Sánchez endurece el confinamiento en España tras las críticas de la oposición
Durante dos semanas se detienen las “actividades no esenciales”. En un sólo día hubo 832 muertos.
España, el segundo país del mundo con más muertos por coronavirus, detendrá todas “las actividades no esenciales” durante dos semanas, del 30 de marzo al 9 de abril, para intentar prevenir aún más la propagación del Covid-19.
La medida, que endurece el confinamiento de la población dictado el 14 de marzo y vigente hasta el 11 de abril, fue anunciada por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, quien se encuentra bajo fuerte presión de la oposición y de algunos aliados. El país reportó ayer 832 muertos en 24 horas, un nuevo récord diario, y suma ya 5.690 fallecidos.
“Todos los trabajadores de actividades no esenciales deberán quedarse en casa en las próximas dos semanas, como hacen durante el fin de semana”, declaró Sánchez, poniendo a modo de ejemplo el sector de la construcción, que había seguido activo pese al confinamiento. Seguirán activos sectores como alimentación, sanidad y energía, al igual que la prensa.
El mandatario señaló que el objetivo es reducir “aún más la movilidad de las personas”, prevenir así la expansión de la epidemia y “descongestionar” los hospitales, muchos de ellos saturados en las zonas más castigadas del país, como Madrid o Cataluña. Los trabajadores afectados “continuarán recibiendo su salario con normalidad” durante ese período, detalló, y “recuperarán las horas de trabajo no prestadas de manera paulatina y espaciada en el tiempo”.
Esto ocurre en medio de los roces que tiene con dirigentes políticos por el coronavirus. El miércoles a la noche, y entrada la madrugada del jueves, Sánchez soportó en el Congreso, con las muelas apretadas, los reproches de la oposición por el manejo de la peor crisis sanitaria que agobia a España desde la II Guerra Mundial.
Acorralado. Así están Sánchez y su gobierno de coalición, el primero de la historia democrática española, que cumplirá 100 días en poco más de una semana y en plena prolongación del estado de alarma por el Covid-19.
La centro-derecha le recrimina haber reaccionado tarde para frenar la propagación de la pandemia que convirtió a España en el segundo país del mundo en cantidad de muertos por coronavirus y en el cuarto en número de contagiados: los casos positivos suman más de 72.000.
Por su parte, el independentismo, ese socio vidrioso que Sánchez necesitó para convertirse en presidente, le reclama un confinamiento más duro: le exige el cierre de toda actividad que no sea primaria, sobre todo para Madrid y para Cataluña, las dos comunidades más afectadas, con 21.500 y 14.300 casos de Covid-19 cada una.
A pesar de que Argentina se habría inspirado en las medidas de confinamiento impuestas por España, el “yo tengo un amigo anti K que ahora es Albertista” que se multiplica en nuestras pampas por el manejo que el presidente Fernández está haciendo de la epidemia no prendió en España, donde el precio político que ya le están facturando a Pedro Sánchez podría costarle el gobierno.
La oposición le echa en cara haber permitido las marchas feministas del 8 de marzo por el Día Internacional de la Mujer que, sólo en Madrid, convocaron a 120.000 personas. Para entonces, el Centro Europeo para el
Control y Prevención de Enfermedades, la agencia de salud pública europea, llevaba tres días desaconsejando actos multitudinarios y recomendando medidas de distanciamiento.
El Tribunal Supremo ya recibió una denuncia en contra del presidente, por prevaricación y lesiones, al no haberse opuesto a las manifestaciones del 8-M. Cuando casi una semana después de las marchas Sánchez plantó el estado de alarma para todo el país, el 14 de marzo, España contaba con más de 6.300 contagiados y 190 muertos.
El gabinete de gobierno de Sánchez sigue en funciones con tres bajas: la vicepresidenta Carmen Calvo, la ministra de Igualdad, Irene Montero, y la de Política Territorial y Función Pública, Carolina Darias, que fueron diagnosticadas con Covid-19.
“Más de medio millón de sanitarios merecen aplausos a las ocho de la noche pero necesitan protección eficaz a las ocho de la mañana”, le reprocha el líder de la oposición, Pablo Casado, presidente el Partido Popular, ante el reclamo de barbijos y equipos adecuados para los médicos y enfermeros que están en la línea de fuego combatiendo contra la pandemia.
El partido de ultraderecha Vox le reclama no sólo que no haya suspendido las manifestaciones del 8 de marzo sino también que el gobierno no haya cumplido la cuarentena, luego de los positivos detectados en su gabinete. Uno de los vicepresidentes, Pablo Iglesias, el líder del populista Podemos y pareja de la ministra de Igualdad que fue diagnosticada con Covid-19, no soportó perder el protagonismo de las ruedas de prensa en las que rotan los distintos ministros.
El 12 de marzo afirmó: “No tengo coronavirus. Por delante me quedan 14 días de cuarentena cuidando a mi familia y trabajando por medios telemáticos”. Tres días después, sin embargo, se saltó el aislamiento para no faltar en la firma de la reunión extraordinaria del Consejo de Ministros que aprobó el estado de alarma. Cuatro días más tarde volvió a abandonar el confinamiento en su casa para dar una conferencia de prensa.
“Han perdido ustedes un tiempo que es oro y que ha costado muchas vidas de españoles, rectifique radicalmente, pida disculpas porque es algo que se puede hacer en política”, le pide Santiago Abascal, el líder del ultraderecha Vox, que se contagió de coronavirus, se supone, en un acto partidario.
Hasta el socio del gobierno del PSOE, Podemos, se permite solicitarle a Sánchez mayores restricciones: “Si se pudiera considerar en el gobierno de nuestro país, a lo mejor, algunos niveles de restricción de movimientos mayores…”, sugiere delicadamente el argentino Pablo Echenique, portavoz parlamentario de Podemos. “O paramos el país o nos quedamos sin país”, advirtió. Ayer, Sánchez reforzó las restricciones. ■
“Han perdido ustedes un tiempo que es oro y que ha costado muchas vidas de españoles”