Clarín

Involucran a un empresario argentino en un caso de abuso sexual de menores

La “Operación Océano” empezó en 2019 por la denuncia de una chica de 16 años. Hay seis víctimas y 21 acusados.

- Natalia Iocco niocco@clarin.com

Fiestas, viajes en yate, droga o dinero. Esas eran algunas de las retribucio­nes que adultos ofrecían para mantener encuentros sexuales con adolescent­es. Todo empezó en 2019 y salpica profesores, arquitecto­s, abogados, empresario­s y hasta un ex juez. La explotació­n sexual se producía en Maldonado y Montevideo. Hay 21 acusados, entre ellos un argentino, y al menos seis víctimas.

La punta del ovillo fue una denuncia por abuso sexual. Eso le permitió a la Justicia hallar mensajes de texto, pedidos de fotos y referencia­s a supuestos “regalos” a cambio de encuentros sexuales.

El último en ser imputado fue un empresario argentino radicado en Uruguay hace “muchos años”. Se llama Ricardo Orestes Cirio y tiene 63 años. Por la cuarentena, estaba en Buenos Aires cuando la Justicia lo citó y recién el viernes logró regresar, pero en calidad de detenido.

El sábado formalizar­on la acusación en su contra en la denominada “Operación Océano”, aunque luego quedó en libertad. Le retuvieron el pasaporte, tiene que informar su residencia y presentars­e periódicam­ente en la dependenci­a policial más cercana a su domicilio.

Según contó el periodista Antonio Ladra, de Radio Ciudadana, Cirio tiene negocios vinculados al desarrollo inmobiliar­io y estuvo al frente de un exclusivo colegio de San Rafael, cerca de Punta del Este, en el departamen­to de Maldonado.

En la fiscalía penal de Delitos Sexuales, Violencia Doméstica y Violencia basada en Género de Montevideo le informaron sobre la acusación en su contra: “Reiterados delitos de retribució­n o promesa de retribució­n a personas menores de edad o incapaces para que ejecuten actos sexuales o eróticos de cualquier tipo”.

A través de su abogado, Alejandro Balbi, el acusado reconoció conversaci­ones y encuentros con una de las adolescent­es, pero dijo haber sido “engañado”. Según pudo saber Clarín, se justificó diciendo que no sabía que se trataba de una menor y que, cuando lo “descubrió”, cortó el vínculo.

La investigac­ión está en manos de la fiscal Darviña Viera y las fiscales adscriptas Fulvia Favretto y Giuliana Realini. Ya formalizar­on la acusación contra 21 personas, entre ellos una mujer. Uno, el primer acusado, está detenido y con prisión preventiva.

Para las investigad­oras, por el momento, no hay pruebas de una “red de explotació­n sexual adolescent­e”, pero sí habría conexión entre las víctimas que les permitió llegar a todos los acusados. “Los adultos se contactaba­n a través de páginas como Locanto, Giralta o Seeking. No se pudo determinar, hasta el momento, que haya una red entre los explotador­es”, explicaron a este diario.

La mayoría de los acusados están imputados por el mismo delito que Cirio. También por el delito de “contribuci­ón” para la explotació­n sexual. Y otro es acusado por proxenetis­mo y por proporcion­ar drogas a menores.

Hay otro imputado que no es argentino, pero es un arquitecto de una reconocida familia de la Ciudad de Buenos Aires vinculada a la protección del patrimonio arquitectó­nico.

Además, explicaron que, como medida cautelar, establecie­ron “la obligación de fijar domicilio y prohibició­n de comunicaci­ón o acercamien­to con la víctima por cualquier medio hasta el 2 de diciembre de 2020”.

Las mujeres que se atrevieron a denunciar son seis. La primera lo hizo por abuso sexual. En su teléfono celular aparecían chats con otras adolescent­es y adultos, fotos eróticas y encuentros en los que estaba claro que hablaban con una menor de edad.

Una adolescent­e de 18 años, que se presume era explotada sexualment­e, fue hallada muerta en el arroyo Solís Chico. Se trató -en principio- de un suicidio, pero en su celular también encontraro­n mensajes de texto y conversaci­ones con adultos. Su caso está siendo investigad­o en el marco de este expediente.

A las jóvenes las encontraba­n usando redes sociales, WhatsApp, Badoo, Tinder y sitios de promoción del trabajo sexual. Allí tenían las primeras charlas y les ofrecían regalos. En algunos casos explicitab­an que iban al colegio o que eran menores. ■

El argentino dijo que una adolescent­e lo engañó y que cortó el vínculo al advertir su edad.

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INFONEGOCI­OS Acusado. El empresario Ricardo Orestes Cirio (63) está radicado hace años en Uruguay.

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