Hallan casos en la Confitería del Molino, cerrada hace 23 años y en restauración
La obra se había retomado durante la cuarentena. Pero al menos dos obreros se contagiaron.
El Covid-19 se cuela en todos lados. Lo que tal vez fue inesperado es que esta vez apareciera en un edificio que lleva 23 años cerrado. La realidad es que en plena pandemia y cuarentena el Gobierno de la Ciudad decidió reiniciar las obras en la Confitería del Molino, frente al Congreso de la Nación, y en las últimas semanas apareció el coronavirus.
Clarín recibió la información de uno de los contagios, la última semana. Y de otro que habría requerido internación, hace alrededor de diez días. Recién después del contagio confirmado la semana pasada mandaron a los trabajadores a sus casas.
Ahora hay incertidumbre porque no se sabe si alguien más puede estar contagiado. Al parecer, nos les habrían realizado testeos a los contactos estrechos, aquellos que estuvieron compartiendo jornadas laborales con los infectados. Como medida de prevención, en el lugar había carteles para que los empleados usaran barbijos y se lavaran las manos.
La obra para la puesta en valor de la confitería empezó hace más de un año, se interrumpió durante los primeros meses de la pandemia y se retomó cuando la construcción pasó a ser una actividad exceptuada.
Hay dos obras en paralelo: la de la cúpula y la cubierta de la confitería, a cargo de la firma Progorod S.A., y la fachada a cargo de la contratista HIT S.A. Originalmente, ambas empresas tenían tiempo hasta mayo para finalizar los trabajos, pero la pandemia alteró todas las previsiones.
Según pudo saber Clarín, sólo Progorod habría avanzado en estos últimos días. Trabajaban en el lugar alrededor de 10 obreros, más tres técnicos, personal de seguridad y supervisores del Gobierno porteño. El control de los trabajos está bajo la órbita de la Dirección General de Regeneración Urbana del Ministerio de Ambiente y Espacio Público de la Ciudad.
Clarín habló con fuentes de la Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina y con personal vinculado a la obra en la emblemática esquina de Callao y Rivadavia. Según pudo reconstruir este medio, la semana pasada habría tenido lugar el contagio.
Sin embargo, había incertidumbre entre los obreros porque, más allá del aislamiento preventivo, ninguno de los que allí cumplía tareas habría sido testeado como contacto estrecho. Por ese motivo no se sabe quién podría estar infectado y si a su vez podría convertirse en fuente de contagio. Hasta este fin de semana, no habrían sido reportados nuevos casos.
La restauración de la confitería es financiada por el Gobierno Nacional y está a cargo de una comisión bicameral del Congreso de la Nación, bajo la supervisión del Gobierno porteño. Desde su cierre, el 24 de enero de 1997, el edificio sufrió más de dos décadas de deterioro. Tiene 7.600 metros cuadrados y cinco plantas. En poco más de un año se reconstruyeron decenas de vitrales, se restauraron más 250 metros de fachada, 150 metros de estucos y los salones principales dejaron de lucir en ruinas. ■