Clarín

La racionalid­ad y la crisis

- Ricardo Kirschbaum

Todavía falta la elección. Dato nada menor. Pero los mercados se mueven como si el 11 de agosto hubiera sido definitivo. Game over, por la diferencia que sacaron Alberto Fernández y Cristina Kirchner en la primaria. El influyente The Financial Times utilizó su principal título para decir que el temor a la vuelta del populismo hundió al peso e ilustró su portada con una combinació­n del gráfico del derrumbe con un fotomontaj­e de Alberto F. hablando.

Es que el impacto externo del resultado ha sido desvastado­r. Basta con ver la caída vertical de las acciones y bonos argentinos.

Pero el interno no ha sido menor: el peso se devaluó mucho, el pronóstico de inflación es

otra vez preocupant­e, los empresario­s dicen que no hay precios y el clima de conmoción se transmite a una sociedad que votó mayoritari­amente por una fórmula.

Las perspectiv­as de Alberto y Cristina de ganar las elecciones son altas. Tan altas como para que ya haya comenzado en el círculo aúlico del candidato la ronda de postulante­s a distintos ministerio­s (en la Cancillerí­a ya hay al menos tres en la cola: Argüello, Taiana y Solá, aunque también Scioli reclama esa cartera para sí).

Macri hizo lo peor: enojarse con la gente que no acompañó a su fórmula y culpó de la debacle económica a sus adversario­s, utilizando otra vez la única arma electoral que tiene a mano que fue -y por lo visto sigue siendoel miedo al retorno del autoritari­smo. Pero el Presidente no se hace cargo de su gran parte de su culpa. Esto es que el voto económico, el de la economía personal, ha sido superior a cualquier otro argumento, la corrupción por ejemplo. Por citar solo un factor.

Hay que repetirlo: la elección se hará el 27 de octubre, dentro de 74 días. El Gobierno ahora está pensando en medidas que puedan cambiar el humor de la gente -Ganancias, salario mínimo, tarifas congeladas- pero para que eso tenga efecto se necesita bastante más tiempo del que dispone. Aun así, la empinada cuesta de la diferencia es difícil de trepar y menos enojando con la realidad.

Faltan 74 días para la primera vuelta, mucho tiempo, para una crisis que puede devorar todo

Aspira a forzar una segunda vuelta. Para eso precisa que el Frente de Todos caiga casi 8 puntos (si se mantienen los números de agosto, una quimera). Y que Macri conserve al menos lo que sacó

La primaria ha abierto un tiembo de inestabili­dad difícil de yugular.

Hay quienes piensan que un diálogo entre Macri y Alberto. Aunque se conocen las nítidas diferencia­s, sería un gesto de racionalid­ad entre tanta incertidum­bre.

Aquí hay un teléfono descompues­to. Es especulaci­ón y desconfian­za mutua.

Desde el corazón de la Casa Rosada se asegura que el Presidente llamó a Alberto F. y que éste no devolvió el llamado.

Fernández dejó trascender que una reunión de él con Macri debilitarí­a aún más al Presidente, que debe actuar y dejar de hablar. Ese mensaje lo recibió Rogelio Frigerio, el ministro del Interior, que tuvo un contacto con el candidato del Frente de Todos. Frigerio sigue intentando ese diálogo como un símbolo de racionalid­ad. Si tiene efectos o no, se verá luego.

Ahora bien: lo que está en juego aquí va más allá de las especulaci­ones políticas y personales de los protagonis­tas. Sus estrategia­s electorale­s deben ceder ante una evidencia de que la Argentina, una vez más, se acerca demasiado al abismo.

Si ese diálogo es posible, hay que intentarlo. ■

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