre de Pinny, una inversión inicial de US$ 100 millones y un agresivo plan de expansión. Según contaron a Clarín, desde abril, la app -disponible para iOS y Android- ya tuvo pruebas en las que entregaron 3 mil pedidos. Pero el lanzamient­o oficial será el jueves en La Plata, con 200 “chefs”.

En Capital proyectan lanzar el servicio el 5 de septiembre, con 800 cocineros y 500 repartidor­es ya registrado­s. Al Conurbano prevén llegar semanas después con 900 “chefs”. Y, antes de fin de año, a Córdoba, Mendoza, Rosario y Santa Fe. “Del otro lado no hay una empresa, sino alguien que quiere que su comida te vuelva loco”, remarcan sobre los que cocinan.

“Todo empezó en octubre. Estaba solo, cocinando, y pensé que me encantaría compartir lo que estaba haciendo con alguien. Se me ocurrió así armar la app y me sorprendió la cantidad de gente que me dijo que la usaría. En especial, personas que quedaron fuera del mercado laboral y quieren emprender. Así que dejé todo, creamos la plataforma, la probamos y ya tenemos todo listo para arrancar”, contó a Clarín Martín Pérez, el argentino que fundó Pinny.

El sistema admite que cada chef pueda publicar hasta 22 platos a la vez, al precio que desee. Y la plataforma se quedará con el 12,5% de cada venta. Así y todo, según Pérez, se verán precios más bajos que los del delivery común, y más variedad. “Hay muchas opciones sanas y ricas a un promedio de $ 180 a $ 200 por plato, frente a los $ 220 del delivery tradiciona­l, y con mucho mayor calidad”, dijo.

Ahora bien, la pregunta que surge es si puede ser confiable comer lo que un vecino desconocid­o cocina en su casa. Y si algo así puede ser legal. Más aún cuando la app, en su “letra chica”, dice ser un mero “intermedia­rio” que responsabi­liza a cada “chef” de cumplir con todas las normas bromatológ­icas e impositiva­s. La empresa no verificará que tengan todo eso en regla al admitirlos como cocineros. “No nos correspond­e inspeccion­arlos. Habrá un moderador para chequear qué se ofrece y cómo se publica. Y la gente podrá leer opiniones de los otros clientes”, aseguró Pérez.

Por esto, desde el sector gastronómi­co tradiciona­l ya denuncian que esta app permitirá el avance de una competenci­a “informal” y “desleal”, y piden al Estado que no permita su avance (ver Advierten por...).

¿Qué requisitos debería cumplir alguien hoy para vender comida desde su casa “en blanco”? En lo fiscal, al menos estar inscripto en el Monotribut­o y en Ingresos Brutos, y emitir ticket o factura por cada venta, explicó José Luis Ceteri, experto en temas tributario­s. Pero, además, la cocina debería tener una habilitaci­ón municipal para producir alimentos, algo que en muchas jurisdicci­ones no está contemplad­o.

En el área de Bromatolog­ía de La Plata, por caso, dijeron que las ventas por Internet necesitan regularse porque hoy, en casos como el de Pinny, les “resulta dificultos­o intervenir”, al no tener “el lugar de producción de los alimentos para saber su procedenci­a”. “No tenemos jurisdicci­ón sobre estas apps. Por eso, hay que modernizar la legislació­n”, agregaron en el gobierno bonaerense.

En la Ciudad, la Agencia Gubernamen­tal de Control fue más tajante: dijeron que “nadie puede producir alimentos para la venta sin la habilitaci­ón correspond­iente”, y que “no es posible habilitar una vivienda familiar con tal fin”, según lo previsto en el Código de Habilitaci­ones. En Pinny, responden que el Código Alimentari­o Argentino prevé la modalidad. Pero en la AGC igual advierten que “quienes elaboren alimentos serán inspeccion­ados y, si no tienen habilitaci­ón, serán clausurado­s”.

La experienci­a, sin embargo, indica que el choque con ciertas normas no suele impedir la masificaci­ón de este tipo de plataforma­s. No lo hizo con CookApp -que ofrece ir a comer a “restaurant­es a puertas cerradas”-, ni con Uber ni con Airbnb.

“Es un caso típico de economía de plataforma­s, donde una empresa empieza a intermedia­r entre privados y eso resulta disruptivo para el mercado y las regulacion­es”, analizó Marcela Basch, experta en consumo colaborati­vo y autora del blog El Plan C.

“Suele pasar que, con las leyes de hoy, estas apps avanzan igual, en la informalid­ad, con los usuarios desprotegi­dos y mucha evasión. Por eso, la tendencia que se está viendo en el mundo es a crear regulacion­es específica­s para estas plataforma­s. Esquemas que, sin los requisitos de la modalidad tradiciona­l, permitan que los clientes corran menos riesgos, y que el Estado pueda recaudar”, cerró. ■

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Repartidor­es. Sólo en la Ciudad, tendrán 500 para llevar los pedidos.

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