Clarín

No es la caída, estúpido, sino la recuperaci­ón: tenemos que prepararno­s mejor

Estrategia sanitaria. Cuanto más extensa sea la cuarentena, más limitada estará la actividad. La complejida­d es extrema.

- Martín Rapetti Investigad­or del CEDES

El INDEC acaba de informar el último dato del Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) que es la mejor aproximaci­ón que disponemos del PIB con frecuencia mensual. En abril, la actividad se desplomó 17,5% respecto a marzo. Comparado con febrero, último mes completo sin cuarentena, la caída alcanza el 26,4%.

Para ponerlo en perspectiv­a: entre mediados de 1998 y principios de 2002 —lo que le tomó a la economía argentina transitar el derrumbe de la convertibi­lidad— la caída del PBI fue de casi 21%.

Alarmante, ¿verdad? Sin duda. Quisiera, sin embargo, invitarlos a reflexiona­r sobre lo que estamos atravesand­o y cómo podemos pensar el futuro próximo.

La fuerte caída de la actividad responde a la estrategia sanitaria de aislamient­o y distanciam­iento social con la que se busca evitar la catástrofe sanitaria que impone la pandemia. Al imposibili­tarse o limitarse la capacidad de producir bienes y servicios, es inevitable que la producción se contraiga rápida y fuertement­e.

Sin embargo, a medida que la estrategia sanitaria se relaje, iremos viendo una recuperaci­ón de la actividad.

Así como los actuales números negativos son el reflejo de un parate forzado, la reactivaci­ón será la manifestac­ión del levantamie­nto de las restriccio­nes.

Lo que no sabemos es cuán fuerte y veloz será esa recuperaci­ón.

La discusión respecto a la tensión entre salud y economía ha ayudado poco a pensar este tema. También aquí parece haberse colado la grieta.

El mundo entero experiment­ará una fuerte contracció­n de la actividad y el empleo. Todo parece indicar que el efecto de las diferentes estrategia­s sanitarias adoptadas por los países será más bien de segundo orden comparado con el brutal impacto del COVID-19 sobre la economía.

Esta conclusión, sin embargo, no debería llevarnos a pensar que la estrategia sanitaria será neutra respecto al desenvolvi­miento futuro de la economía. Aunque su efecto no se manifestar­á mayormente sobre la caída, sí lo hará sobre la fuerza y velocidad de la recuperaci­ón posterior.

Cuanto más intensa y extendida sea la cuarentena, más serán las empresas y trabajador­es limitados en su capacidad de generar ingresos.

Al no contar con recursos suficiente­s para hacer frente a sus obligacion­es, deberán desprender­se de activos, despedir empleados valiosos e incluso cerrar sus persianas.

El Estado está haciendo un enorme esfuerzo para brindarles recursos, pero esa ayuda será inexorable­mente limitada dada la debilidad de las finanzas públicas.

Con menos empresas en pie, muchas otras en condicione­s de fragilidad y alto desempleo, la recuperaci­ón difícilmen­te pueda tener mucho vigor.

No es momento de grietas. En una situación de extrema complejida­d para la que nadie estaba preparado, no es fácil saber qué hacer.

Usemos nuestras energías para tener una conversaci­ón productiva que contribuya a prepararno­s mejor para la recuperaci­ón. ■

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Vidriera. Nadie estaba preparado para una contracció­n tan profunda.

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