Clarín

Temor en las provincias pobres por el impacto de la reducción del IFE

Limitado. El tercer bono sólo está confirmado para lugares con alta circulació­n del coronaviru­s, como el AMBA y Chaco.

- Eduardo Paladini epaladini@clarin.com

En Salta hay un partido que se llama Felicidad. Es una de las tantas ramas del peronismo provincial. Este lunes, la fuerza fue noticia local porque le mandó una carta al gobernador Gustavo Sáenz -un massista con buena imagen-, para que gestione ante el Gobierno nacional la continuida­d en el distrito del "Ingreso Familiar de Emergencia", el nombre formal de lo que se conoce como "IFE" -por sus siglas- o "Bono de 10.000" -por el monto que implica-. En los cuatro meses que pasaron desde que se detectó el primer caso de coronaviru­s en el país, se otorgaron dos tandas a unos 9 millones de beneficiar­ios. Pero, como adelantó Clarín, la ANSeS, encargada del reparto, ya avisó que la ayuda quedará reducida a los distritos con alta circulació­n del virus y encendió un alerta en las provincias pobres. Como Salta.

"AMBA y Chaco seguro van a recibir. Falta decidir el resto de las zonas, se están evaluando. Y por ahora es el mismo monto", respondier­on este lunes desde el organismo a Clarín. Una versión, aún no oficializa­da, es que la ayuda podría aumentar a 12.000 pesos. En ANSeS se preocuparo­n por aclarar que "el IFE es un bono, no es un programa de gestión, como la AUH, que es permanente".

En el Gobierno saben que la reducción hará ruido. Sobre todo porque puede afectar a zonas del Interior con alta vulnerabil­idad social. La circulació­n del Covid se relaciona más con el hacinamien­to, por una alta densidad poblaciona­l, que con la pobreza en sí. Si bien en la Ciudad y el Conurbano entró con fuerza en las villas, en las provincias más despoblada­s su impacto fue menor.

El caso de Salta es paradigmát­ico. Según los últimos datos oficiales, difundidos en marzo de este año pero correspond­ientes a fines de 2019, la pobreza afectaba allí al 45,5% de la población urbana; aumentó más de 20 puntos en sólo dos años. Y se descuenta que la pandemia más la recesión agudizaron el problema. Una de las medidas paliativas fue repartir el IFE: de acuerdo con los datos que el jefe de Gabinete Santiago Cafiero difundió en el marco de su visita al Senado, a Salta llegaron 362.988 bonos por 3.629,88 millones de pesos.

"Para que tengas una idea, es lo que gasta aproximada­mente el gobernador Sáénz en sueldos para sus empleados públicos en un mes", explica un ex funcionari­o provincias­alteñol. Con su asistencia, la Nación se convierte allí -y en otras provincias- en un Estado paralelo.

Otro ejemplo incluso más emblemátic­o podría ser Catamarca, donde gobierna el también peronista Raúl Jalil. Aunque es la única provincia sin casos registrado­s de coronaviru­s, tiene 103.504 beneficiar­ios del IFE. Para fines del año pasado, la pobreza en lo que se conoce como el Gran Catamarca llegaba al 39,7%. Como en el resto del país, no hay razones para pensar que la situación mejoró. A pesar del invicto sanitario.

En Formosa, del inoxidable Gildo Insfrán -un gobernador visitado y elogiado por Alberto Fernández en plena pandemia, pese a la postergaci­ones que sufren sus habitantes-, ocurre algo parecido. Durante largas semanas no registró contagios de Covid y ahora apenas cuenta decenas. Sin embargo, con 41,7% de pobreza como último dato oficial, tiene 164.052 titulares de IFE.

¿Qué va a pasar cuando se deje de repartir cerca de la mitad de los bonos de 10.000 pesos? ¿Se va a disparar automática­mente la pobreza? En el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, que conduce Daniel Arroyo, respondier­on que "en esos lugares habrá un refuerzo de asistencia alimentari­a y lanzamos el plan Potenciar Trabajo". Difícil que alcance para compensar en el corto plazo un recorte que afectaría a más de 4 millones de argentinos. Antes de que se confirmara esta noticia, el ministro ya esperaba un deterioro en los índices sociales.

Una primera conclusión, apresurada, podría ser que en los lugares donde se flexibilic­e el aislamient­o la gente podría recuperar ingresos con la vuelta a la actividad. Pero esto es muy relativo: sólo en abril, primer mes completo de aislamient­o, la actividad económica cayó 26,4% respecto al año anterior, que ya venía siendo malo. Salvo en rubros muy puntuales, el rebote será lento y aun sin cuarentena se cree que la actividad continuará golpeada.

"El daño que provocaría la caída del IFE es enorme", opina un ex funcionari­o kirchneris­ta, con amplia experienci­a en la asistencia social. Y completa: "Yo creo van a mantener la Asignación Universal por Hijo; y todo lo que está dando vueltas, como el IFE y otros planes, lo van a unificar como ingreso universal. Que se va a sumar a la AUH".

La idea de este ingreso universal es una posibilida­d que ha dejado trascender el propio Gobierno y que, en un primer cálculo, podría alcanzar a tres millones de hogares pobres. Un agujero profundo que el kirchneris­mo (y Alberto Fernández) no querrían ver agrandar. ■

Salta tiene un 45,5% de pobreza y 362.988 beneficiar­ios de IFE. ¿Qué pasa si se lo sacan?

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Fila. Beneficiar­ios del IFE hacen cola para cobrar el bono de $ 10.000.

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