Las claves de “Dark” La enroscada serie alemana llega a su fin
Netflix acaba de estrenar su tercera temporada, con una trama enigmática que potencia la incertidumbre de la pandemia. Aquí, los enigmas temporales de una serie que ya es fenómeno.
Un ruido negro emergió de la cueva del bosque, junto a la central nuclear, y una lluvia de pájaros muertos golpeó a los habitantes de Winden, Alemania. La luz eléctrica titiló nerviosamente y cuatro familias recordaron sus odios y amores cruzados: los Kahnwald, los Nielsen, los Doppler y los Tiedemman. “¿Y si todo lo que viene del pasado estuviera influido por el futuro?”, es el designio de Dark, la serie dramática de ciencia-ficción, suspenso y viajes en el tiempo que acaba de lanzar su tercera y última temporada en Netflix: la fecha de su supuesto y publicitado Apocalipsis.
Los múltiples géneros de esta producción (la primera original alemana de la plataforma) son su poder encantador. Desde que se estrenó, en diciembre de 2017, triunfó en todo el mundo. Si muchos dicen que su trama es críptica (o inentendible), millones de jóvenes y adultos la ven y estudian con científica fascinación. ¿De qué trata realmente Dark? Del destino y sus escapes. Alguien se lo preguntó en la primera temporada: “¿Es posible cambiar las cosas? ¿O el tiempo es una bestia eterna que no puede ser derrotada? ¿Tenemos libre albedrío o todo es un ciclo eternamente recurrente?”.
Estas inquietudes no son presuntuosas en Dark, creada por los obsesivos Baran bo Odar y Jantje Friese (él es director y guionista, como su esposa, también productora). Aquellos interrogantes filosóficos siguieron surcando la segunda temporada, en junio de 2019, y deberán haberse resuelto con explicaciones bien concretas en los ocho episodios de la temporada final. La trama, una vez más, sucede en distintas fechas entremezcladas: 1921, 1953, 1986, 2019 y... ¡hasta en 2052 y en 2085!
Más allá de las justificaciones científicas -nítidas u obtusas- sobre la cueva tenebrosa que permite los pasajes a otras épocas, el verdadero motor de Dark es más terrenal. Lo oculto y negado en este poblado alemán con una central nuclear generó ramificaciones tan nocivas como esas mismas cuatro familias enlazadas (por ambición, sexo y muerte) durante décadas, hasta la anunciada fatalidad del planeta. No tan lejana...
Los fans, los críticos y los youtubers que producen incontables videos teorizando sobre cada detalle o símbolo de la serie recordarán aquella pasmosa lluvia de pájaros y sus repercusiones hasta hoy. “¿Creés que haya llegado el Apocalipsis?”, le dijo el joven Ulrich Nielsen ( Ludger Bökelmann) a Hannah Krüger (la actriz Ella Lee) en 1986. “Lo imaginé mucho más ruidoso, más deslumbrante -contestó ella-. Si el mundo se terminara hoy y empezara todo de nuevo, ¿ qué deseo pedirías?”, retrucó Hannah. Y Ulrich no dudó: “Aquí nada se entiende. Yo pediría un mundo sin Winden”.
La escena transcurre tres episodios después del arranque de la primera temporada: el día de 2019 en que se ahorcó en su casa Michael Khanwald (Sebastian Rudolph), el padre del protagonista de Dark, el rubio adolescente Jonas (Louis Hofmann), quien nunca se saca su famoso pilotín amarillo con capucha. El suicidio de su padre le generó estrés y aquél terminó en un manicomio, un verano. Cuando salió, Jonas vio que Winden volvía a sufrir un trauma que se repite cada 33 años: la desaparición de niños. El que faltaba ahora era Mikkel Nielsen (Daan Lennard Liebrenz), el hijo del Ulrich adulto (Oliver Masucci). Jonas descubriría que Mikkel había entrado en la cueva y que terminó en 1986. Fue adoptado por una enfermera, se renombró como Michael Khanwald, se casó con Hannah y tuvo un hijo: el propio Jonas.
¿Muy confuso? Y fue sólo el comienzo: 33 años antes había desaparecido en circunstancias similares Mads Nielsen, el hermano de Ulrich. Pero su cadáver reapareció en el bosque, en el presente, con los ojos quemados la misma noche que se esfumó Mikkel. ¿Quién se llevaba a los niños y para qué?
Con su pilotín amarillo, Jonas se dedicó a viajar en el tiempo para descifrar estas coordenadas. Luego creyó volverse loco cuando un extraño adulto, al que se cruzaba en cada época, le reveló que era él mismo, el Jonas adulto (Andreas Pietschmann), al que los fanáticos identifican como “el extraño” (The Stranger). “Quiero que Mikkel vuelva a 2019 y que todo sea como antes”, imploraba Jonas. Y su versión mayor le respondía: “¿No entendés? Las cosas ocurren por algo, aunque sean terribles. Si volviera todo hacia atrás, Mikkel no se casaría con Hannah y vos no existirías”.
Este problema parece afín a un meloframa, aunque el pavor apocalíptico se sumó para enroscar la narración. En los ’50, los ’80 y en 2019 había un sacerdote perverso llamado Noah (Mark Waschke), siempre con la misma edad, que seguro tenía que ver con los secuestros. Claro que la historia se complicó todavía más... ■ Texto ampliado en www.Clarin.com