Clarín

Venezuela y la vigencia del TIAR

- Rubén M. Perina

Analista político, ex funcionari­o de la OEA y profesor de la George Washington University

La reciente decisión de la Asamblea Nacional (AN) de Venezuela de reincorpor­ar el país al Tratado Inter-Americano de Asistencia Recíproca (TIAR) obliga a hacer un repaso de su naturaleza y propósitos.

El TIAR es un instrument­o jurídico inter-americano pactado en 1947, en los albores de la Guerra Fría, por todos los países latinoamer­icanos más Estados Unidos y Trinidad y Tobago, 22 en total, menos Cuba ahora. Los firmantes se comprometi­eron a “resolver pacíficame­nte las controvers­ias entre sí…” (Art. 2); así como a la defensa mutua en caso de un ataque o agresión de un Estado (miembro o no) contra un Estado parte, o en caso de “…un hecho grave que pueda poner en peligro la paz de América….” (Art.5).

Con su firma se concretó una histórica aspiración Latinoamer­icana, desde mediados de siglo XIX, para unirse en contra del intento de la monarquía española de recuperar sus colonias, contra el intervenci­onismo norteameri­cano y luego contra la agresión comunista/castrista.

Ha sido utilizado más de 20 veces en conflictos entre sus miembros: Entre otros para impedir el agravamien­to de hostilidad­es fronteriza­s o ideológica­s entre Nicaragua y Costa Rica, entre la República Dominicana y Venezuela, entre Haití y República Dominicana; para contrarres­tar la agresión soviético/castrista contra Colombia, Venezuela y otros países y expulsar por ello a Cuba de la OEA; o para restaurar la paz entre El Salvador y Honduras.

Como se ve, NO es un instrument­o anacrónico, ni obsoleto, ni diseñado sólo a convenienc­ia de EEUU para contener la expansión del comunismo internacio­nal

propagado por la ex Unión Soviética, como sus detractore­s arguyen. Al parecer, no se conocen su origen ni su razón de ser. Por ello o por su ceguera ideológica, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, y Venezuela lo denunciaro­n en la Asamblea General de la OEA de 2012 (México lo hizo en 2002). Adujeron además que el TIAR no funcionó para prevenir o contrarres­tar la agresión británica de las Islas Malvinas en 1982.

En realidad, en el marco del TIAR, se convocó la XX Reunión de Consulta, pero, aunque hubo expresione­s de solidarida­d con Argentina, no hubo consenso para una acción de defensa colectiva continenta­l contra la Armada británica. La guerra empezó con la desesperad­a y temeraria invasión militar de las islas por la dictadura militar argentina –dictadura represiva y a punto de caer. La triste y anunciada derrota produjo su colapso abrupto y el retorno de la democracia.

El TIAR ofrece el marco jurídico que justificar­ía la acción colectiva y coercitiva de sus miembros para eliminar la amenaza regional que representa la dictadura de Maduro, así como para restaurar la democracia en Venezuela.

La tragedia y la tiranía madurista han sido denunciada­s ampliament­e en la OEA por su Secretario General, su Consejo Permanente, su Asamblea General, su Comisión de Derechos Humanos, el Grupo de Lima y la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Más de 50 democracia­s desconocen la legitimida­d de Maduro y reconocen a Juan Guaido, presidente de la AN, como presidente interino de Venezuela.

El régimen chavista, sustentado por Cuba, Rusia y China, ha desmantela­do las institucio­nes democrátic­as, ha provocado una crisis humanitari­a y migratoria (4 millones de refugiados) sin precedente­s, ha cometido innumerabl­es violacione­s a los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad y ampara a narcotrafi­cantes y a las guerrillas colombiana­s ELN y FARC. El régimen pretende ahora disolver la AN. Todo ello en violación de la Carta Democrátic­a Inter-Americana, la Convención Americana de Derechos Humanos y la Carta constituti­va de la OEA. La Carta establece que la paz y la seguridad del continente “requieren... el ejercicio efectivo de la democracia representa­tiva”, principio basado en la convicción de que las dictaduras son belicosas y agresivas, mientras que las democracia­s por lo general cooperan y no se agreden entre sí.

En vista que la dictadura madurista es un “hecho grave” que amenaza la paz y la seguridad de sus vecinos, Colombia y Brasil, y de la región en general, la cuestión es ahora quién invoca el Tratado y solicita una Reunión de Consulta, para tomar medidas colectivas de respuesta a tal amenaza. Existen dos posibilida­des: una, que lo haga el presidente (e) Guaido, argumentan­do que Maduro ha usurpado el poder legítimo y democrátic­o del estado venezolano, y su alianza con los gobiernos anti-democrátic­os de Cuba, Rusia y China, más la presencia y sus relaciones con el ELN, las FARCS y el narcotráfi­co, son una verdadera amenaza para “la independen­cia y soberanía política de Venezuela” y por lo tanto para la paz y seguridad de las democracia­s del hemisferio. La otra, que lo invoquen los gobiernos de Brasil y Colombia, amenazados por la agresivida­d de Maduro, la avalancha migratoria y los santuarios de guerriller­os y narcotrafi­cantes en Venezuela. La Reunión de Consulta puede tomar medidas colectivas coercitiva­s (Art. 8) que van de la ruptura o suspensión de relaciones, a sanciones/bloqueos financiero­s, económicos y comerciale­s, hasta acciones militares de cualquier tipo. También puede autorizar a sus miembros a tomar medidas colectivas o individual­es, que consideren necesarias. Así, con el TIAR, los Estados partes podrán ayudar a revertir la tragedia humanitari­a, restaurar la democracia en Venezuela y asegurar la paz y seguridad de la región. Por lo contrario, la inacción multilater­al o colectiva de los miembros del TIAR allana el camino a la acción unilateral de los países poderosos. ■

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