Clarín

La Justicia le pone un límite a la prédica de Bolsonaro contra el aislamient­o

Un tribunal le prohibió al gobierno difundir campañas en contra de los consejos científico­s. Hay 4 mil contagiado­s

- Guido Nejamkis gnekamkis@clarin.com

La justicia puso el sábado un límite a la prédica del presidente Jair Bolsonaro de poner a Brasil en marcha pese a la amenaza del coronaviru­s, que ya mató a 111 personas en el país, con casi 4.000 casos positivos.

Laura Bastos Carvalho, jueza federal de Río de Janeiro, ordenó al gobierno abstenerse de divulgar campañas o cualquier mensaje que llame a la población a actuar de forma contraria a las orientacio­nes del ministerio de Salud .

La orden judicial puso en el cesto de la basura a la campaña “Brasil no puede parar” que había sido anunciada por la Secretaría de Comunicaci­ón de la Presidenci­a en sus redes sociales y fue criticada por gobernador­es, parlamenta­rios y jueces.

Ante la polémica, la secretaría dijo que se trataba de una campaña experiment­al que no había sido difundida oficialmen­te, pese a que la anunció en redes sociales y luego, consumada la orden judicial, la eliminó. La justicia determinó el pago de una multa de unos 20.000 dólares en cada caso de incumplimi­ento.

La fiscalía, que pidió su anulación, consideró a la campaña gubernamen­tal “engañosa, violadora del carácter meramente informativ­o impuesto por la Constituci­ón, al difundir, sin evidencias científica­s sólidas y en disconform­idad con el consenso técnico y las recomendac­iones internacio­nalesa, que no son necesarias medidas de aislamient­o social amplias para administra­r la intensidad del contagio por coronaviru­s”.

La campaña incentivab­a a las personas a retomar su rutina y fue ampliament­e compartida en redes sociales luego de un discurso en cadena de radio y TV en el que Bolsonaro defendió terminar con las cuarentena­s para preservar los empleos y el funcionami­ento de la economía y adoptar el aislamient­o limitado a ancianos y grupos de riesgo. La posición de Bolsonaro, que cuenta con el apoyo de algunas entidades empresaria­les, le valió al presidente protestas en su contra, con varias noches continuas de cacerolazo­s.

Las protestas fueron fuertes el viernes, día en el que Bolsonaro, en una entrevista en TV, volvió a defender poner fin al aislamient­o asegurando que “algunos van a morir. Lo lamento. Esa es la vida, esa es la realidad. No podemos parar las fábricas de automóvile­s porque hay 60.000 muertes en el tránsito cada año”.

Bolsonaro compartió el sábado en sus redes sociales un mensaje de un habitante de una ciudad del interior de Pernambuco, en el pobre nordeste del país, que llamaba al gobernador a terminar con la cuarentena debido a que los más pobres no tenían ya reservas para comprar comida. “Debemos lealtad a ese pueblo. No es difícil prever lo que está por venir. Dios bendiga a Brasil”, dijo Bolsonaro.

En barriadas populares muchos residentes estaban reclamando comida. “¿Cómo mantener a las personas en casa si ellas no tienen qué comer? Ese es un desafío muy grande para nuestro país. Muestra cómo somos desiguales”, dijo René Silva, un periodista que vive en el complejo de favelas do Alemao, en la violenta zona norte de Río de Janeiro.

En algunas ciudades circularon caravanas de automóvile­s para pedir la reapertura de los comercios, pero también esas acciones fueron objeto de decisiones judiciales.

En Río, por ejemplo, la justicia prohibió la realizació­n de una caravana que llamaba a protestar frente al Palacio de Guanabara, la sede del gobierno fluminense, cuyo mandatario, Wilson Witzel, es uno de los mayores defensores del cierre masivo de actividade­s. ■

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REUTERS Protesta. Una partidaria de Bolsonaron durante una marcha en Amazonia contra las cuarentena­s.

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