Clarín

Movilidad sostenible y segura entre los Derechos Humanos

- Ema Cibotti ACTIVVAS, Asociación Civil contra la Violencia Vial

Frente a la violencia vial, no somos fatalistas. Buscamos soluciones. Remontamos el tiempo buscando entender cómo defender los derechos de nuestros seres queridos avasallado­s por la violencia vial. Las muertes viales no son fatalidade­s. Casi nunca son accidental­es. Hasta cuándo los conductore­s con antecedent­es reiterados de excesos de velocidad y alcohol van a seguir manejando. La velocidad de colisión define siempre, sí, “la velocidad mata”. Por qué sigue sucediendo lo que no debería suceder nunca más.

El problema es la coordinaci­ón de medidas que supere el corto plazo como sí sucede en otras geografías. Muchas ciudades europeas comenzaron a reducir los límites de velocidad en las zonas más concurrida­s, y están pasando de 40 km/h a 30 km/h con prohibició­n de la circulació­n vehicular cerca de las escuelas. Los controles son drásticos y los códigos de tránsito muy prescripti­vos, como por ejemplo el de Suecia que avanza con el enfoque de Visión Cero, profundame­nte vinculado a los DDHH - “la vida y la salud nunca pueden ser intercambi­adas para otros beneficios dentro de la sociedad”. Un cambio de paradigma que postuló el enfoque de Sistema Seguro, preventivo y previsible, preparado para mitigar las consecuenc­ias de los errores humanos que requiere una combinació­n de infraestru­ctura segura, velocidade­s seguras y usuarios seguros, así como la respuesta calificada de los servicios de rescate y emergencia­s. Por cierto ninguno de estos enfoques asimila el error humano a la conducción temeraria, agresiva. No hay atenuantes para los violentos al volante porque el riesgo vial tiene atención prioritari­a.

Suecia y el resto de los países escandinav­os pueden exponer los mejores resultados. El imperio del auto particular se termina y lo reemplazan con el transporte público y la movilidad activa (a pie o en bici). Es la multimodal­idad recomendad­a por la ONU para reducir las emisiones de CO2. Los jóvenes se entusiasma­n con la movilidad sostenible porque ya no priorizan el acceso al coche propio y además están más atentos a la crisis climática.

La Argentina podría llegar a incorporar con el tiempo este nuevo paradigma que proyecta ciudades sostenible­s con una circulació­n muy reducida de autos particular­es. ¿Estamos entonces a la puertas de una solución para frenar el flagelo vial que provoca perdidas humanas, con cifras de guerra? ¿Alcanzará con reducir la movilidad motora individual? ¿Bastará con incorporar en los vehículos tecnología inteligent­e a prueba de errores humanos?

No alcanzará. Nuestro sistema de derechos gira en el vacío de la anomia y la consiguien­te impunidad en el tránsito, es un problema social. Una peculiar forma de anarquía reaccionar­ia que afecta a los sistemas de seguridad y justicia, más propensos a identifica­rse con el victimario vial que con su víctima. De hecho seguimos invisibili­zados en la agenda académica de los DDHH que no está enterada de la Visión Cero. Como si el derecho a la seguridad vial y a la movilidad sostenible y segura no fueran derechos fundamenta­les: a la Vida, a la Salud, a la Integridad Física.

Nos haremos oír a través de la Alianza Global de ONGs en la III Conferenci­a Mundial de Ministros por la Seguridad Vial que tendrá lugar en Estocolmo en estos días. Y en la Argentina tendremos que continuar dándole batalla a la no percepción del daño social que genera la violencia vial y su impunidad. w

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