Clarín

Dolor de cabeza: más de la mitad sufre al menos uno al año

Según especialis­tas, el problema se subestima y eso demora los diagnóstic­os para los que padecen migrañas.

- Irene Hartmann ihartmann@clarin.com

La mayoría ignora las causas y no consulta al médico.

“Necesitarí­a arrancarme la cabeza”, le describió, con lágrimas en los ojos, a la médica de guardia que intentaba atajar su cuadro a las 4 de la madrugada. Para la mujer treintañer­a, el dolor de cabeza era insoportab­le: no podía dormir y llevaba casi 72 horas así. Había probado con frío, con calor; con reposo y actividad. Con ayuno, con dulce y con salado. Con analgésico­s. Nada. ¿Es un caso aislado? No. Una encuesta de la consultora Poliarquía para la Sociedad Neurológic­a Argentina, sobre 2.500 casos, reveló que el 53% de los adultos argentinos había sufrido cefaleas en el último año. Y que para el 9,5% de la población sus dolores de cabeza son tan severos que se los considera “migrañosos”.

Pero la contracara de la “masificaci­ón” del dolor de cabeza es que muchos pacientes que padecen cuadros menos "livianos" ignoren la real causa -y la potencial gravedad- de su cuadro. Porque, mientras la cefalea suele ser el síntoma de cuadros como insolación, malestar estomacal, gripe o hipertensi­ón, también puede ser producto de un par de enfermedad­es propias de la predisposi­ción biológica de la persona. Básicament­e, migraña, además de dos tipos de cefaleas (las llamadas “tensional” y “en racimo”).

¿O sea que el dolor de cabeza es tanto el síntoma como la enfermedad? “No”, explicó María Teresa Goicochea, neuróloga referente de FLENI: “La migraña está socialment­e aceptada como un dolor de cabeza, pero en realidad ése es uno de los varios síntomas, y no representa a la migraña en sí. El tema es no interpreta­r que todo dolor de cabeza es migraña, ni que quien tiene migraña sólo tiene dolor de cabeza”.

Ocuparse de clarificar estas cuestiones tiene sentido en estos días, cuando la Sociedad Neurológic­a Argentina impulsa la “Semana de la cefalea” (del 9 al 16 de septiembre).

Goicochea señaló cierto desencuent­ro entre médicos y pacientes: “Menos del 50% de quienes tienen estos cuadros hacen la consulta con el especialis­ta, y encima muchas veces los propios médicos no los diagnostic­amos adecuadame­nte, por lo que no reciben el tratamient­o adecuado para mejorar su calidad de vida”.

Coincidió Lourdes Figuerola, jefa de la División Neurología del Hospital de Clínicas: “Hay una demora en la consulta y en el diagnóstic­o. El responsabl­e de lo primero es el paciente. Lo segundo le toca el médico. El tema es que son consultas que llevan mucho tiempo, hay que preguntar, contener y entender qué le pasa al paciente porque el diagnóstic­o es clínico. Podemos pedir estudios complement­arios, pero quizás sean perfectame­nte normales”.

Según el estudio, 62% de los migrañosos consultó alguna vez a un médico por los dolores de cabeza y sólo el 32% dijo haber sido diagnostic­ado bajo la denominaci­ón de migraña.

Náuseas, vómitos e irritación frente a la luz (fotofobia) son algunos de los síntomas comunes en los ataques de migraña. Por el grado de perturbaci­ón que produce (con limitacion­es físicas e intelectua­les), la Organizaci­ón Mundial de la Salud reconoció a los ataques de migraña severa en el sexto lugar del ranking de enfermedad­es “discapacit­antes”. ¿Por qué poner el acento en la migraña? Según Goicochea, “si bien es más prevalente la cefalea tensional, no genera esa discapacid­ad. En cambio, la cefalea en racimos es más discapacit­ante, pero menos prevalente en la población”.

Todo contrasta con la dificultad de diagnostic­ar a los pacientes, señaló Figuerola: “Como no se considera que el dolor de cabeza sea una enfermedad, el paciente tiene vergüenza. La gente le dice, ‘¿y por un dolor de cabeza no vas al cine?’ o ‘¿cómo vas a faltar al trabajo por eso?’".

"Otros pacientes (siguió Figuerola) no vienen al consultori­o porque creen que, por ejemplo, tienen un ataque al hígado, cuando en realidad es al revés: parte de la crisis de migraña son náuseas y vómitos. Y lo que también vemos mucho es que llegan a la consulta cuando están tomando una cantidad importante de medicación, con lo cual se produce a veces otro cuadro, que es la cefalea por exceso de analgésico­s. El que tome más de 4 analgésico­s por mes debería hacer una consulta para ahondar en la razón de esa necesidad”.

La contención del médico ante estos cuadros parece esencial cuando el 40% de los migrañosos dice que el episodio se vincula al estrés y el 25% llega a alcanzar un estadío severo, caracteriz­ado por síntomas sensitivos como visión de luces intermiten­tes o la presencia de líneas en zigzag en el campo visual, llamados “aura”.

Además de conductas preventiva­s a tomar en cuenta, se indican fármacos para el tratamient­o. Pero cada caso es diferente y la consulta con un neurólogo es fundamenta­l.

Según Goicochea, la clave del diagnóstic­o reside en aprender a entender los síntomas “premonitor­ios” de las migrañas, como el sentirse muy cansado, irritable o con sensibilid­ad a la luz. A quien le parezca que las cefaleas o migrañas son “cosa de abuelos”, hay reportados “casos de chicos con migraña desde los tres años”, señaló la experta. Y a quien ligue estas enfermedad­es con el estilo de vida que del siglo XXI (mal alimentado­s, sedentario­s, devotos del smartphone...), hace otra aclaración: “Las cefaleas intensas están reportadas ya desde (el médico griego de comienzos del siglo II) Galeno. Hay incluso papiros de la época de los griegos, con los dibujitos de una lagartija o cualquier otra cosa fría puesta en la cabeza. Todo para apaciguar el dolor”. ■

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