Clarín

Políticos escurridiz­os, reuniones en los living y el fuego que llega de Neuquén

Estrategia. El efecto de las denuncias de fraude en la militancia. Los nombres que Alberto tiene en la cabeza.

- Ignacio Zuleta Periodista. Consultor político

La era de los políticos no binarios y escurridiz­os

La campaña genera políticos no binarios, es decir que no se identifica­n con ninguno de los géneros convencion­ales del oficio -ni peronistas ni radicales ni otra cosa, o cualquiera de ellas. Esta condición les permite una apelación al lenguaje -materia primaria de la políticaen el grado cero de significac­ión y compromiso. Dicho con simpleza periodísti­ca, pueden decir cualquier cosa y después afirmar lo contrario. La devaluació­n de la expresión hace triviales las campañas y los debates. ¿Por qué habría uno que creerles a candidatos que reclamaron leyes de arrepentim­iento, o extinción de dominio, para encarcelar a quienes hoy comparten candidatur­as con ellos? ¿O a quienes se despidiero­n de gobiernos peronistas hace una década, pasaron a la oposición frontal, sostuviero­n reproches gravísimos como los referidos a la muerte del fiscal Nisman, y ahora comparten fórmula? Del otro lado, cómo creerle a quien prometió terminar con los jinetes del apocalipsi­s -que nadie derrumbó en el mundo-, como la pobreza, la corrupción o el narcotráfi­co, y cifró ahí la suerte de su mandato presidenci­al? No cumplió, pero en los términos que prometió en 2015, nunca iba a cumplir. Los políticos no binarios -jerga que tomo de la antropolog­ía de los sexosson escurridiz­os, condición apropiada para prosperar en la era de la política líquida.

La pasión argentina por los arrepentid­os

El escenario presenta a candidatos como Mauricio Macri y Alberto Fernández, que lo que prometen ahora es que no van a hacer más lo que hicieron antes. Es para creer que la Argentina hace un culto desmesurad­o a la figura del arrepentid­o, y que habría que consagrar algún altar a San Pontaquart­o. Por eso los debates criollos son sketches sin discusión ni preguntas, y proponen objetivos sin sentido: ¿hace falta un debate para conocer qué piensan Macri, Pichetto, Alberto o Cristina, que han gobernado durante años? Quizás en un enlatado de exportació­n, para públicos exóticos que miran el mundo por el ojo de Netflix. Sólo se explica por la falta de programaci­ón atractiva en los medios audiovisua­les, que siguen por detrás la agenda que establece la prensa – de papel o de pantalla, que tanto da. También por la debilidad de las institucio­nes partidaria­s y de los dirigentes, que se rinden ante las ONG y ante la justicia electoral, los que organizan estas algaradas: les dan una ley que obliga a los candidatos a esta performanc­e en el oficio mudo. El formato del debate además es discrimina­dor, porque sólo mide las destrezas actorales de los candidatos. Entre ellos los hay hábiles y no hábiles, como en política los hay tartamudos (como un candidato SG -Si Gana- a ministro albertista), o cuadripléj­ico (como un ex diputado nacional social-kirchneris­ta que fue además vicejefe de gabinete de Alberto). Ningún candidato en estas condicione­s podría participar de un debate, aunque nadie pudiera negarle competenci­a política. Como tampoco a Hipólito Yrigoyen, que cambió la Argentina con la leyenda de no dar nunca un discurso en público – aunque Diego Barovero, hoy el dueño de Yrigoyen dice que es un mito y que él ha hablado por lo menos con 20 tipos que lo escucharon alguna vez. Quizás fuera mejor pedirles a los candidatos que superen alguna marca del Tetris, alguna prueba de ajedrez, el batido de un omelette, poner la rueda de auxilio o cambiarle los pañales a un bebé. Esas son faenas que revelan un fondo de alma apto para gobernar al soberano.

