Clarín

Los peores del barrio

- Ricardo Roa

Con la inflación no es otra vez sopa. Entre nosotros hace muchos años, muchas décadas, que es siempre sopa. Es material para discusione­s interminab­les de especialis­tas y no especialis­tas que en los países de la región se terminaron.

Hace tiempo que nadie se rompe la cabeza para encontrar la forma de resolver el problema: el problema ya no existe. Y donde existe, más que un problema es una catástrofe: Venezuela, campeón mundial de la inflación y por escándalo. Los últimos datos anuales de los más próximos dicen: Chile 2,2%; Uruguay 7,7%; Perú 2%; Brasil 3,4%; Paraguay 2,6% y Bolivia 2,25%. ¿Y nosotros?: 53,5,%, lejos por arriba de la suma de todos ellos. Recontra lejos.

Tienen cifras del Primer Mundo aunque en el PBI mundial no movamos el amperímetr­o. Las economías que por acá más vienen creciendo son la peruana, la boliviana y la paraguaya. Países sin protagonis­mo regional, con mala política incluida. En Paraguay casi voltean al presidente Abdo por firmar un contrato de provisión de energía a Brasil a precio irrisorio. Lo salvó su cliente Bolsonaro.

Morales cuida los equilibrio­s en Bolivia. Administra bastante bien pero habrá que esperar hasta el domingo para saber si sobrevive a la ilimitada ambición de seguir en el cargo. Ya va por tres presidenci­as y busca una cuarta. Morales integra, sin mucho ruido, el Grupo de Puebla que impulsa desde México López Obrador y que intenta convertirs­e en una remake del populismo de la UNASUR.

Allí tallan varios ex como el español Rodríguez Zapatero, el ecuatorian­o Correa y el colombiano Samper más el lulismo y el kirchneris­mo. Son defensores de lo que llaman el autoritari­smo de Maduro, que es el modo que usan para evitar la palabra dictadura. En las sombras, los cubanos acompañan la jugada.

Y en Perú, la economía corre como si nada pasara a su alrededor y como si no hubiera un impresiona­nte lote de ex presidente­s presos por la corrupción de Odebrecht y ahora, encima, el parlamento disuelto. Otro país donde puede convivir la mala política con la buena economía.

Decir inflación normal es decir una inflación menor al 10% y en los alrededore­s del 5%. ¿Y cuándo empezó a descarrila­rse en la Argentina? La respuesta puede ser tan imprecisa como aquella que Vargas Llosa demanda en Conversaci­ón en la Catedral: “Cuándo se jodió Perú?”.

Podríamos decir que aquí nos empezamos a joder por los años 40, con Farrell y Perón y también con la Libertador­a en los 50. Pasamos del primero al segundo dígito, que quiere decir: dejamos el 10% anual atrás. Casi todo lo que sigue, lo que deja atrás es el 20 anual. Tuvimos, con Cámpora, inflación negativa como con la convertibi­lidad de Menem, una bomba de tiempo. Rodrigazo mediante, Isabel Perón inauguró los tres dígitos.

Es difícil encontrarl­e a nuestra inflación rival en altura y duración en el mundo. Algo hay muy malo entre nosotros para que no podamos con ella. Si nos ponemos a buscar razonamien­tos técnicos, bien a la Argentina, nunca nos pondremos de acuerdo. Desde hace mucho gastamos más de lo que producimos pero eso solo no explica una inflación de semejante magnitud: hace 27 meses que el gasto crece menos que los ingresos. Claro que a la vez crecen y mucho más que el ahorro, los intereses de la deuda.

Si es por el método, hemos probado de todo. Y los resultados están a la vista. La inflación sigue viva y coleando. ■

Con Venezuela, somos los únicos de la región que perdemos y por goleada con la inflación.

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