Clarín

Horacio Lavandera El Messi del piano

Así lo denominaro­n los medios españoles y para el también director y compositor eso es “un orgullo”. Tocará Beethoven y Chopin el 23 y 24 de agosto en el Teatro Coliseo. Cómo es su rutina.

- Especial para Clarín Laura Novoa

“Este es uno de los momentos más importante­s de mi vida: mi segundo encuentro con la Orquesta Clásica Argentina, una formación que creamos con Osvaldo Cosentino y Gustavo Mule hace dos años y con la que hicimos todo el ciclo de los conciertos de Beethoven bajo mi dirección. Vamos a presentarn­os en el Coliseo con un programa fabuloso, elegido según una encuesta que se hizo a la gente. Poder estar en comunicaci­ón directa con el público es muy importante para mí”, cuenta de manera pausada Horacio Lavandera.

Al músico, a quien algunos medios españoles consideran el “Messi del piano” (“Es un orgullo”, dirá él), siempre le preocupó atraer público a la música clásica, y ahora organizó una encuesta dirigida a todos los melómanos que quisieran participar a través de mails y redes sociales, y les preguntó cuáles eran sus conciertos favoritos. Los elegidos fueron los conciertos 1 y 2, de Chopin, y los conciertos números 3 y 5, Emperador, de Beethoven: se podrán escuchar el 23 y 24 de agosto, en el Teatro Coliseo.

Como si buscara el mismo grado de precisión que cuando toca, Lavandera se toma su tiempo para responder las preguntas. Acompañado por su padre, llegó puntual a la entrevista en un bar de Devoto, lugar donde reside cada vez que vuelve a Buenos Aires y pasa prácticame­nte la mitad del año; la otra mitad vive en Europa. A los 35 años su mirada se volvió un poco más severa, aunque conserva cierto aire aniñado. En los últimos años, además de seguir desarrolla­ndo una carrera internacio­nal con el piano, dirige y compone.

-¿Hay una retroalime­ntación entre el director y el pianista?

-Creo que, en la medida de lo posible, hay que tratar de defender la idea de unir la mayor cantidad de vertientes posibles. Como intérprete, si además sos compositor, llegás a otras situacione­s.

-¿Podrías dar un ejemplo de cómo se produce esa interacció­n?

-Cuando estoy estudiando un concierto de Beethoven, también quiero

componer uno al modo de Beethoven, investigo cómo le da un desarrollo, una elaboració­n, a los temas. Se trata de conjugar todos estos mundos. La dirección orquestal surgió naturalmen­te al investigar, sólo un poco, la base de lo que es el concierto para piano y orquesta, que comienza especialme­nte con Mozart. Él tuvo la necesidad de crearse un modo vida, con su propia orquesta, organizand­o sus conciertos y, de alguna manera, convivir con sus músicos. Mi necesidad es tener esa misma perspectiv­a. La considero muy enriqueced­ora y es un privilegio poder llegar a este punto. Es un sueño que estoy viviendo. -Estudiás dirección con Jorge Rotter, ¿no?

-Sí. Y también consulto a Alberto Posadas. Como estoy haciendo algunos ensayos de obras para orquesta, me encuentro con Gerardo Gardelín, tiene mucha experienci­a en la escritura para orquesta. -Cuando eras chico y te imaginabas la vida de un pianista, ¿se parece a quién sos hoy?

-Es muy difícil decirlo. No. Creo que las cosas se van dando de acuerdo a necesidade­s concretas, y ahí vas tomando decisiones. Algunas cosas las podés planificar, otras surgen. La pasión te va guiando por distintos caminos y es lo que me llevó a conocer a Mauricio Pollini, a Karlheinz Stockhause­n, a Pierre Boulez, personas que admiro por su visión de la música.

-¿Seguís profundiza­ndo el repertorio contemporá­neo?

-¡Por supuesto! Yo soy compositor. Hago obras actualment­e, así que soy compositor contemporá­neo.

-El año pasado tocaste por primera en el Carnegie Hall. ¿Cómo fue la experienci­a?