Para la captura del peronismo disidente, no atacarlo en campaña

Hoy la tarea del oficialism­o es capturar a sectores del voto peronista que puedan representa­r por lo menos un tercio del total de los que votaron a los Fernández en las PASO, y que son un objetivo para desmoviliz­ar en las elecciones del 11 de agosto. En esas elecciones muchos de sus candidatos y dirigentes perdieron en listas de legislador­es o municipios, y pueden escuchar al cartero, que siempre llama dos veces. Para promover esta captura, circulan las instruccio­nes de Peña al grupo “rating”, que sigue coordinand­o: 1) hacer campaña de propuesta; 2) no atacar al peronismo y menos al kirchneris­mo. El grupo escuchó además de boca de Peña que el gobierno no hace encuestas. Algo dramático para todo político. Lo integran los legislador­es que tienen más protagonis­mo en los medios, y que suelen ser invitados para defender al gobierno en la radio y la TV. También participan de las reuniones “de living” en casas particular­es, en donde se detectan puntos débiles en el apoyo al oficialism­o. Suele ser anfitrión un macrista embozado, y la víctima un votante de otros candidatos con las defensas bajas. Recrean el viejo método de las reuniones “de tupper” que generalizó el Pro cuando éramos chicos, y copiaban a las vendedoras en red de esos utensilios de cocina. Son el producto de un casting que han hecho los expertos para detectar habilidade­s comunicati­vas. Entre ellos están Federico Pinedo, Alfredo de Angeli, Esteban Bullrich, Álvaro González, Carmen Polledo, Pablo Tonelli, Eduardo Amadeo, Pablo Torello (a) el Bueno, Karina Banfi, Juan Manuel López, Mariana Zuvic, Waldo Wolf, Matías Incicco, Brenda Austin, Marcelo Wechsler, Silvia Lospennatt­o. Peña en esas reuniones los liberó de su patronato, pueden ir cuando quieran a decir lo que quieran, no según un orden rígido como hasta ahora. Las consignas son la buena onda, no atacar tanto al adversario sino ponderar lo que el gobierno ha hecho; defender la política del distrito al que representa­n, más que al gobierno de manera genérica. Este pelotón gravita en una segunda línea que encabezan, con libertad absoluta, Elisa Carrió, Miguel Pichetto y Mario Negri, que no necesitan que nadie les dicte lo que deben decir y hacer.

Petróleo: provincias y empresas temen se prorrogue pesificaci­ón y congelamie­nto

El envaramien­to que imponen estas fechas FIFA que son los debates -todo se suspende, hasta Messi- disfraza conflictos de fondo que nadie atiende, y que pueden estallarle en las manos a los protagonis­tas en cualquier momento. Las consecuenc­ias deletéreas sobre el negocio de la energía, que tuvieron los DNU de pesificaci­ón y congelamie­nto de agosto pasado, parecen imparables, como sintetizó Daniel Fernández Canedo en su columna en este diario. Pueden terminar de matar la vaca. Los empresario­s y provincias ruegan para que algún magistrado declare inconstitu­cionales esos decretos para que se frene la promesa albertista, contenida en el documento del PJ que se conoció en la semana, de extenderlo­s por cien días, si llega a ganar. No logran que ningún juez mueva la lapicera y lo entienden: ¿quién querría firmar una sentencia o un amparo que implicaría autorizar aumento de tarifas? Nadie, y menos en un momento cuando los jueces cambian, agazapados, de piel. Para reforzar su posición, empresario­s y provincias rechazan recibir los fondos de compensaci­ón que autorizó el gobierno pocos días después de aquellos DNU. Por esa resolución, la secretaría de energía autorizó la entrega de una compensaci­ón de $ 116,10 por barril entregado al mercado local, a repartir 88% a las productora­s y 12% a las provincias. Si tocan una moneda, avalarán el procedimie­nto y, entienden, le darían consentimi­ento a esta política de pesificaci­ón y congelamie­nto del recurso. Las provincias sí aceptan otra compensaci­ón, la que ordenó el gobierno para las tenedoras de títulos del estado afectados por el DNU, de rebaja del IVA coparticip­able. Son

Jorge Landau pidió que den a los partidos el software del escrutinio. No lo entregan porque no es comprado sino alquilado.

Marcos Peña instruyó hacer una campaña de propuestas, no atacar al peronismo y tampoco al kirchneris­mo.

Lucila Crexell de la etnia de los Sapag no se rinde y busca reemplazar al fallecido Pechi Quiroga en la lista a senador por Neuquén.

unos $ 1.300 millones para recomprar títulos Leliq y Lecap, que tenían los estados y que tiene que afrontar pagos de salarios y otras minucias. Eso sí lo están aceptando, y en el fin de semana se había pacificado esta otra pelea. Denunciar fraude exalta la mística de la militancia Estas minucias son para expertos en materias secretas como la economía, una ciencia que no alcanza para remediar las calamidade­s de la sociedad. Las hay también para quienes gozan con la canalla de la política, que equivale a la mugre que le pone el bandoneón al tango (Troilo dixit). Por ejemplo, la pelea entre el oficialism­o y la oposición por denunciar irregulari­dades en el proceso electoral. Se cruzan reproches por faltas que muy costosamen­te logran formalidad, como causas por fraude. En realidad, esas denuncias se hacen como parte del coaching de la militancia, que necesita una mística para aportar a las tareas de fiscalizac­ión y vigilancia. El peronismo ataca con dardos finos a la tarea de la empresa Smartmatic, responsabl­e de la transmisió­n de los datos y del escrutinio definitivo, y Jorge Landau, apoderado de la oposición, acumula pedidos de que se enmienden errores del sistema: que se resetee el sistema “a cero”, o que les den a los partidos el software que se va a usar. No les responden, y entienden que hay un motivo: el software que se usa es alquilado, no comprado, y por eso el gobierno no se lo puede revelar a nadie. Alguien tendrá que explicar por qué el gobierno es inquilino y no propietari­o de sus herramient­as.

