Rusia admite una fuga radioactiva por el estallido de un misil
Fue el jueves en una base del Mar Artico. Moscú ordenó una evacuación de la zona y luego la anuló. La radiación superó 20 veces el nivel normal, dijeron expertos.
Ocurrió cerca de Severodvinsk, junto al Mar Ártico, donde se halla una base secreta de pruebas nucleares. El aumento de la radiación fue 20 veces superior a los niveles normales. Atribuyen el accidente al estallido de un misil de propulsión nuclear que experimentaba Moscú.
Una serie de órdenes y contraórdenes de las autoridades rusas sobre la evacuación del distrito Nyonoksa, la región ártica de Severodvinsk donde el último jueves se produjo la explosión de un misil a propulsión nuclear, hizo crecer la incertidumbre y los temores sobre la fallida prueba bélica. El Kremlin se refirió ayer por primera vez al incidente, calificándolo de “tragedia”, mientras un organismo estatal admitió que hubo una fuga de radioactividad tras el estallido.
“Desafortunadamente los accidentes ocurren. Estas son tragedias. Es importante recordar a los héroes, que pierden la vida debido a estos incidentes”, dijo el vocero del presidente Vladimir Putin, Dmitri Peskov.
Sobre los rumores de riesgos para la población local por la fuga de radioactividad, Peskov respondió: “Solo puedo asegurar que en tal situación todas las agencias competentes hacen todo lo posible para garantizar la plena seguridad de los ciudadanos de la Federación de Rusia”.
El estallido ocurrió el jueves pasado en la base de prueba de Nyonoksa, donde a pocos kilómetros hay un poblado con 500 personas. El lunes por la noche las autoridades ordenaron evacuar la zona temporalmente, alegando actividades no especificadas en el perímetro. Inclusive habían programado un tren especial para sacar a los residentes.
Este martes, sorpresivamente, el Ejército ruso canceló la medida sin dar explicaciones, según anunció Ksenia Yudina, vocera del gobierno regional de Severodvinsk.
Estas idas y vueltas provocaron mayor confusión y alarma entre los residentes de la región, que el pasado fin de semana habían adquirido el stock que las farmacias tenían de yodo, un producto que se utiliza para limitar los daños por la exposición a la radiación.
El nivel de radiactividad tras la explosión excedió en más de 16 veces el habitual, según reconoció ayer Rosguidromet, la agencia rusa de meteorología. En un comunicado, el organismo intentó minimizar el hecho señalando que ese grado de radioactividad no implica ningún peligro para la salud. Pero el temor ya se había extendido. Otros organismos internacionales y expertos dijeron que el alza de los niveles de radiación fue 20 veces superior a lo normal.
A las 12 del 8 de agosto pasado, inmediatamente después de la explosión, “seis de los ocho sensores de Severodvinsk registraron que los niveles de radiación eran entre cuatro y dieciséis veces superiores a lo habitual”, apuntó Rosguidromet. En particular, uno de los sensores registró una tasa de radioactividad de 1,78 microsieverts/hora, cuando el límite reglamentario en Rusia es de 0,6.
Rosguidromet precisó que estos niveles de radiactividad se redujeron rápidamente, y por la tarde volvieron a la normalidad. La ciudad de Severodvinsk está ubicada a unos 30 km de la base de prueba secretas de Nionoska, donde ocurrió la explosión.
Cinco empleados de la agencia nuclear rusa Rosatom y dos militares murieron a causa del estallido. Ayer fueron enterrados en una ceremonia en la cual se los definió como “héroes”. Según la compañía, los técnicos se encontraban trabajando en pruebas de “nuevas armas”, brindando asistencia de ingeniería sobre la “fuente de energía nuclear” de un motor-cohete para misiles.
El accidente tuvo lugar en una plataforma marítima, cuando estalló el propulsor a energía nuclear de un nuevo misil. Las autoridades rusas no detallaron el tipo de proyectil que estaban ensayando, pero expertos occidentales consideraron que se trataba del poderoso 9M730 “Burevestnik”, cuyo motor atómico le da un alcance ilimitado. Además cuenta con una tecnología que le permite volar a una altitud que elude los radares.
Este moderno misil es motivo de controversia, ya que tanto Rusia como Estados Unidos los vienen desarrollando hace un tiempo en forma secreta, contradiciendo el tratado para la eliminación de misiles nucleares de medio y corto alcance “INF”. A principios de este mes ambos abandonaron el acuerdo.
Ayer, el presidente de EE.UU., Donald Trump, se jactó de que el Pentágono cuenta con “una tecnología similar” al Burevestnik, “pero más avanzada”.
Desde Rusia, el director de Rosatom, Alexei Likhachev, confirmó que continuarán con los experimentos en tributo a los fallecidos. ■