Clarín

La derrota como punto de partida

- Marcelo Helfgot mhelfgot@clarin.com

Resilienci­a: capacidad de los seres humanos para superar circunstan­cias traumática­s. A la dirigencia macrista bien le convendría retener el signficado de esta palabra de uso habitual en psicología y que sus aliados conocen a la perfección.

La UCR se cansó de morder el polvo de la derrota, tocó el piso del 2% con Leopoldo Moreau, y acaba de cumplir 128 años con espíritu de seguir dando batalla. Elisa Carrió mantiene en pie a una coalición unipersona­l pese al decepciona­nte 1,8% de 2011, al que suele referirse con sutil sarcasmo. Hasta el peronismo asimiló la pérdida de su rótulo virginal de imbatibili­dad en 1983, para reciclarse con una potencia que resulta poco menos que arrollador­a.

Para muchos de los integrante­s del PRO, el sonoro traspié del domingo suena a fatalidad. Algo así como el fin del mundo. No sólo como un anticipo de la despedida del poder, sino de la eyección del universo político. Pero hay un remedio para quienes -con alguna razón- temen volver a fungir como mera fuerza vecinalist­a. Anclada en la Reina del Plata.

El origen de la agrupación fundada en torno a Mauricio Macri tiene cierta similitud con el del PJ. Se forjó en el poder. La caída iniciática del 2003, en balotaje con Aníbal Ibarra, es una medalla heroica en la solapa del entonces joven empresario. De allí no perdió una sola elección definitori­a. En Capital y en Nación. La de octubre podría ser la primera.

Puede derivar en el punto de llegada de otra corta historia de terceras fuerzas que irrumpiero­n en un tablero bipartidar­io, aún con mayor éxito que el Frepaso, el PI o la Ucedé. También podría resultar un punto de partida. El de la verdadera construcci­ón de un partido nacional, algo que Macri no hizo hasta ahora desde el sillón de Rivadavia. Sería la garantía de perdurabil­idad: al macrismo le vendrá bien aprender las lecciones del traspié del domingo y gestar nuevos liderazgos globales ( teléfono para Larreta y Vidal).

Podría decirse que, en democracia, un partido no se recibe como tal cuando transita alfombras rojas, sino cuando se prepara desde el llano para treparlas. El PJ era movimienti­sta hasta que los renovadore­s de los 80 lo democratiz­aron. ¿Será casualidad que Miguel Pichetto hiciera la arenga más motivadora al equipo M tras el sopapo en la primaria?. ■

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