Prepagas y clínicas, en “terapia intensiva”
El XXII Congreso Argentino de Salud, realizado ayer en Rosario, tuvo clima de catarsis. Lo resumió, con humor, el director general de OSDE, Luis Fontana: “Nos vamos a suicidar en masa”. El auditorio le devolvió una sonrisa de las que no abundaron. El encuentro buscó visibilizar la situación del sector privado de la salud que, a través del financiamiento o de las distintas prestaciones, alcanza al 70 % del país y emplea a 1,5 millón de personas.
Trataron los efectos de las subas de costos, carga impositiva y población dentro del sistema que no aporta y la mayor expectativa de vida. “Hay 6 trabajadores por cada pasivo. En 2100 se calcula que va a ser 2 a 1”, resumió Hugo Magonza, presidente de la Asociación Civil de Actividades Médicas Integradas (ACAMI), organizadora del congreso.
Además se oyeron críticas a la situación que generó un combo de “inflación más devaluación”. Según la mirada de Jorge Cherro, presidente de la Asociación de Clínicas, Sanatorios y Hospitales Privados de la República Argentina (Adecra ) y vicepresidente de la Confederación Unión Argentina de Entidades de Salud (UAS): “El escenario post PASO nos dejó una situación incendiada, nos pegó el tiro de gracia”.
Desde 2011 la cobertura médica aumentó 840 %, de acuerdo con datos de Magonza. “La cuota para empatar el costo de vida de 2018 tendría que aumentar el 50 %. Nadie lo va a aprobar y no hay nadie que lo pague”, dijo. Y pidió medidas para trabajar en la “contención de costos, reducción de impuestos y protocolizar el sistema de atención”.
“Mi principal preocupación es seguir dando prestaciones”, admitió Sergio Cassinotti, director del PAMI.
“Un tratamiento de cáncer diseminado está entre 300 y 500 mil pesos. Es imposible que con los recursos que tenemos se puedan comprar, sin un tamiz de adecuada selección y priorización”, se quejó Roberto Villavicencio, director del Grupo Oroño. “El Estado tiene que asumir la compra centralizada de los medicamentos de alto costo”, sumó Fontana. ■