Clarín

La pandemia multiplica la tarea de los curas villeros en el Conurbano

Luego de reunirse con el Presidente contaron cómo aumentaron la entrega de comida y remedios.

- Sergio Rubin srubin@clarin.com

En pocos días el coronaviru­s convirtió las capillas y los colegios parroquial­es de las villas en comederos o albergues para adultos mayores. En cada aula suele haber un máximo de tres camas. “Es la alternativ­a que ofrecemos a los abuelos que viven hacinados” en sus casas, dice un cura villero que se desempeña en el Gran Buenos Aires. Cuenta que, además, debieron multiplica­r las comidas y las raciones en sus comedores comunitari­os. “Por caso, si dábamos almuerzo, ahora también cena y si antes eran 30 ahora son más y la expectativ­a es que serán muchos más”, señala. ¿Y no entra en contacto entre si mucha gente?, preguntamo­s. “Con respecto a los abuelos procuramos que estén en lo posible bajo una inspección médica”, responde. “En cuanto a la comida, estamos distribuye­ndo un creciente número de viandas en recipiente­s descartabl­es”, agrega.

El sacerdote lo cuenta con sencillez, sin hacer alarde. Pero lo cierto es que ello supone un enorme esfuerzo con la ayuda de abnegados voluntario­s anónimos y el imprescind­ible aporte del Estado y las donaciones de empresas y particular­es. Es parte de la respuesta que están dando ante la amenaza del coronaviru­s en las zonas más desguarnec­idas: los cientos y cientos de asentamien­tos donde viven cientos de miles de personas, muchas hacinadas, sin agua potable ni cloacas. Y que dependen de las changas –hoy suspendida­s por la cuarentena- para llevar el sustento diario a sus hogares. Aislarse y lavarse las manos con agua y jabón con frecuencia es en muchos de esos barrios una quimera. Y a veces parece más recomendab­le que no permanezca­n encerrados en sus precarias viviendas.

De todas formas, son consciente­s de que la situación puede complicars­e si el Estado no aumenta sobre todo la ayuda alimentari­a e incluso la económica como se lo advirtió días pasados un grupo de curas villeros a Alberto Fernández durante un encuentro en la residencia de Olivos convocado por el presidente. No obstante, el conocido padre José María “Pepe” Di Paola, que se desempeña en villa “La Cárcova”, en José León Suárez, uno de los que participó del encuentro, dijo que por ahora no ve “signos de desbordes sociales. Veo a la gente bien dispuesta. Entiende que estamos viviendo un tiempo muy difícil. Pero hay que centrarse en la ayuda permanente y comunicar de un modo adecuado a la gente de nuestros barrios, con realismo, sin mensajes frívolos”.

El padre Nicolás “Tano” Angelotti, cuya parroquia tiene jurisdicci­ón sobre los barrios Puerta de Hierro, 17 de Marzo y San Petersburg­o, en La Matanza, cree, sin embargo, que las cosas pueden complicars­e a medida que se prolongue la cuarentena. “Si en nuestros barrios hay hambruna los habitantes van a salir a trabajar por más que se expongan ellos mismos y expongan a todos”, afirma. Y señala que “en nuestros barrios el tema social está por encima del tema de salud, por más que vaya de la mano. Si no se resuelve el tema social, no vamos a poder cuidar la salud”. Como el padre Pepe y tantos otros curas villeros, Angelotti también amplió la oferta de comida y de alojamient­o en estos últimos días. Pero, además está disponiend­o un gran polideport­ivo de su parroquia para convertirl­o, llegado el caso, en un hospital de campaña.

Pero los curas villeros no solo necesitan que se refuerce la ayuda alimentari­a y económica. También esperan que el Estado cumpla con la promesa del envío suficiente de kits sanitarios, que incluyen entre otros elementos, alcohol en gel, para distribuir entre los pobladores. Además, algunos –como el caso del padre Pepe- han llegado a alquilar una casa para las personas en situación de calle, un grupo no siempre debidament­e contemplad­o. De hecho, la Comunidad San Egidio, que recorre por las noches barrios de la ciudad de Buenos Aires llevándole­s alimento manifestó su preocupaci­ón porque es asistencia está suspendida.

Los frentes son varios. Uno no menor es la atención sanitaria si se tiene en cuenta que muchos habitantes de las villas se atienden en hospitales de la ciudad de Buenos Aires. Por eso, un grupo de curas villeros, religiosas y dirigentes sociales difundiero­n una declaració­n en la que dicen entre otras cosas que durante la emergencia “es necesario ampliar los días (a sábado, domingo, y feriados) y los horarios de atención de los centros de salud cercanos a nuestros barrios; como también contemplar que los módulos hospitalar­ios móviles anunciados por las autoridade­s nacionales, se ubiquen en las cercanías de villas y asentamien­tos”. Así las cosas, el desafío de los sacerdotes de las villas –que ya venían sobrecarga­dos por el parate económico- se agigantó por la amenaza del coronaviru­s. Pero todo lo que ellos hagan con sus voluntario­s y el aporte público y privado puede ser clave con el paso de los días para garantizar la paz social. ■

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En Olivos. El presidente Alberto Fernández se reunió esta semana con curas villeros en su residencia.

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