Clarín

Una ciudad con wifi, pero sin baño público

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“Baños sólo para clientes”. Es claro el cartel pegado en la puerta, justo al lado de la calcomanía de una tarjeta de crédito. Entramos igual, conocemos el camino, pero por habitual delicadeza, hacemos la pregunta de rigor: “Buenas tardes, ¿se puede pasar al baño?” Generalmen­te, la respuesta es sí. Esta es la excepción. La chica que atiende la caja aclara, sin mirar a los ojos, que el baño es “exclusivo” para clientes. Lo que ella no sabe es que tenemos una coartada infalible para arbitrarie­dades por el estilo. Claro, somos gente que, cada tanto, necesita hacer sus necesidade­s. Es rara esta ciudad: tiene wifi gratis, pero le faltan inodoros públicos.

¡Menos bicisendas y más mingitorio­s, señor Larreta! Por eso, en nombre de todes, aprovecham­os este espacio en contratapa para saludar con cariño, respeto y admiración la existencia de los Mc Donalds. Baños que no discrimina­n y deberían también ser mantenidos con los impuestos de los contribuye­ntes. Pero la chica cumple órdenes explicando que “el toilette es exclusivo para clientes”. Ahí nos plantamos con un argumento: “Soy cliente, señorita. Me encantan las medialunas de este lugar. Y el café, exquisito”. La empleada, obvio, no se la ve venir. No sabe que hemos estado practicand­o toda la vida para este momento. “¿Usted ahora está consumiend­o?”, quiere saber de un modo muy respetuoso. Ayer consumí, miento. Y soy cliente y lo seguiré siendo al margen de lo que pase con su decisión. Yo adoro esta franquicia. La chica, finalmente, me dejó. Subí las escaleras, entré al de Caballeros y cuando bajé, me pidió “mil disculpas”. Ahora ya saben. ■

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