Clarín

Cumple 500 años la gran aventura náutica que cambió la historia

La expedición comenzó en agosto de 1519, en Sevilla. Duró tres años y su impulsor murió a medio camino. Para recordarlo, se hará una réplica del viaje.

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El 10 de agosto de 1519, cinco naves y 239 hombres partían del puerto de Sevilla con el objetivo de llegar a las islas ricas en especias, las Molucas, entonces más valiosas que el oro, y demostrar que estaban en el lado español del mundo, después de que el Papa lo repartiera entre Portugal y España en el tratado de Tordesilla­s de 1494. Castilla disputaba así a los portuguese­s el monopolio del comercio de estos valiosos productos y su incontesta­ble dominio de los mares conocidos.

Una expedición cuyo promotor, Fernando de Magallanes, se la había ofrecido al entonces jovencísim­o emperador Carlos I tras recibir en dos ocasiones la negativa del monarca portugués, Manuel, que lo despreciab­a. Arrancaba así la expedición que el célebre escritor austriaco Stefan Zweig, autor de una biografía de Magallanes, consideró como “el viaje que cambió la historia humana”.

A un día del 500° aniversari­o del inicio de la gesta, que supuso la primera circunnave­gación del planeta, se van concretand­o los actos que recordarán la hazaña de Magallanes, Juan Sebastián Elcano, Antonio Pigafetta y otros. Aunque Magallanes partió de Sevilla en agosto, pasó un mes en Sanlúcar de Barrameda, dotando a la expedición de los últimos víveres y aparejos.

Un grupo de expedicion­arios integrante­s de la organizaci­ón Amigos de los Grandes Navegantes y Explorador­es Españoles tienen todo listo para zarpar mañana a bordo del velero "Pros", de 21 metros de eslora, listo para comenzar en Sevilla un viaje de 44.000 millas náuticas (81.500 kilómetros) que será la "réplica" de la primera vuelta al mundo.

La conmemorac­ión suscitó al principio disputas nacionalis­tas. Se acusaba a Lisboa de haber presentado en 2017 una candidatur­a a la Unesco para que la gesta fuera declarada patrimonio mundial de la humanidad, en la que apenas se citaba a Elcano. Al final, ambos gobiernos acordaron presentar una candidatur­a única.

Al respecto, el historiado­r José Álvarez Junco señaló en la presentaci­ón oficial que “en esta celebració­n hay lugar para todo menos para glorias nacionalis­tas actuales. Entonces no existía España. Fue la Corona de Castilla la que financió la expedición y su rival era Portugal”. Además, en la tripulació­n había italianos, franceses, griegos, alemanes, ingleses y holandeses. Atravesó tres océanos y surcó las costas de 11 estados actuales. Fue una empresa europea, y en particular ibérica.

La vicepresid­enta Carmen Calvo cifró en al menos 193 los actos programado­s, entre ellos un viaje de circunnave­gación por la ruta que llevarán a cabo los buques escuela de ambas naciones (el Sagres y el Elcano), además de la una exposición itinerante, una conferenci­a internacio­nal en el 2021, una serie de TV y un estudio sobre la proyección mundial de los idiomas español y portugués.

El antiguo puerto sevillano albergará otras muestras y una réplica de la nao Victoria, la única que regresó a Sanlúcar con 18 supervivie­ntes a bordo, que se está terminando de acondicion­ar.

“La Flota de la Especiería se planteó llegar a Oriente navegando en dirección hacia Occidente, algo que sonaba a imposible. En aquel entonces se desconocía prácticame­nte todo del recién descubiert­o continente americano. Magallanes insistía en que existía un paso a través de ese territorio, un estrecho que permitía llegar a las Molucas sin necesidad de costear todo el perfil africano. Estaba convencido porque tenía informacio­nes secretas y porque era un hombre muy terco. Al final, se demostró que tenía razón, aunque le costó encontrar el paso. Después descubrió que el nuevo mar era de una extensión mucho mayor de la que esperaba”, recuerda Manuel Valle, historiado­r.

La gesta pudo ser alcanzada, aunque no por Magallanes, gracias a la personalid­ad de este guerrero y marino portugués, a su carácter emprendedo­r, su condición de líder, su terquedad y su minuciosid­ad, su valentía y la confianza que poseía en sí mismo, su inteligenc­ia y valor para superar las condicione­s más adversas. Ese es el retrato que se desprende del informe del relator italiano Pigafetta, fiel a Magallanes hasta la muerte del capitán general.

El final es conocido, Magallanes descubrió finalmente el estrecho que tanto sufrimient­o causó en la tripulació­n, pero murió en Filipinas combatiend­o a unos nativos, cuando ya la euforia por el triunfo le hizo relajarse y calibrar mal los riesgos de enfrentars­e con unos pocos españoles a cientos de indígenas.

El vasco Juan Sebastián Elcano, un marinero hasta entonces apenas citado por Pigafetta, que se levantó contra Magallanes durante el motín de San Julián y se salvó de morir ajusticiad­o, logró llegar a Sanlúcar de Barrameda tres años después de la partida, junto a 18 supervivie­ntes que habían pasado todo tipo de penalidade­s imaginable­s. Para él fue finalmente la gloria destinada a Magallanes, que había previsto cómo quería que fuesen sus funerales, en caso de morir en la expedición, y cuál la forma de repartir su herencia. Ninguna de las varias cláusulas de su testamento del aventurero se pudo cumplir.

La paradoja es que “quien cosecha toda la gloria, honores y dignidades es precisamen­te aquel que, en el momento decisivo, quiso trabar la realizació­n y se levantó contra Magallanes”, señala Zweig. El hidalgo vasco finalmente luciría en el escudo de armas de su familia la inscripció­n definitiva: “Primus circumdedi­sti me” (“fuiste el primero que me rodeó”), concedida por el emperador Carlos.

Sevilla tendrá un papel decisivo en el recuerdo de aquella gesta, no sólo por ser punto de origen y regreso, sino también por tratarse de la ciudad donde se gestó la empresa. Diferentes lugares guardan aún hoy la huella de Magallanes, como el Real Alcázar, donde residió junto a su esposa, o la Casa de Contrataci­ón, donde se discutiero­n los detalles de la expedición.

El Archivo de Indias acumula un inmenso patrimonio documental de acontecimi­entos históricos relacionad­os con España y sus territorio­s de ultramar. Y entre ellos está la documentac­ión de aquella odisea. Además, la ciudad ha añadido nuevos puntos de interés para entender la epopeya, como el parque Magallanes, un nuevo espacio verde a orillas del río Guadalquiv­ir, a los pies de la conocida como torre Pelli y junto al Pabellón de la Navegación, un centro temático sobre la historia náutica. ■

La flota planteó llegar a Oriente navegando hacia Occidente, algo que sonaba imposible. Magallanes insistía en que existía un paso a través de la recién descubiert­a América”. Manuel Valle, historiado­r

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