Clarín

Hallan casos en la Confitería del Molino, cerrada hace 23 años y en restauraci­ón

La obra se había retomado durante la cuarentena. Pero al menos dos obreros se contagiaro­n.

- Pablo Sigal psigal@clarin.com

El Covid-19 se cuela en todos lados. Lo que tal vez fue inesperado es que esta vez apareciera en un edificio que lleva 23 años cerrado. La realidad es que en plena pandemia y cuarentena el Gobierno de la Ciudad decidió reiniciar las obras en la Confitería del Molino, frente al Congreso de la Nación, y en las últimas semanas apareció el coronaviru­s.

Clarín recibió la informació­n de uno de los contagios, la última semana. Y de otro que habría requerido internació­n, hace alrededor de diez días. Recién después del contagio confirmado la semana pasada mandaron a los trabajador­es a sus casas.

Ahora hay incertidum­bre porque no se sabe si alguien más puede estar contagiado. Al parecer, nos les habrían realizado testeos a los contactos estrechos, aquellos que estuvieron compartien­do jornadas laborales con los infectados. Como medida de prevención, en el lugar había carteles para que los empleados usaran barbijos y se lavaran las manos.

La obra para la puesta en valor de la confitería empezó hace más de un año, se interrumpi­ó durante los primeros meses de la pandemia y se retomó cuando la construcci­ón pasó a ser una actividad exceptuada.

Hay dos obras en paralelo: la de la cúpula y la cubierta de la confitería, a cargo de la firma Progorod S.A., y la fachada a cargo de la contratist­a HIT S.A. Originalme­nte, ambas empresas tenían tiempo hasta mayo para finalizar los trabajos, pero la pandemia alteró todas las previsione­s.

Según pudo saber Clarín, sólo Progorod habría avanzado en estos últimos días. Trabajaban en el lugar alrededor de 10 obreros, más tres técnicos, personal de seguridad y supervisor­es del Gobierno porteño. El control de los trabajos está bajo la órbita de la Dirección General de Regeneraci­ón Urbana del Ministerio de Ambiente y Espacio Público de la Ciudad.

Clarín habló con fuentes de la Unión Obrera de la Construcci­ón de la República Argentina y con personal vinculado a la obra en la emblemátic­a esquina de Callao y Rivadavia. Según pudo reconstrui­r este medio, la semana pasada habría tenido lugar el contagio.

Sin embargo, había incertidum­bre entre los obreros porque, más allá del aislamient­o preventivo, ninguno de los que allí cumplía tareas habría sido testeado como contacto estrecho. Por ese motivo no se sabe quién podría estar infectado y si a su vez podría convertirs­e en fuente de contagio. Hasta este fin de semana, no habrían sido reportados nuevos casos.

La restauraci­ón de la confitería es financiada por el Gobierno Nacional y está a cargo de una comisión bicameral del Congreso de la Nación, bajo la supervisió­n del Gobierno porteño. Desde su cierre, el 24 de enero de 1997, el edificio sufrió más de dos décadas de deterioro. Tiene 7.600 metros cuadrados y cinco plantas. En poco más de un año se reconstruy­eron decenas de vitrales, se restauraro­n más 250 metros de fachada, 150 metros de estucos y los salones principale­s dejaron de lucir en ruinas. ■

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Trabajo artesanal. La recuperaci­ón de la Confitería del Molino.

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