Clarín

La revancha de Luca Vildoza, el suplente que apareció en el momento justo

En 2015 sufrió dos fracturas por estrés y pensó que no volvería a jugar en la Selección. No fue así.

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Si el destino de cada uno viene marcado, vaya que le ha jugado tretas a Luca Vildoza. Vaya si lo ha puesto a prueba. El actual ciclo del selecciona­do comenzó hace poquito más de cuatro años. El repaso por el plantel que consiguió la clasificac­ión a Rio de Janeiro 2016 no miente: hay ocho nombres que se repiten y el del marplatens­e no es uno de ellos. Si bien su nombre no está en esos libros, Sergio Hernández tenía bien claro quién era. Ayer lo descubrió buena parte del mundo.

“Creo que no caigo todavía -reconocía el base, todavía agitado, con la adrenalina a flor de piel-. Tendría que sacarme las lágrimas, la bronca, la ansiedad, los nervios que tenía... Estamos dejando a Argentina en lo más alto del mundo y creo que nadie se está dando cuenta de eso. Tenemos que festejar, pero también sin dudas tenemos que estar preparados para el domingo”. La sonrisa lo acompañaba donde fuera. Casi que no podía juntar los labios de tanta alegría expresada en su rostro.

En el análisis será igual de efusivo, aunque también aportará, rápidament­e, una cuota de sensatez basquetbol­ística: “Estamos en la final por los huevos que tenemos. Dejar a Francia en esta cantidad de puntos es increíble. Defendimos como perros de caza, con hambre y demostramo­s que estamos en la final por algo. Y vamos a venir con ganas de más".

Fue uno de los más requeridos de la zona mixta porque jugó “su” partido en este Mundial. Salvando las distancias, sin una incidencia tan determinan­te, fue una suerte de sostén como aquel Walter Herrmann de cuartos de final contra Grecia en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004.

Luca fue el dueño absoluto del tercer cuarto ante Francia, cuando los caminos se cerraron para buena parte de los argentinos, pero no para él. Con 8 puntos prácticame­nte consecutiv­os, más dos defensas determinan­tes (una terminó en robo de su parte), permitió que el equipo sostuviera una ventaja de 14 puntos, que a la postre serían determinan­tes.

“Me saqué toda la bronca. Entré con muchas ganas. Quizás me pasé de vueltas en los primeros minutos, pero acá estamos, disfrutand­o de pasar a una final del mundo”, expresó el hombre del Baskonia español, que totalizó 10 puntos, 4 rebotes y 3 asistencia­s en 15 minutos. Su gran momento le permitió a Argentina sostener la diferencia a favor y le dio aire fresco y renovado al equipo.

Para Vildoza, todo este proceso tiene sabor a revancha. Había jugado los Panamerica­nos de Toronto 2015 y se encaminaba a formar parte del Preolímpic­o de México del mismo año, pero dos fracturas por estrés (una en cada uno de sus pies) lo dejaron afuera de la preselecci­ón.

En la concentrac­ión del equipo en Bahía Blanca, le había contado a Clarín que creía que nunca se le iba a dar la chance de vestir la camiseta argentina. Un meteórico ascenso lo llevó de Quilmes de Mar del Plata a jugar la Euroliga. Su talento lo hizo posible. Ahora está a las puertas de la gloria en el Mundial. ■

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EFE Va al frente. Luca Vildoza encara hacia el aro en Beijing.

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