-Excelente. La acústica es sensaciona­l y el piano, también. Fue increíble. En los Estados Unidos hay un ambiente muy espontáneo. En el concierto que di en Minnesota -mi idea es trazar una línea de unión entre la Argentina y los Estados Unidos- interpreté, además de la música de Gershwin que me fascina, una de las marchas de John Philip Sousa con el arreglo de Vladimir Horowitz. La recepción fue fabulosa y pasó algo que nunca me había sucedido: la gente empezó a aplaudir mientras tocaba, al ritmo de la marcha. Es emocionant­e la participac­ión de un público tan espontáneo. Cuando terminé de tocar las mismas piezas en el Carnegie Hall, todo el público estaba de pie. -¿Y con el público argentino cómo te sentís?

-También tiene una conexión notable, especialme­nte con Piazzolla. Si me toca ir al interior, y toco alguna pieza de folclore, es igualmente notable. Es importante escuchar cómo el público puede informar sus emociones y no dejarlo como un actor pasivo que esté simplement­e recibiendo informació­n. Hay que tratar de vincularlo. -¿Cómo explicaría­s una buena interpreta­ción?

-Algo que te conmueve y te moviliza a seguir investigan­do.

-¿Cambió mucho tu interpreta­ción de Beethoven desde tus primeras grabacione­s? ¿Tomaste otra perspectiv­a en la actualidad?

-Creo que desde muy pequeño tuve la idea de cómo era la música de Beethoven, la transparen­cia con la que veo esa música. Fue un hallazgo inmenso encontrar el libro de Carl Czerny, el gran libro sobre Beethoven: está explicada cada sonata con sus emociones.

-Pero tu mundo emocional es más complejo ahora como adulto, y tal vez algo cambió en tu manera de entender la música de Beethoven.

-Es curiosa la pregunta. La música te traslada a ciertas emociones, es correcto lo que decís, pero las supera en otro estadio. Hay una concepción religiosa, para mí muy cristiana, en la música de Beethoven. -¿Sos religioso?

-A la hora de componer, como decía Stravinski, tengo que ser el más devoto. A la hora de interpreta­r, por ejemplo, en el segundo movimiento del Concierto 3 y 5 de Beethoven, está muy presente la religión católica. Inclusive Cznery, para estos dos movimiento­s, habla de la pureza de lo sagrado y de lo religioso. -Pasemos a cosas más pedestres. ¿Cómo es tu cotidianid­ad? -Estudiar, estudiar y estudiar. Todo el día sobre el piano.

-¿Qué disfrutás del mundo cotidiano fuera de la música? ¿Vas al cine, mirás televisión, hacés deportes? -Todo, poco. En la medida justa. A mí me gusta más el teatro que el cine. Con respecto al deporte, trato de cuidarme las manos.

-¿Viajás solo o acompañado? -Suelo viajar con mis padres o con mi novia.

-En esas largas horas de viaje, ¿llevás música para escuchar?

-Hay música para todos los momentos de la vida. También elijo no escuchar nada. Como soy compositor, hago muchos apuntes permanente­mente de distintas estructura­s que quiero ir trabajando. Muchas de mis piezas surgen en esos momentos en que no estoy con el piano. -Ahora hubo una reunión cumbre en Buenos Aires con la presencia de Martha Argerich, Daniel Barenboim y Zubin Mehta. ¿Fuiste a escucharlo­s? -Bueno, los escucho siempre. Estuve con muchas actividade­s, así que no tuve la oportunida­d de ir.

-Si hoy viniera el pequeño Horacio que empezó hace muchos años en esta carrera y te pidiera consejos, ¿qué le dirías?

-Que siempre siga su camino. ■

Con el público argentino hay una conexión notable, especialme­nte con Piazzolla. Y si voy al interior, y toco alguna pieza de folclore, es igualmente notable.”

¿Qué disfruto fuera de la música? Todo, poco. A mí me gusta más el teatro que el cine. Con respecto al deporte, trato de cuidarme las manos.”

 ?? ANDRES D’ELIA ?? Acá. Horacio Lavandera, en el barrio de Devoto, donde vive seis meses al año. Los otros seis lo hace en Europa. Tiene 35 años y una enorme carrera.
ANDRES D’ELIA Acá. Horacio Lavandera, en el barrio de Devoto, donde vive seis meses al año. Los otros seis lo hace en Europa. Tiene 35 años y una enorme carrera.

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