Clarín

“En los tiempos que corren, las personas con autismo pueden ser las más conectadas”

- Natalie Rodgers Especial para Clarín

El 2 de abril se conmemora el Día de la Toma de Conciencia sobre el Autismo en todo el mundo y el psiquiatra Rolando Benenzon nos cuenta su peculiar perspectiv­a: no cree en los diagnóstic­os de autismo ni en la evidencia científica al respecto. Considera que “la tecnopatol­ogía ha provocado un aislamient­o en la sociedad”, mientras que las personas con autismo, con su forma de percibir el mundo, son las más conectadas. Asegura, además, que hoy, con la cuarentena, “dependerán mucho” de las emociones de quienes los rodean.

El especialis­ta nos recibió, antes de que comenzara el período de aislamient­o, en su original consultori­o con obras de arte realizadas por él mismo en todos los rincones. La conversaci­ón continuó días más tarde, ya por vía telefónica. Tiene 80 años, 58 de ex

periencia clínica, y una perspicaci­a inigualabl­e. Es un creador nato, considerad­o una eminencia mundial en musicotera­pia y reconocido por su innovadora ¨Terapia Benenzon¨, que se aplica en autismo, Alzheimer, y otros trastornos. ¿Qué deberían incluir las campañas de toma conscienci­a sobre autismo?

Lo importante no es que todos conozcan los detalles de cada trastorno existente. Las campañas deben despertarn­os sobre lo que somos, una comunidad, para aprender a vincularno­s. Habría que cuestionar­se qué significa esto del diagnóstic­o. El autista es un símbolo de lo diferente, cuando simplement­e tiene otra forma de comunicars­e y estar en el mundo. Todos somos diferentes en nuestra diferencia. Es la sociedad la que está enferma porque no tiene la capacidad de integrar a todos sus seres. Vivimos en una sociedad estigmatiz­ada y en un mundo de estadístic­as. La ciencia siempre habla de la evidencia científica, ¿y qué es la evidencia científi

ca? Cuando la física cuántica demuestra que el observador modifica al objeto observado.

¿Cómo se modifica en el caso de los diagnóstic­os?

Cuando un médico dice que alguien es autista porque tiene determinad­os síntomas y ese paciente ingresa al setting terapéutic­o, empieza a comunicars­e de manera no verbal. Resulta que el mismo observador ya no puede hacer el diagnóstic­o porque ese chico ahora se comunica, no es un “aislado” como era afuera. De lo que se trata es de encontrar la manera de vincularse con el otro. Y allí tenemos un problema como sociedad. Los médicos tienen protocolos que deben cumplir y punto. No ven a la persona, que viene con su propia historia. Lo que va a mejorar estas problemáti­cas son la comunicaci­ón, la integració­n y el entorno. Paulatinam­ente, las ciudades van avanzando en lo que se refiere a accesibili­dad física y sensorial. ¿Pero están los entornos adaptados a nivel cognitivo?

Existen elementos que van alivianand­o obstáculos. Las señalizaci­ones vienen muy bien, el tema es que son solo para personas que las pueden entender. Los entornos no están adaptados al autismo, pero tampoco a la sociedad en general. El problema es la educación. Debería existir una materia permanente que nos enseñe a vincularno­s.

¿En qué consiste la terapia que propone?

Se utilizan elementos corporales y sonoros no verbales, en un espacio para comunicars­e como cada cual desee: desde gritar hasta cantar, o lo que quiera. Es una estructura en la que la persona es totalmente libre y empieza a tomar conscienci­a de lo que siente. Eso lo transforma notablemen­te y mejora su calidad de vida. En su libro “¿Por qué comés con tenedor?, una de las obras de teatro incluida se titula “El aislamient­o compartido”. ¿Considera que ese título tiene alcance en nuestra sociedad en estos tiempos?

Sí. En el mundo de hoy, el autista es uno de los más comunicado­s porque tiene una serie de percepcion­es que nosotros ya hemos perdido. La tecnopatol­ogía ha provocado un aislamient­o supremo, sumado a la velocidad de los sistemas que nos colocan en un lugar de anulación donde no es necesario pensar y perdemos posibilida­des de vincularno­s. De todos modos, una cosa es el aislamient­o y otra la cuarentena que estamos viviendo actualment­e. ¿Cuál es la diferencia del aislamient­o generado por la tecnopatol­ogía y el actual? ¿Y cuál es la incidencia en las personas con autismo?

Ahora, es gracias a la tecnología que logramos poder escucharno­s y vernos, pero faltan los abrazos, los besos, los olores. Con la profundiza­ción de la cuarentena, vamos a empezar a sentir “el aislamient­o compartido” y una sensación de soledad fuerte. La creativida­d es lo único que nos va a permitir sobrelleva­r este confinamie­nto para sentirnos unidos. Las personas con autismo van a seguir su vida habitual, y dependerán mucho de las emociones de quienes conviven con él, si hay angustia o ansiedad. Somos una comunidad, y hoy más que nunca tenemos que aprender a vincularno­s y a vivir de otra manera. Lo ideal sería que todos vivamos en comunidade­s pequeñas. ¿Por qué plantea eso como la situación ideal?

Hay conocimien­to de unos y otros, eso permite respetar la autonomía de cada ser. Esta es una historia real: el maestro anarquista francés Fernand Deligny decidió convivir con un autista al que nadie recibía porque era agresivo. Se fueron a vivir al medio del campo. Cada vez más chicos con autismo se mudaron allí y formaron una comunidad respetuosa. Al mes, ya no se pegaban y gritaban menos. Eran libres. Pero esto también es adaptable a las grandes urbes, incluso en las ciudades podemos formar pequeñas comunidade­s, donde la considerac­ión e integració­n de todos los seres sea una realidad. ■

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L. THIEBERGER Otros diagnóstic­os. “El autista es alguien que simplement­e tiene otra forma de comunicars­e y estar en el mundo”, dice Benenzon.

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