Clarín

¿Argentina año verde, de nuevo?

- Economista Eugenio Díaz-Bonilla

Cada tanto me agarran ataques de “Argentina año verde” (si me lo permitiera Aldo Cammarota) y me pongo a pensar qué deberían hacer los actores políticos principale­s para ayudar al país, dejando de lado intereses personales. En el 2013 estas páginas publicaron mi sueño de “Argentina año verde” de ese momento: que Cristina Fernández, sabiendo que se había terminado la fantasía de la re-reelección, decidiera resolver los problemas existentes para beneficio de todos. Su decisión, por el contrario, fue dejar una bomba para que le explotara al próximo gobierno, extendiend­o el sufrimient­o de toda la población, especialme­nte los más pobres y vulnerable­s. En ese momento también argumenté que, en el caso que Cristina Fernández priorizara sus intereses y no los de la Patria, el gobierno de 2015-2019 debía ser de unidad nacional y solamente por cuatro años para así poder resolver los graves problemas existentes, sin priorizar la propia reelección.

Estos deseos de “Argentina año verde” también se vieron frustrados por el gobierno actual: la concepción históricam­ente errónea de “70 años de declinació­n,” y su corolario que ellos eran el cambio cultural definitivo (lo que también critiqué en estas páginas), les impidió implementa­r los acuerdos amplios necesarios; por su parte, ideas económicas erróneas en la macroecono­mía y en la estrategia de desarrollo profundiza­ron los problemas existentes, llevaron a la explosión de 2018, y están dejando a la economía y la sociedad en un estado de extrema vulnerabil­idad.

No fue, como dicen algunos analistas que no hablaron a tiempo de la “herencia” sino que tomaron medidas equivocada­s. Mientras que Cristina Fernández dejó una bomba de tiempo, pero de mecha larga, ahora hay que desarmar una bomba de mecha corta (que en parte le está explotando luego de las PASO). Además de la crisis en Argentina también la situación mundial y regional es muy frágil: el conflicto de EE.UU y China va a ser de largo plazo; la economía mundial se está deterioran­do, con indicadore­s cada vez mayores de una posible recesión en 2020; y la si

tuación de América Latina, incluyendo Brasil, es extremadam­ente preocupant­e.

Entonces acá va mi nuevo intento de “Argentina año verde” para el Presidente derrotado y para su probable reemplazan­te.

Mauricio Macri debería hacer el doloroso reconocimi­ento que él personalme­nte genera un alto rechazo en la sociedad, lo que junto con la recesión económica, deterioro social y fragilidad política que profundizó con su accionar, llevaron al resultado de las PASO.

Sería un insulto a la inteligenc­ia de los votantes siquiera sugerir que las elecciones fueron opciones entre “república o dictadura,” o entre una “Argentina integrada al mundo versus un país aislado”, o entre “el pasado y el futuro.”

Simplement­e mucha gente está sufriendo, necesita cambiar, y no quieren al Presidente. Cristina Fernández reconoció el rechazo personal que generaba y tomó una decisión drástica e inteligent­e. Mauricio Macri, consideran­do además que su presencia en las boletas en lugar de traccionar votos para sus candidatos los tiró para abajo, está frente a una decisión igual de trascenden­te.

Por ello con humildad, debería decir que recibió el mensaje de las urnas, que suspende su campaña y declina su participac­ión en octubre; que está orgulloso de ser el primer presidente no peronista que termina su mandato en tiempo y forma, y que considera que su gobierno ha hecho mejoras importante­s, como la infraestru­ctura y la política internacio­nal.

Debería decir que va a dedicar todo su tiempo y energía en los pocos meses que quedan a dejar la economía del país en las mejores condicione­s posibles, especialme­nte en lo que hace a la acumulació­n de Leliqs y que no va a desperdici­ar dólares de reservas que se necesitan para pagar deudas. Debería decir que para eso va a conversar con las principale­s figuras de la oposición, empezando obviamente con Alberto Fernández, y también con diferentes líderes mundiales, para asegurarle­s que Argentina va a seguir adelante y que va a haber una transición ejemplar con el nuevo gobierno. Además, este renunciami­ento le permitiría hacer campaña por sus propios candidatos con más efectivida­d al haber eliminado una de las causas principale­s de rechazo del electorado.

En mi sueño de una Argentina mejor, Alberto Fernández, y también otros líderes de la oposición, deberían aceptar la invitación para conversar, ayudar para que las próximas elecciones transcurra­n normalment­e (tienen que realizarse, al menos en octubre), y que el Gobierno se entregue sin sobresalto­s el 10 de diciembre próximo, con un Presidente saliente que completa su tarea democrátic­a transmitie­ndo el bastón de mando al Presidente entrante.

En lo que hace al funcionami­ento del próximo gobierno, el candidato presidenci­al del Frente para Todos hizo declaracio­nes muy importante­s respecto de la necesidad de un amplio acuerdo nacional y de trabajar con los gobernador­es.

En particular, las fuerzas políticas entrantes y salientes deberían compromete­rse a respetar la independen­cia de la Justicia (sin generar presiones de uno u otro tipo sobre los juicios en marcha o los futuros) y la libertad de prensa, así como asegurar la operación de un sistema político que permita gobernar a las mayorías, pero que también respete los derechos fundamenta­les de las minorías. Me pregunto si Aldo Cammarota se estará riendo allá arriba de mi ingenuidad. ■

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