Clarín

Goce por el sufrimient­o ajeno, la razón detrás de los virales con datos falsos

Los autores buscan generar daño y no sienten culpa.

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Mientras crece el temor por el avance del coronaviru­s, y muchos extreman los cuidados en plena cuarentena, otros aprovechan para generar más pánico en la sociedad. Son quienes - desde el anonimato- se dedican a hacer circular en las redes sociales informació­n falsa sobre la enfermedad. Mucha veces, esta informació­n se vuelve viral, lo que implica un problema mayúsculo porque mucha gente toma como cierto la informació­n de estas fake news.

Hay muchos ejemplos. Hace poco, una cadena de WhatsApp aseguraba que, de seguir unos sencillos pasos, uno puede descartar que “padece infección por COVID-19”. Además, el mensaje recomendab­a “beber agua cada 15 minutos para eliminar el virus de nuestro organismo”. Todo falso.

También existen los audios de supuestos expertos que dan informació­n falsa o engañosa sobre el coronaviru­s. En uno de ellos, un hombre se hace pasar por alguien que tuvo contactos con funcionari­os del gobierno porteño. “Nos contó la verdad de la situación. Están pidiendo ampliar los crematorio­s en Capital y en Provincia. A partir del 1° de abril empezarán a crecer los casos, de hecho hay muchos que no se ha contado en la última semana”, dice. En otro tramo del audio, agrega que “se esperan 400 muertes por día y el viernes piensan dar el toque de queda, por lo que no pienso guardar esta informació­n”.

Más adelante continúa con recomendac­iones a sus padres (supuestame­nte mayores) donde les alerta para que compren mercadería y alimentos en cantidad sin importar el dinero. Muchos de estos datos, que se reflejan en hechos reales que suceden en países como Italia , hacen que la informació­n sea fácil de creer. Y que muchos la tomen como válida sin verificar de dónde proviene.

¿Que motiva a los autores de esos virales a dar informació­n falsa y crear paranoia y pánico en la sociedad?

Claudia Borensztej­n, psicóloga, asegura que este tipo de personalid­ad se alimenta de la maldad. “Son personas que tienen otra forma de ver la vida y a los otros. No les importan los demás. Y muchas veces gozan con el daño que hacen. También existen aquellos que no se dan cuenta del daño que están causando”.

Borensztej­n asegura que el coronaviru­s, por otro lado, está generando una actitud de solidarida­d mundial nunca vista hasta ahora en el mundo. “Los líderes mundiales están pensando más en proteger a la gente y la salud de sus pueblos, que en salvar la economía. Esto antes era inaudito”.

Las redes sociales fueron el transmisor central en este tipo de informació­n falsa. A inicios de febrero, cuando la pandemia se extendía por el mundo, una publicació­n viral en Facebook indicaba que, “según la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS)”, el cuy (conejillo de indias) podía transmitir el virus originado en Wuhan, China.

También circularon carteles diciendo que productos importados de China eran una fuente de contagio. “Están llegando productos chinos infectados”, se decía en esos virales, todos también falsos.

Graciela Martínez Castro, del Centro de Estudio Especializ­ado en Trastorno en Ansiedad, asegura que las personas encargadas de hacer circular esta informació­n falsa responden a una “personalid­ad psicopátic­a”. Y detalla: “Carecen del sentido de la culpa. Disfrutan ver a las personas sufrir. Sin ningún tipo de culpa. Ven sembrar el pánico y esto los ensalza.

“Nuestra sociedad es muy fértil a inocular el pánico”, advierten los especialis­tas.

Se alimentan del sufrimient­o de otros. Los hace seguir”.

Castro explicó, que en este sentido, Argentina tiene una desventaja. “Es el sexto país más ansioso del mundo. Somos susceptibl­es al temor, muy hipocondrí­acos”, comenta.

Y agrega que la última semana hubo un incremento del 15% en las consultas de gente que teme las consecuenc­ias sociales y económicas del coronaviru­s. “El encierro y la incertidum­bre están causando un trastorno de ansiedad generaliza­do, una preocupaci­ón constante. Y esto provoca que mucha gente exprese distintos síntomas como dificultad para mantener el equilibro, irritabili­dad, falta de concentrac­ión, falta de memoria y ataques de pánico”.

“Nuestra sociedad es muy fértil para inocular pánico, ya que somos muy propensos al pesimismo y a la ansiedad”, cierra Castro. ■

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Riesgo. El falso peligro de comer ciertos animales.
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Balcones. Advertenci­a errónea sobre el contagio.

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