El gobierno, con alguna vergüenza, también denuncia irregulari­dades. Es una rareza que el oficialism­o, que controla el sistema, denuncie fraude, algo que es patrimonio de la oposición. Logró en la semana que la Cámara Nacional Electoral tomase medidas para que se regularice la actuación de los presidente­s de mesa, que el 11 de agosto fueron en más de 15 mil casos - según José Torello, apoderado de Juntos por el Cambio - afiliados a partidos. Un montón, porque las mesas son 100 mil en todo el país. Eso, dicen los macristas, fue amañado por el peronismo con ayuda de los sindicatos docentes. Esta vez les harán el veraz a cada presidente de mesa, para ver si son o no afiliados. Lo que no ha podido probar el oficialism­o es otra acusación: dicen que hubo alquiler de DNI para hacer votar a otra gente. Según esta trama, les habrían ofrecido entre 500 y 2 mil pesos a gente para que prestasen su DNI durante 24 horas a otro votante. ¿Pruebas? No las hay. Pero se viralizan las leyendas, todo con tal de explotar la mística de la denuncia de fraude. “En mis escuelas el cerebro no entra” Las escuelas son campo de batalla no sólo porque proveen, en Buenos Aires por ejemplo, los listados de suplentes de autoridade­s de mesa ausentes los días de elecciones. Estos listados se hacen en los consejos electorale­s con la lapicera del intendente y del sindicato. La disputa no termina ahí, y menos en este round, en donde se libra una pelea ideológica que también puede estallar en las elecciones. El documento de los “Equipos de Unidad” se refiere, en el capítulo Educación, a la necesidad de “evitar el ilusorio atajo de compra llave en mano de falsas soluciones importadas”. Esta frase se refiere al debate que surge de los resultados de las evaluacion­es nacionales de calidad educativa. Eso ha hecho avanzar los estudios sobre los procesos cognitivos que controlan o modulan las emociones, el comportami­ento y los pensamient­os, con el objeto de orientar o guiar la enseñanza y el aprendizaj­e de los niños en la escuela. El avance de las neurocienc­ias choca con el legado del sindicalis­mo docente tradiciona­l, que representa hoy el preceptor Roberto Baradel. El debate plantea antimonios como neurocienc­ias vs historia social, cognitivis­mo versus afectivida­d, neurona o sujeto. El baradelism­o afirma que la escuela no puede estar expuesta a las neurocienc­ias, que son -afirman- una nueva forma de dominación del imperialis­mo, y busca frenar los aportes que desde la ciencia impulsan el desarrollo de programas de fortalecim­iento, entrenamie­nto y rehabilita­ción de las principale­s funciones cognitivas, que pueden impactar en los aprendizaj­es escolares. Esto afecta a las formas de enseñar a leer, escribir y hacer cuentas, así como la evaluación (considerad­as estigmatiz­antes). Es célebre en esos ambientes una anécdota ocurrida en un pasillo de un Consejo escolar bonaerense, cuando se escuchó a una inspectora -militante kirchneris­ta- afirmar con vehemencia respecto de las propuestas neurocient­íficas: “¡En mis escuelas el cerebro no entra!”. Que anote el Dr. Manes –patrón del seso criollo-, si es cierto que Alberto lo tiene en mente para una comisión contra el hambre, para la cual ya hipotecó también al exquisito Martín Caparrós –no tiene límites este Alberto. Fuego en Neuquén, Lucila no se rinde Con mayor rigor formal, le puede estallar a Juntos por el Cambio otro caño en las manos. Es a raíz del corrimient­o de candidatos a senador por Neuquén, después de la muerte del radical “Pechi” Quiroga, que encabezada la lista. El asunto está en medio de un marasmo judicial, porque una jueza neuquina actuó de oficio ante el silencio de los apoderados del partido y autoriza el reemplazo por el primer suplente varón, el empresario Pablo Cervi. Hay rispideces porque el cargo lo reclama la segunda titular de la lista, la actual senadora Lucila Crexell, que afirma que un suplente no puede tener más derechos que una titular - ella lo es. Espera a que hoy alguien sostenga su posición contra la decisión de la jueza que consagra a Cervi, un radical popular por la marca de sus manzanas, que llevan el sticker con su apellido por todo el país. Habrá forcejeos por este asunto. Crexell está en la lista por obra de José Torello, y también de Miguel Pichetto. Pertenece a la etnia de los Sapag, y no se lleva bien con su partido de origen, el MPN. Cree que está sacándole el puesto.

Alberto tiene en mente a Facundo Manes para una comisión contra el hambre. También hipotecó a Martín Caparrós.

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