Clarín

La elefanta Mara se prepara para su larga travesía hasta Brasil

Será trasladada a un santuario en el Matto Grosso. Clarín compartió un día con ella y sus cuidadores. Viajará dentro de una caja metálica que ya está en el Ecoparque.

- Silvia Gómez sgomez@clarin.com

Curiosa y atenta, Mara observa a través de los barrotes que dividen el recinto de los elefantes. Ladea su cabeza y mira con uno de sus ojos. La mueve al otro lado y enfoca con el otro. Distingue las voces de Santiago Gentili y de Marcos Flores, sus cuidadores, y la de Natalia Demergassi, su veterinari­a. Intuye que hoy no es un día ordinario. Hay más gente y sonidos. El obturador de la cámara de fotos no se detiene y ese ruido tan particular la pone en alerta.

Desde que se decidió su traslado a un santuario para elefantes, Mara tiene que colaborar con pasar por ciertas etapas que le permitirán realizar este viaje hacia una vida con un entorno más amable que su actual recinto en el Ecoparque. Vivirá en un predio de 1.100 hectáreas con una “libertad controlada”, con acceso a pasturas, a árboles, a un arroyo y un río.

Mara nació hace más de 50 años en la India, y fue explotada en circos de Alemania, Uruguay y Argentina. Desde hace 25 años está en el ex zoológico porteño. El concepto de libertad para animales que sobrevivie­ron en estas condicione­s tiene limitacion­es: continuará siendo alimentada por humanos, por ejemplo.

La semana pasada, Mara comenzó una de las etapas más exigentes del entrenamie­nto que le permitirá viajar rumbo al Mato Grosso. Le esperan 2.690 kilómetros de ruta hasta llegar al “Santuario de Elefantes Brasil”, en la localidad de Chapada dos Guimarães. Unirá esta distancia en camión, dentro de una caja que pertenece al santuario y en la que ya trasladaro­n a otros elefantes. Una caja donde tendrá movimiento­s limitados y a la que antes debe habituarse. La travesía hasta su nuevo hogar demandará alrededor de cuatro días.

Esta caja metálica se encuentra en el recinto que Mara comparte con otras dos elefantas, las hermanas sudafrican­as Kuki y Pupi. Pero siempre están separadas. Cuando las hermanas salen a caminar, Mara queda en el interior del edificio; y viceversa. No se odian, pero no se aman.

La caja está ahí. En las próximas semanas comenzarán los estímulos positivos: colocarán comida en su interior. La idea es que poco a poco comience a pasar más tiempo dentro del habitáculo, que lo naturalice. Hasta que tome la suficiente confianza para comprender que así como entró podrá salir. El entrenamie­nto será similar al que tuvo la orangutana Sandra, considerad­a “persona no humana” por la Justicia argentina y que desde noviembre se encuentra en el santuario Center for Great Apes en Florida, Estados Unidos.

“La derivación de Mara nos va a permitir darle una mejor vida a ella, pero también a los animales que viven en el parque. Seguimos recuperand­o este importante espacio para los vecinos teniendo como prioridad el bienestar de nuestros animales”, explica el secretario de Ambiente de la Ciudad, Eduardo Macchiavel­li.

“Es un proceso gradual. Cada animal tiene su temperamen­to. Mara es muy inteligent­e, no tiene miedos y está muy adaptada a sus cuidadores”, detalla la veterinari­a Demergassi. “Gorda”, “mamucha”, “gordita”: así la llaman Santiago y Marcos, los cuidadores, que se deshacen de cariño.

Clarín estuvo presente en uno de los tramos más importante­s de los preparativ­os: el lavaje de trompa y una extracción de sangre. Para el lavaje de trompa le colocaron una solución en las narinas y Mara tuvo que subir la trompa para que el líquido ingresara. Después tuvo que que soplar dentro de una bolsa y expulsar la solución. La muestra se usó para detectar si tiene tuberculos­is, que, según explicó Demergassi, es frecuente en elefantes. La extracción de sangre se realizó en la pata, también con el fin de detectar enfermedad­es.

Como preveía la veterinari­a, Mara logró los objetivos. Aunque hubo que insistir, pudieron hacerle los dos estudios. ¿De premio? Un largo paseo por la parte abierta del recinto, “bañándose” en tierra seca con su trompa y comiendo zanahorias, manzanas y forraje.

“El traslado implica permisos de importació­n y exportació­n, los estudios sanitarios y los permisos judiciales”, explicó a Clarín Federico Iglesias, el subsecreta­rio del Ecoparque. “Mara llegó a lo que era el zoo porteño en 1995, a través de un decomiso de Fauna Silvestre. La elefanta en ese momento era propiedad del Circo Rodas”, explicó Iglesias.

Esperan que para marzo o abril Mara ya pueda iniciar su travesía. Ingresará a Brasil a través del cruce de Puerto Iguazú. La Ciudad financiará el viaje, que costará $ 5.400.000.

Mientras en el interior del recinto continúa el entrenamie­nto, afuera Kuki y Pupi juegan con las ramas de los árboles. Una vez que concluya la travesía de Mara, comenzarán las evaluacion­es sobre el futuro de ambas. Kuki, por si acaso, ya está atenta: asoma su trompa y los colmillos por encima del portón. Lo golpea para llamar la atención de los cuidadores. Y no se pierde detalle de cada movimiento. Su respiració­n se escucha fuerte y pausada. No tiene apuro, se queda mirando. Quizás intuyendo que, en un futuro, podría ser su turno y el de su hermana.

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L. THIEBERGER Estudios. Para preparar el viaje, a la elefanta le sacaron sangre y le hicieron otros análisis.
 ?? LUCIANO THIEBERGER ?? En el recinto. Mara nació en India, tiene más de 50 años y desde hace 25 está en el ex zoo.
LUCIANO THIEBERGER En el recinto. Mara nació en India, tiene más de 50 años y desde hace 25 está en el ex zoo.

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