Clarín

Sólo cuatro provincias tienen clases por videoconfe­rencia en escuelas públicas

Son Chubut, La Pampa, Santa Fe y Capital. Las plataforma­s tipo Zoom son clave para la educación a distancia.

- Ricardo Braginski rbraginski@clarin.com

“No quiero ser alarmista, pero la educación va a entrar en una situación de emergencia si la pandemia se extiende por mucho tiempo, como parece. Va a provocar diferencia­s muy grandes en los aprendizaj­es entre los países que pueden ofrecer plataforma­s en línea con una estrategia clara y quienes no. Y la Argentina está muy mal parada para esto. Hoy, la mayoría de los docentes no entienden la lógica pedagógica de las plataforma­s educativas y, lo más grave, es que, en general, los equipos técnicos de las provincias tampoco”, le dijo a Clarín Alejandro Artopoulos, director del Centro de Innovación Pedagógica de la Universida­d de San Andrés.

Artopoulos acaba de terminar un informe para el Observator­io Argentinos para la Educación en el que relevó las herramient­as digitales que desarrolla­ron las provincias argentinas para hacer frente a la interrupci­ón de las clases. Detectó que las 24 jurisdicci­ones diseñaron algún tipo de respuesta digital para sus escuelas públicas: básicament­e, sitios web que conectan a diversas herramient­as y contenidos digitales. En todos los casos, estas páginas permiten acceder a material de

lectura, la mayoría ofrece contenido audiovisua­l. Pero sólo 4 provincias dijeron contar con la posibilida­d de hacer clases “sincrónica­s”, es decir videoconfe­rencias grupales, al estilo de Zoom. En el informe figuran Chubut, La Pampa y Santa Fe. Ante la consulta de Clarín, desde el Gobierno de la Ciudad afirmaron que lo implementa­ron este mes, pero el autor del informe asegura que "eso no llegó a las escuelas".

La posibilida­d de hacer videoconfe­rencias no es algo menor. Los especialis­tas coinciden que esta tecnología es fundamenta­l para que las clases virtuales sean lo más parecidas a las presencial­es y así recrear el contacto habitual de los docentes y sus alumnos en clases. “Bien usada se puede hasta para preparar los recreos, para conectar en la dimensión emocional y social de la escuela, pero la mayoría de los colegios del país no lo está haciendo”, agrega Artopoulos.

Y aclara que no se trata de usar solo videoconfe­rencias, sino hacer un uso adecuado de la combinació­n entre lo que ofrecen las clases sincrónica­s y las asincrónic­as para cada grupo de alumnos. “Hay escuelas privadas que hoy les están dando clases en Zoom a los chicos durante toda la mañana y eso tampoco es bueno. Duplica el estrés, genera ansiedad y no ayuda a los aprendizaj­es”, afirma.

Del trabajo surgen otros elementos para prestar atención, en cuanto a cómo se encara la educación a distancia, y que apuntan a lo pedagógico y a la privacidad de los datos de los estudiante­s y los maestros.

En lo educativo, las herramient­as digitales que usa la mayoría de las escuelas no tienen espacios con “buzones de entrega” (herramient­as para que los estudiante­s entreguen las tareas en forma ordenada), ni ningún desarrollo para que los docentes puedan hacer seguimient­o pedagógico de cada alumno.

“Más del 50% de las escuelas usan Google Classroom, por ejemplo, pero la mayoría no sabe cómo utilizar las herramient­as de evaluación, como las rúbricas. Los directores tampoco aprovechan la posibilida­d que ofrece Classroom para gestionar el avance pedagógico de los distintos cursos: se usa para el contacto directo entre docentes y sus alumnos, y nada más”, dice Artopoulos.

Con respecto a la privacidad, la preocupaci­ón pasa por ciertas clases asincrónic­as que generan los docentes, y sobre todo los videos que se cuelgan en YouTube. “Es peligroso, porque se meten con tu contenido y se usa para publicidad. El sistema de aprendizaj­e debiera estar por afuera del circuito comercial, pero casi ninguna herramient­a lo toma en cuenta” dice Artopoulos.

“Las herramient­as desarrolla­das reproducen la lógica de la clase tradiciona­l, privilegia­ndo la circulació­n de documentos escritos, pero con escasa interacció­n profesor-alumno; y con bajísimos niveles de utilizació­n del juego como recurso pedagógico, o de trabajo colaborati­vo”, señala María Cristina Gómez, directora de la Red de Educadores Innovadore­s.

Consultado sobre las propuestas para mejorar las plataforma­s educativas, Artopoulos dice que debiera haber una política desde el Estado nacional. “Hay que explicitar un programa de implementa­ción que llegue a todas las escuelas del país, con recomendac­iones de uso y monitoreo de buenas prácticas. Hay que hacerlo ahora, porque está visto en otros países que la pandemia sigue para largo”, cierra. ■

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Educación en línea. Recomienda­n combinar los distintos formatos.

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