Una app ofrecerá comida casera hecha por vecinos
Ya hay polémica por controles de higiene y de impuestos.
Mientras sigue en debate la traba judicial a las empresas de delivery “uberizado” en la Ciudad, es inminente la llegada a gran escala de una modalidad gastronómica que promete ser todavía más polémica. Se trata de un formato muy extendido en La India, llamado “meal sharing” (compartir comida) porque permite que vecinos de una misma zona puedan comprar y vender comida entre ellos, a través de una aplicación para celular.
En el uso, la plataforma se parece a Rappi, Glovo o Pedidos Ya, dado que permite encargar comida desde el móvil en segundos (ver Paso a paso...). La gran diferencia es que los platos a la venta no son hechos por restaurantes o rotiserías, sino por cocineros profesionales o aficionados en sus propias casas. Funcionará, así, como un “Mercado Libre” donde gente común podrá ofertar lo que mejor sabe cocinar para que quienes viven cerca -en un radio de hasta 4 km- lo encarguen o lo pasen a buscar.
La propuesta llega con el nombre de Pinny, una inversión inicial de US$ 100 millones y un agresivo plan de expansión. Según contaron a Clarín, desde abril, la app -disponible para iOS y Android- ya tuvo pruebas en las que entregaron 3 mil pedidos. Pero el lanzamiento oficial será el jueves en La Plata, con 200 “chefs”.
En Capital proyectan lanzar el servicio el 5 de septiembre, con 800 cocineros y 500 repartidores ya registrados. Al Conurbano prevén llegar semanas después con 900 “chefs”. Y, antes de fin de año, a Córdoba, Mendoza, Rosario y Santa Fe. “Del otro lado no hay una empresa, sino alguien que quiere que su comida te vuelva loco”, remarcan sobre los que cocinan.
“Todo empezó en octubre. Estaba solo, cocinando, y pensé que me encantaría compartir lo que estaba haciendo con alguien. Se me ocurrió así armar la app y me sorprendió la cantidad de gente que me dijo que la usaría. En especial, personas que quedaron fuera del mercado laboral y quieren emprender. Así que dejé todo, creamos la plataforma, la probamos y ya tenemos todo listo para arrancar”, contó a Clarín Martín Pérez, el argentino que fundó Pinny.
El sistema admite que cada chef pueda publicar hasta 22 platos a la vez, al precio que desee. Y la plataforma se quedará con el 12,5% de cada venta. Así y todo, según Pérez, se verán precios más bajos que los del delivery común, y más variedad. “Hay muchas opciones sanas y ricas a un promedio de $ 180 a $ 200 por plato, frente a los $ 220 del delivery tradicional, y con mucho mayor calidad”, dijo.
Ahora bien, la pregunta que surge es si puede ser confiable comer lo que un vecino desconocido cocina en su casa. Y si algo así puede ser legal. Más aún cuando la app, en su “letra chica”, dice ser un mero “intermediario” que responsabiliza a cada “chef” de cumplir con todas las normas bromatológicas e impositivas. La empresa no verificará que tengan todo eso en regla al admitirlos como cocineros. “No nos corresponde inspeccionarlos. Habrá un moderador para chequear qué se ofrece y cómo se publica. Y la gente podrá leer opiniones de los otros clientes”, aseguró Pérez.
Por esto, desde el sector gastronómico tradicional ya denuncian que esta app permitirá el avance de una competencia “informal” y “desleal”, y piden al Estado que no permita su avance (ver Advierten por...).
¿Qué requisitos debería cumplir alguien hoy para vender comida desde su casa “en blanco”? En lo fiscal, al menos estar inscripto en el Monotributo y en Ingresos Brutos, y emitir ticket o factura por cada venta, explicó José Luis Ceteri, experto en temas tributarios. Pero, además, la cocina debería tener una habilitación municipal para producir alimentos, algo que en muchas jurisdicciones no está contemplado.
En el área de Bromatología de La Plata, por caso, dijeron que las ventas por Internet necesitan regularse porque hoy, en casos como el de Pinny, les “resulta dificultoso intervenir”, al no tener “el lugar de producción de los alimentos para saber su procedencia”. “No tenemos jurisdicción sobre estas apps. Por eso, hay que modernizar la legislación”, agregaron en el gobierno bonaerense.
En la Ciudad, la Agencia Gubernamental de Control fue más tajante: dijeron que “nadie puede producir alimentos para la venta sin la habilitación correspondiente”, y que “no es posible habilitar una vivienda familiar con tal fin”, según lo previsto en el Código de Habilitaciones. En Pinny, responden que el Código Alimentario Argentino prevé la modalidad. Pero en la AGC igual advierten que “quienes elaboren alimentos serán inspeccionados y, si no tienen habilitación, serán clausurados”.
La experiencia, sin embargo, indica que el choque con ciertas normas no suele impedir la masificación de este tipo de plataformas. No lo hizo con CookApp -que ofrece ir a comer a “restaurantes a puertas cerradas”-, ni con Uber ni con Airbnb.
“Es un caso típico de economía de plataformas, donde una empresa empieza a intermediar entre privados y eso resulta disruptivo para el mercado y las regulaciones”, analizó Marcela Basch, experta en consumo colaborativo y autora del blog El Plan C.
“Suele pasar que, con las leyes de hoy, estas apps avanzan igual, en la informalidad, con los usuarios desprotegidos y mucha evasión. Por eso, la tendencia que se está viendo en el mundo es a crear regulaciones específicas para estas plataformas. Esquemas que, sin los requisitos de la modalidad tradicional, permitan que los clientes corran menos riesgos, y que el Estado pueda recaudar”, cerró. ■