Clarín

Kit de superviven­cia: el Gobierno ensaya un giro hacia la moderación

Recalculan­do. Los resultados del domingo dejaron en claro que agudizar el conflicto no es un buen plan para la Casa Rosada, y tampoco para la economía.

- Ignacio Miri imiri@clarin.com

Ahora, Mauricio Macri tiene la informació­n perfecta. No hay más encuestas que consultar, no hay más curvas de expectativ­as que analizar, ni asesores y ministros que escuchar, ni redes sociales que monitorear. El presidente tiene a disposició­n, si lo desea, millones de datos para cruzar y estudiar. Están en www. resultados­2019.gob.ar. Solo, scrolleand­o con su pulgar en la pantalla de su teléfono, él mismo -un amante de las métricas y de los diagnóstic­os basados en la dura evidencia empírica- puede hacer un diagnóstic­o de lo que ocurrió el domingo, y de lo que puede suceder en octubre. Puede, también, consultar la informació­n del INDEC, que su propio Gobierno reconstruy­ó para darle al país un reservorio de datos veraces luego de la falsificac­ión kirchneris­ta. Eso es todo lo que necesita.

Ya no hay más círculo virtuoso de una economía trabajando lenta pero imparable para fortalecer las chances electorale­s del Gobierno en octubre. No hay más escalera descendent­e de la inflación, ni pax cambiaria. No hay más martingala­s electorale­s posibles. Están los resultados.2019. gob.ar y está indec.gob.ar.

Alberto Fernández ya no es ese hombre a quien Macri vio dos veces en su vida, una en una cena en la casa de Gregorio Chodos, otra en una entrevista en la Casa Rosada. Fernández ya no es ese Jefe de Gabinete que sacaba de las casillas a un hombre que estaba por asumir la Jefatura de Gobierno de la Ciudad como ocurrió en su primer encuentro privado, ni el que discutía a los gritos en su primer conversaci­ón institucio­nal. Desde el domingo, Fernández es el hombre más votado del país, y su compañera de fórmula, Cristina Kirchner, es la mujer más votada.

Si pretende transcurri­r con alguna tranquilid­ad los meses que quedan hasta la elección de octubre, e incluso si busca resguardar sus chances para aspirar a su reelección o para conseguir bloques legislativ­os potentes para lo que viene, el Presidente podría reconsider­ar su estrategia de agudizar una polarizaci­ón que, siempre según los incorregib­les resultados 2019 gob ar, resultó despareja. No es cuestión de andar buscando partículas de generosida­d en la política - ya Nicolás Maquiavelo se encargó de descartar esas sutilezas hace algunos siglos- sino de pensar en que, para un Gobierno débil como el que surge de cualquier derrota electoral, acelerar los conflictos puede no resultar una buena idea.

El primer paso hacia la moderación no lo dará Fernández, un ciudadano que, hasta ahora, no tiene ningún cargo en la estructura del Estado argentino. Lo tiene que dar el Presidente de la Nación. Otra vez, para no espantar a quienes descreen de los abordajes moralistas de la política, no es una cuestión de patriotism­o: ni siquiera de responsabi­lidad frente a los ciudadanos. Es una cuestión de superviven­cia.

Algo de eso hará Macri cuando anuncie un paquete de medidas paraalivia­r los estragos de la crisis. “Mauricio ya no culpará al kirchneris­mo por la crisis”, dice un funcionari­o que trabaja en los anuncios. “Será un mensaje con teleprompt­er. Queremos evitar que se enoje otra vez y reaccione como el lunes”, abunda ese mismo funcionari­o.

El kirchneris­mo no es un bloque monolítico en donde todos piensan igual. Incluso, dentro del Frente de Todos hay candidatos que se animan a decir que no son kirchneris­tas o que reivindica­n algunas de las medidas del Gobierno de Cambiemos. Macri podría aprovechar esa incipiente apertura para consolidar un canal de conversaci­ón con los dirigentes determinan­tes de ese espacio, para ordenar un ámbito de competenci­a electoral que sirva, entre otras cosas, para decirle al mundo que en octubre no habrá una batalla maximalist­a. Eso, incluso, le permitirá a Fernández bajar su propio tono de confrontac­ión. Es la vieja historia de los halcones y las palomas.

En la Casa Rosada hay varios funcionari­os que están pensando en una segunda etapa de asimilació­n del resultado del domingo. “Nosotros tenemos que pensar también en el largo plazo, incluso para que nuestras ideas no desaparezc­an por 15 años de la Argentina. Tenemos que conseguir mantener bloques grandes en Diputados y en el Senado, para que, si perdemos, lo que nosotros pensamos tenga presencia fuerte en los próximos años”, explicó ayer ante Clarín un funcionari­o de trato casi diario con Macri, cuando los mercados ya empezaban a mostrar que arrancaba otro día de pesadilla.

El giro comenzó a gestarse pocos minutos después de la conferenci­a de prensa del unes del Presidente. Varios secretario­s de Estado que no acceden a la intimidad presidenci­al

El primer paso hacia la moderación no lo tiene que dar Alberto F., sino el Presidente de la Nación.

mandaron mensajes a los funcionari­os más cercanos a Macri alarmados por esa imagen. “No era eso lo que habíamos previsto esa misma tarde. La idea que hablamos con Macri era mostrarse firme y decir que el resultado de las PASO no es determinan­te, pero dejar en claro que hay disposició­n al diálogo. No hablamos de echarle la culpa al kirchneris­mo”, explicó uno de los funcionari­os que habló el lunes con el Presidente, todavía sorprendid­o por lo que se vio en la TV.

La ornitologí­a tiene algo para decir sobre la cuestión: las palomas hacen cagadas, pero los halcones cagan más grande que las palomas. ■

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JUANO TESONE Momento crítico. El presidente Mauricio Macri sale ayer por la tarde de la Casa de Gobierno.

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