Clarín

Un nuevo “ojo astronómic­o” podría revelar indicios de vida en los exoplaneta­s

Es un radioteles­copio que muestra como nunca antes lo que ocurre en esos mundos fuera del sistema solar.

- Marcelo Bellucci mbellucci@clarin.com

Desde el descubrimi­ento del primer mundo extrasolar orbitando una estrella, en octubre de 1995 -que le valió el reciente Premio Nobel a Michel Mayor y Didier Queloz- los astrónomos localizaro­n más de 4.000 planetas más lejanos que Plutón. Pero la gran distancia que los separa de la Tierra impide conocer los detalles de su estructura. Sin embargo, esto podría cambiar. Este jueves se inauguró en Francia NenuFAR, un radioteles­copio que, gracias a un sistema ultrasensi­ble de detección de muy bajas frecuencia­s, puede mostrar lo que sucede “dentro” de un exoplaneta.

Este instrument­o, modelado para decodifica­r la señal de radio de los exoplaneta­s, establecer­á si poseen un campo magnético, lo que permitirá determinar si estos planetas tienen un núcleo metálico líquido y agitado como el de la Tierra. Todos estos datos ayudarán a comprender su formación y obtener indicios sobre el grado de habitabili­dad.

“Las deteccione­s de los exoplaneta­s hoy son indirectas, lo que implica que sólo podemos cosechar detalles como tamaño, masa, ubicación y algunas pistas sobre su atmósfera. Estos radioteles­copios utilizan una técnica que capta su campo magnético, algo que todavía nunca se hizo. Aunque por la frecuencia en la que operan, se aplica a los llamados ‘planetas Júpiter calientes’, es decir gigantes gaseosos que orbitan muy cerca de su estrella y generan un campo magnético de mucha intensidad”, destaca Rodrigo Díaz, del Instituto de Astronomía y Física del Espacio (IAFE, UBA-CONICET).

Los campos magnéticos protegen la superficie de un planeta de los rayos cósmicos y el viento de partículas cargadas de su estrella, un choque que puede ser fatal para cualquier forma de vida. Al desviar el viento estelar, un campo magnético también podría evitar que las partículas eliminen la atmósfera que nutre la vida en la superficie. Sobre todo, porque estos escudos pueden amortiguar la radiación emitida por la estrella que orbita y los residuos rocosos que podrían llegar al planeta y dañar su superficie.

“Observar en el dominio de la radio nos permitiría conocer su campo magnético, lo que ayudaría a los planetólog­os a comprender mejor sus orígenes y su evolución", sostuvo Jean-Mathias Griessmeie­r de la Universida­d de Orleans en Francia.

El NenuFAR (acrónimo de Nueva extensión en la actualizac­ión de Nançay) está en el bosque francés de Sologne, dentro de la estación de radioastro­nomía de Nancay, un lugar totalmente aislado que fue inaugurado por Charles de Gaulle en 1965. Está formado por dos mil antenas de un metro de alto, similares a las varillas de una sombrilla, colocadas al ras de suelo, en un núcleo de 400 metros de ancho. Se espera que empiece a ofrecer sus primeros resultados significat­ivos a finales de año.

Para ampliar el espectro, el NenuFAR está conectado con la red LOFAR (Matriz de Baja Frecuencia) un parque constituid­o por cien mil antenas, con sede en los Países Bajos.

El NenuFAR puede detectar frecuencia­s situadas entre 10 MHz y 85 MHz, es decir, la parte inferior de la banda de radio FM, debajo de la cual la ionosfera bloquea cualquier señal del espacio. Si se quisiera encontrar frecuencia­s más bajas habría que viajar al espacio o a la Luna.

Otra de las funciones de NenuFAR será rastrear la historia del hidrógeno en el Universo y observar el “amanecer cósmico”, un período desconocid­o ubicado unos 600 millones de años después del Big Bang, cuando se encendiero­n las primeras estrellas en las primeras galaxias.

Otro proyecto para detectar planetas similares a la Tierra fuera del Sistema Solar, es el telescopio PICTURE-C, desarrolla­do por la Universida­d de Massachuse­tts Lowell y que tiene la peculiarid­ad de estar instalado en un gigantesco globo de helio del tamaño de un estadio de fútbol suspendido a una altura de 38.100 metros. El telescopio, que pesa 680 kilos y mide más de 4 metros de largo por uno de ancho, navegó en la frontera de la atmósfera terrestre para tener una visión totalmente despejada del espacio. En realidad lo hizo solo durante unas horas ya que el equipo es reutilizab­le y fue desacoplad­o del globo tras ese periodo inicial. Volverá a ser utilizado el año próximo. ■

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Enigmático­s. Sus descubrido­res acaban de ganar el Nobel de Física.
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Aparatos. Detectan señales de radio originadas en los exoplaneta­s.

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