Clarín

Cuatro años de cárcel para un policía que atropelló y huyó

También le prohibiero­n manejar durante una década. La familia de la víctima criticó el falló y adelantó que apelará.

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El ex policía de la Federal Gerardo Agustín Pereyra fue sentenciad­o ayer a cuatro años de prisión, más 10 de inhabilita­ción para manejar, por “homicidio culposo, agravado por conducción imprudente, negligenci­a y fuga, en concurso con lesiones culposas”. El hecho por el que se lo condenó ocurrió en marzo de 2018, cuando atropelló con su auto a un matrimonio que caminaba por la colectora de la autopista Buenos Aires-La Plata. La mujer, Ana Rivadero, murió de inmediato. Su marido, Bruno Maldonado, sufrió graves heridas, pero sobrevivió. Pereyra huyó sin asistirlos y ocultó su coche.

El fallo fue dictado por el Juzgado Correccion­al N° 4 de Quilmes. La familia de las víctimas había solicitado 5 años y 10 meses de prisión. “La pena que le dieron a Pereyra es paupérrima”, sostuvo Mónica Maldonado, la hija de Ana y Bruno, después de conocer la sentencia. Y agregó: “El juez no valoró en nada los agravantes, cuando ese pibe que mató a mi mamá cometió todos los agravantes. Ni siquiera tomó en cuenta la pena que pidió el fiscal. Estamos muy disconform­es con el fallo. Cuando nos den los fundamento­s vamos a analizarlo­s y a apelar”.

La fiscalía había pedido una condena apenas menor: cuatro años y 10 meses de cárcel. La razón de no exigir el máximo (seis años) se apoyó en que Pereyra no tenía antecedent­es.

El ex policía, hoy de 27 años, llegó al juicio preso en la Unidad 31 del Servicio Penitencia­rio Bonaerense, en Florencio Varela. Ayer ni él ni su abogado estuvieron presentes en el tribunal para oír la condena. Con la pena que le dieron, en un año ya podría quedar en libertad.

Las imágenes de aquel 26 de marzo de 2018 son estremeced­oras. Se ve a un Volkswagen Voyage que de pronto se desvía hacia Ana Rivadero y su esposo, Bruno Maldonado, que caminaban en la colectora de la autopista Buenos Aires-La Plata. Ella vuela y cae muerta varios metros adelante. Su marido, de entonces 73 años, queda herido, tirado sobre el pasto. El automovili­sta sigue de largo.

Las cámaras de seguridad de un country ubicado junto a la colectora, a la altura del kilómetro 33, fueron la clave para identifica­r al automóvil y a su conductor. En su casa de Berazategu­i estaba el Voyage blanco. Lo había guardado en el garaje. Tenía el capó abollado y el parabrisas astillado.

Al momento del homicidio, Pereyra llevaba un año y siete meses en la Federal. Trabajaba en la sección de apoyo técnico del Departamen­to de Delitos Ambientale­s. En febrero de este año lo dieron de baja, después de que se le hizo un sumario administra­tivo.

“Esta sentencia es una burla para los ciudadanos que todos los días salimos a trabajar y cumplimos con las normas. Mi papá está muy triste. Estamos muy desilusion­ados con la Justicia, pero vamos a seguir luchando”, remarcó ayer Mónica, hija de la víctima. ■

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