Va cayendo gente al baile
La caída, o La chute, en su original francés, es una novela de Albert Camus, padre del existencialismo literario, que plantea tantos cuestionamientos morales, éticos y filosóficos en tan pocas páginas como las que no suelen caber en una vida entera. Camus falleció en un accidente de tráfico, ignorando que dentro del juego de azar más famoso de la Argentina, en un plan onírico de inducción que corre dentro de la imaginería de los apostadores, “La caída” se corresponde con el año en que se publicó su obra: ’56. Joaquín Sabina (71), que leyó a Camus y sabe de la quiniela local, sufrió un accidente en la última semana. Una caída, si permiten la ya desvergonzada repetición. Así, el espectáculo que lleva adelante con Serrat quedó rengo por tiempo indefinido, por nombrar la condición en que la Reina del Pop, Madonna (61), se dejó ver a la salida del London Palladium, por las mismas horas en que Sabina daba el mal paso en Madrid.
Mientras estos dos gladiadores del entretenimiento se espadeaban contra las desventuras y los achaques, en las redes sociales muchos se encargaban de festejar y burlarse de su condición, y el libro de Camus nos describe la particular La celda de los gargajos. “El prisionero se mantiene de pie, pero allí no puede moverse. Una sola puerta se abre a la altura del mentón. De fuera, pues, sólo se le ve el rostro en el que cada guardián que pasa escupe abundantemente. El prisionero, apretado en la celda, no puede limpiarse la cara, aunque le esté permitido, eso es cierto, cerrar los ojos”. Igualito al accionar de los troll, vean, en su permanente caída libre de carceleros sin honra.