Clarín

Señoras pitucas, entre el drama y los enredos

Basada en un hecho real, la serie de Netflix sigue la vida de tres mujeres de la aristocrac­ia parisina que se reinventar­on después de un incendio, ocurrido en 1897, en el que hubo un centenar de víctimas mortales.

- Catalina Deguer Especial para Clarín

En 1897, un incendio en el Bazar de la Charité azotó París. Alrededor de 100 personas murieron, en su mayoría mujeres de la aristocrac­ia. De este hecho real se desprende la serie homónima que ya está disponible en Netflix. Es un relato lleno de drama, enredos amorosos y cambios de identidad.

La ficción comienza justo antes de que los personajes vayan a gastar mucho dinero en pos de la beneficenc­ia y a dejar bien parado el apellido de sus familias.

Las señoras aprovechan el evento para mostrar sus joyas, atuendos y encontrars­e con sus prometidos.

La historia sigue la vida de tres mujeres, que después del incendio sufrirán cambios importante­s. Alice (Camille Lou) es una joven de la alta sociedad, obligada a casarse para que su familia pueda arreglar algunos asuntos económicos.

Ella asiste al bazar acompañada de Rose (Julie De Bona), su sirvienta, quien planea escapar a los Estados Unidos con su marido para arrancar una nueva vida. Adrianne (Audrey Floret) iba a ir al evento, pero después de una violenta discusión con su esposo, Mar- Antonie de Lenvepré (Gilbert Melki), futuro presidente del Senado, aprovechó la situación para visitar a su amante.

Luego de sobrevivir, Alice, Rose y Adrianne tendrán una historia para contar qué poco tienen en común, pero se cruzan continuame­nte.

Durante los nueve episodios, de casi una hora cada uno, tal vez un poco largos para lo que busca un usuario promedio de streaming, Gilbert Melki se lleva toda la atención en la piel de un personaje dispuesto a todo. Cuando se trata de política se asemeja a Frank Underwood de House of Cards: el objetivo es ganar las elecciones, no importa cómo. Con esa actitud soberbia, el repudio por las mujeres y el abuso de poder logra ser el gran odiado por el público.

La serie, creada por Catherine Ramberg y producida por Alexandre Laurent, más que con una novela roza con el culebrón, donde más es más.

Mucho drama, líos amorosos, la mujer que quiere romper con los mandatos sociales, un gran enemigo que es capaz de cualquier cosa y morbo desmedido, que solo alimenta al espectador, no a la historia.

Puede que el primer capítulo no tenga un verdadero anzuelo que logre pescar el interés del televident­e, pero a medida que la narración avanza toma giros inesperado­s y cada uno de los episodios termina con una estrategia que no falla: quedan ganas de más.

Los carruajes a caballo, los grandes vestidos y las joyas transporta­n al televident­e al siglo XIX de una manera inmediata. Se muestra una París atravesada por la revolución industrial y el cine comienza a instalarse como medio de entretenim­iento entre los adinerados. Se refleja una gran diferencia entre las clases sociales.

Las casas de los tres personajes principale­s merecen una mención aparte. Hogares palaciegos con grandes jardines, fuentes y varios arreglos florales. Una de las mansiones es en verdad un hotel en Évecquemon­t. w

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Postales de una época. Dentro de un elenco muy parejo, Gilbert Melki se destaca en la construcci­ón de su Mar-Antonie de Lenvepré.

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