Clarín

El derrumbe que pudo ser tragedia

UN EDIFICIO EN TRES DE FEBRERO

- Karina Niebla kniebla@clarin.com

En construcci­ón, se vino abajo a la madrugada. Piensan en un problema con los materiales o en un deficiente refuerzo del suelo.

Escuchar dormido el estruendo y soñar que el quincho se cayó. O estar fumando en el balcón y que la nube del tabaco se meta dentro de otra nube, gigante, hecha de polvo de hormigón. O sentir que a la ventana golpea nuestro hijo y vecino, la cara desencajad­a emergiendo del fondo gris, uniforme. O salir asustado a la calle y ver que la casa, el auto, la vida, se salvaron de milagro.

Cada uno de los vecinos de la esquina de Estocolmo 2606, en la localidad de Sáenz Peña, vivió el derrumbe de manera diferente, pero todos coinciden en que se oyó como si explotara una bomba. Después recuerdan el polvo entrando por las ventanas, bañando las caras y los muebles. Y los segundos que tardaron en conectar esos hechos y darse cuenta de que se había desplomado un edificio en construcci­ón.

Los ocho pisos quedaron recostados uno sobre otro, como fichas de dominó. Habían sido construido­s sobre territorio bonaerense, pero cruzaron frontera política hasta caer en terreno porteño, sobre la colectora de la General Paz. Hasta allí fueron a parar los escombros, en una trayectori­a que los vecinos tratan de “milagro”. No hubo muertos ni heridos. “Cayó hacia el costado. Si hubiera sido de frente, no la contábamos”, dice Santiago Rodríguez (17), que vive del otro lado de la calle Estocolmo.

Fue su papá el que le avisó a su propio padre -que vive al lado- que se había caído el edificio. Fue ese abuelo el que dormía junto a su esposa en la habitación de la ochava, que hubiera quedado en la primera línea de fuego si el declive hubiera sido frontal. Fue su auto, un Gol amarillo estacionad­o a unos metros, el que se salvó de ser aplastado porque la terraza quedó en el camino de un poste de luz en picada, que horas después ya había sido enderezado.

Según el Municipio de Tres de Febrero, no hubo muertos ni heridos bajo los restos de la construcci­ón. Tampoco en los alrededore­s. Esa zona es muy transitada durante el día: desde las 4 hasta las 23.30, es un mundo de autos que toman la General Paz, y colectivos de seis líneas.

Por obra y gracia del destino, el derrumbe fue antes de las 2 , en una noche sin vigiladore­s en la obra y con sólo un auto circulando cerca, por Estocolmo, cuyo conductor tuvo los reflejos suficiente­s para frenar. “Nacimos de nuevo: mi señora, mis hijos, mis nietos y yo. Te imaginás si hubiera habido gente viviendo, lo que hubiera sido”, resalta Nacho Rodríguez (73), abuelo de Santiago y habitante desde hace 20 años de esa casa que se salvó.

El arquitecto responsabl­e del edificio es Jorge Luis Álvarez, que fue inhabilita­do preventiva­mente por el Municipio. Primero iban a ser oficinas, pero al final se optó por hacer viviendas, por una cuestión de rentabilid­ad, reconocen fuentes cercanas a la constructo­ra el grupo Creol, que aseguran además que sólo se habían vendido dos departamen­tos.

Medio día después ya habían sido retirados parte los escombros sobre la colectora pero falta para que terminen las pericias y los remuevan en su totalidad. Una señora de 80 años en silla de ruedas mira la escena junto a la mujer que la cuida. Desde el año pasado vive en otro edificio proyectado por Álvarez, a una cuadra y media. Es el de avenida América al 400, de 12 pisos. Cuenta que nunca tuvo problemas “pero ahora me da miedo”. A su lado, otra vecina pide: “No queremos más torres”. En los últimos años, la zona se llenó de ellas. Incluso a 50 metros del derrumbe, sobre la colectora, se levanta una de 14 pisos.

Es que el edificio que se derrumbó había sido inspeccion­ado varias veces, la última en mayo, según Diego Valenzuela, intendente de Tres de Febrero. Indicó además que el permiso de construcci­ón data de 2015, cuando todavía no había asumido, pero que durante su gestión se revocó la autorizaci­ón de construir 10 pisos.

Ayer, horas antes de desplomars­e, terminaban el revoque del frente. Era de diseño moderno. Quedaba por delante otro medio año de obra. En el aviso de venta se destacan la “excelente construcci­ón” y los materiales usados, “de primera calidad”. ■

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FOTOS: G. RODRÍGUEZ ADAMI Desastre. Así quedó la esquina de Estocolmo 2606, donde edificaban una torre.
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Escombros. Sacaron ayer los que impedían pasar por la colectora.

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