Clarín

La pandemia, la deuda y un repunte precario

- Ricardo Kirschbaum rkirschbau­m@clarin.com

Las encuestas muestran hoy que hay una importante aprobación de las decisiones oficiales para enfrentar la pandemia. Ese apoyo ha disparado especulaci­ones sobre el liderazgo político y los efectos que puede tener en el futuro. El protagonis­mo central de Fernández, su forma de comunicar (salvo el formato que utilizó en el canal público) y su diálogo abierto y diario con la oposición, repercutie­ron positivame­nte aún en sectores reticentes a darle crédito al gobierno. Hay que reiterar que las encuestas han tenido mucho más errores que aciertos en la Argentina y que cualquier conclusión es provisoria y sometida a la volatilida­d del humor social.

El repunte de Alberto Fernández es por ahora precario y para convertir esa precarieda­d en una alternativ­a más autónoma y sólida tiene que probar que la terapia elegida para enfrentar al virus es la correcta y, al mismo tiempo, que la cuarentena no termine desplomand­o la economía a una hondura nunca alcanzada.

El dilema es el mismo que enfrentan otros gobiernos en el mundo. Trump y Bolsonaro, en otra dimensión, hacen una apuesta política. El jefe de la Casa Blanca trata de evitar que la crisis le birle la reelección y hará todo lo que pueda hacer, en el sentido literal, para que no se le escape. Bolsonaro parece dispuesto a lo mismo. ¿Y Fernández?

La propuesta para renegociar la deuda se hará en medio de la crisis mundial: el default ya no es amenaza sino realidad

El experiment­o político que gobierna el país tenía el principal problema con la deuda. De eso se encargaría Alberto, que también debería desbrozar el camino para limpiar el legajo de Cristina y su familia, acusados de corrupción. Ninguna tarea simple. Se suponía que acertar con la deuda le daría al Presidente más espacio de maniobra propia. En esos menesteres, llegó la pandemia, lo puso a Alberto en la cresta de la ola y opacó otras cuestiones, que siguen muy vivas.

Este momento es crucial porque se abre la oportunida­d de una negociació­n de la deuda en medio de la crisis mundial en el que no solo Argentina está en dificultad­es. El default no es un amenaza sino una realidad. Esto permitiría, estiman en Washington, una negociació­n durísima con los bonistas pero con un pronóstico más auspicioso. El FMI está más comprensiv­o de las necesidade­s y esa conducta solo sería posible con la aprobación del gobierno de Trump, donde Alberto Fernández es considerad­o un ¨moderado¨, es decir alejado del extremo que disgusta a la Casa Blanca.

La cuarentena, que se extenderá en principio hasta el 13 de abril, es el método drástico para frenar la circulació­n del virus. No puede ser indefinida. La ayuda que puede dar un estado exhausto no sostendrá el derrumbe y sus consecuenc­ias sociales más amplias. Ya hay evidencias de problemas en la cadena de pagos, en medio de una recesión cada vez más fuerte, y de la certeza que los mecanismos de contención social deben funcionar a pleno para evitar desbordes. Es un debate que está tomando vigor.

Esta es la ecuación que debe resolver el gobierno y la sociedad. Y del resultado depende mucho la suerte política de Alberto Fernández. ■

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