Sólo cuatro provincias tienen clases por videoconferencia en escuelas públicas
Son Chubut, La Pampa, Santa Fe y Capital. Las plataformas tipo Zoom son clave para la educación a distancia.
“No quiero ser alarmista, pero la educación va a entrar en una situación de emergencia si la pandemia se extiende por mucho tiempo, como parece. Va a provocar diferencias muy grandes en los aprendizajes entre los países que pueden ofrecer plataformas en línea con una estrategia clara y quienes no. Y la Argentina está muy mal parada para esto. Hoy, la mayoría de los docentes no entienden la lógica pedagógica de las plataformas educativas y, lo más grave, es que, en general, los equipos técnicos de las provincias tampoco”, le dijo a Clarín Alejandro Artopoulos, director del Centro de Innovación Pedagógica de la Universidad de San Andrés.
Artopoulos acaba de terminar un informe para el Observatorio Argentinos para la Educación en el que relevó las herramientas digitales que desarrollaron las provincias argentinas para hacer frente a la interrupción de las clases. Detectó que las 24 jurisdicciones diseñaron algún tipo de respuesta digital para sus escuelas públicas: básicamente, sitios web que conectan a diversas herramientas y contenidos digitales. En todos los casos, estas páginas permiten acceder a material de
lectura, la mayoría ofrece contenido audiovisual. Pero sólo 4 provincias dijeron contar con la posibilidad de hacer clases “sincrónicas”, es decir videoconferencias grupales, al estilo de Zoom. En el informe figuran Chubut, La Pampa y Santa Fe. Ante la consulta de Clarín, desde el Gobierno de la Ciudad afirmaron que lo implementaron este mes, pero el autor del informe asegura que "eso no llegó a las escuelas".
La posibilidad de hacer videoconferencias no es algo menor. Los especialistas coinciden que esta tecnología es fundamental para que las clases virtuales sean lo más parecidas a las presenciales y así recrear el contacto habitual de los docentes y sus alumnos en clases. “Bien usada se puede hasta para preparar los recreos, para conectar en la dimensión emocional y social de la escuela, pero la mayoría de los colegios del país no lo está haciendo”, agrega Artopoulos.
Y aclara que no se trata de usar solo videoconferencias, sino hacer un uso adecuado de la combinación entre lo que ofrecen las clases sincrónicas y las asincrónicas para cada grupo de alumnos. “Hay escuelas privadas que hoy les están dando clases en Zoom a los chicos durante toda la mañana y eso tampoco es bueno. Duplica el estrés, genera ansiedad y no ayuda a los aprendizajes”, afirma.
Del trabajo surgen otros elementos para prestar atención, en cuanto a cómo se encara la educación a distancia, y que apuntan a lo pedagógico y a la privacidad de los datos de los estudiantes y los maestros.
En lo educativo, las herramientas digitales que usa la mayoría de las escuelas no tienen espacios con “buzones de entrega” (herramientas para que los estudiantes entreguen las tareas en forma ordenada), ni ningún desarrollo para que los docentes puedan hacer seguimiento pedagógico de cada alumno.
“Más del 50% de las escuelas usan Google Classroom, por ejemplo, pero la mayoría no sabe cómo utilizar las herramientas de evaluación, como las rúbricas. Los directores tampoco aprovechan la posibilidad que ofrece Classroom para gestionar el avance pedagógico de los distintos cursos: se usa para el contacto directo entre docentes y sus alumnos, y nada más”, dice Artopoulos.
Con respecto a la privacidad, la preocupación pasa por ciertas clases asincrónicas que generan los docentes, y sobre todo los videos que se cuelgan en YouTube. “Es peligroso, porque se meten con tu contenido y se usa para publicidad. El sistema de aprendizaje debiera estar por afuera del circuito comercial, pero casi ninguna herramienta lo toma en cuenta” dice Artopoulos.
“Las herramientas desarrolladas reproducen la lógica de la clase tradicional, privilegiando la circulación de documentos escritos, pero con escasa interacción profesor-alumno; y con bajísimos niveles de utilización del juego como recurso pedagógico, o de trabajo colaborativo”, señala María Cristina Gómez, directora de la Red de Educadores Innovadores.
Consultado sobre las propuestas para mejorar las plataformas educativas, Artopoulos dice que debiera haber una política desde el Estado nacional. “Hay que explicitar un programa de implementación que llegue a todas las escuelas del país, con recomendaciones de uso y monitoreo de buenas prácticas. Hay que hacerlo ahora, porque está visto en otros países que la pandemia sigue para largo”, cierra. ■