Clarín

Báez, el socio fiel que expone los límites y absurdos de la Justicia

Su estrategia en los 4 años de preventiva. Resistió las presiones para “arrepentir­se” y trató de escamotear dinero en sus embargos. Pero ahora, un tribunal lo excarceló.

- Claudio Savoia csavoia@clarin.com

Cuando el último candado que separa a Lázaro Báez de la libertad se abra -algún día de la semana que viene- el multimillo­nario contratist­a K habrá concluido una primera estadía en la cárcel llevando consigo todos los secretos sobre los umbríos negocios que compartió con Néstor Kirchner y su esposa, que en más de 4 años tras las rejas nadie logró arrancarle. También será una prueba viviente otra más- de los límites y las incoherenc­ias de la Justicia federal: su demora en investigar y juzgar delitos gravísimos, arbitrarie­dad para detener a un acusado sin motivos consistent­es, y también para excarcelar­lo cuando se probaron varias maniobras para entorpecer la causa.

"La ruta del dinero K" fue el nombre del informe que Periodismo Para Todos, el programa de Jorge Lanata, puso al aire el 14 de abril de 2013 para contar -y mostrar- los trapicheos de Báez para lavar millones de dólares en el exterior luego de la muerte de Néstor Kirchner, con la ayuda de dos nuevos personajes para el circo nacional: los jóvenes Leonardo Fariña y Federico Elaskar.

La investigac­ión judicial comenzó al día siguiente, y de inmediato fue asediada por obstáculos sembrados desde el poder K, con particular protagonis­mo de la ex procurador­a Aleel jandra Gils Carbó: los fiscales antilavado Carlos Gonella y Omar Orsi -integrante­s de Justicia Legítima, como su jefa la procurador­a- se metieron en la causa para tratar de acotar la investigac­ión que iniciaba su colega Guillermo Marijuan, y alejarla de Báez y sobre todo de Cristina.

Mientras el expediente avanzaba a paso de tortuga -malicioso apodo que Lanata le aplicó al juez del caso, Sebastián Casanello-, el fiscal José María Campagnoli reconstruy­ó una ruta de fondos de Báez en el exterior, en la causa de una supuesta extorsión del contratist­a K al financista Elaskar. Pero más allá de las molestias que le causaban los periodista­s, nadie interrumpi­ó los negocios de Lázaro con

Estado. Tampoco los jueces. Sólo tres años más tarde, cuando su avión privado aterrizó en San Fernando el 6 de abril de 2016, una orden de detención firmada por Casanello lo esperaba en la pista de aterrizaje. ¿El argumento? Una brumosa sospecha de que ese vuelo no había notificado su destino y podría servir para que Báez escapase de una cita en los tribunales. ¿El contexto? Días antes TN había difundido el video de un impune Báez, sus socios y su hijo contando millones de dólares entre whiskies y habanos. Sólo desde entonces, Casanello construyó una investigac­ión sólida y probó que Lázaro y los suyos lavaron al menos 60 millones de dólares entre 2010 y 2013. El expediente principal comenzó a juzgarse en 2018, y tendrá sentencia apenas termine el limbo de la cuarentena y la feria judicial. Hasta ahora, dos de los acusadores pidieron para él 8 y 9 años de prisión. El doble de los que pasó hasta ahora entre rejas. Pero ese récord de cárcel para una importante figura del kirchneris­mo -sólo superado por Ricardo Jaime- también mostró a un Báez mucho más duro que otros acusados después de él. El viejo empleado bancario resistió, negoció, manejó y sorteó las presiones de un sector de la AFI para que "confesara" el origen de su fortuna -o más bien su pertenenci­a- en los negocios con Cristina. Varios de sus abogados, vinculados a los servicios de inteligenc­ia, jugaban para lograr eso. Con la misma velocidad que lo hicieron en otros expediente­s, ahora tienen puesta la camiseta K. Uno de ellos aún representa a Báez. Embargado y con todos sus bienes inhibidos, no podía hacer nada de eso. Los sucesivos tribunales que analizaron sus pedidos de acabar con su preventiva coincidier­on en que había riesgo procesal de que Lázaro buscara seguir escondiend­o dinero ilegal. Ni siquiera la pandemia alcanzó para sacarlo de la cárcel, como a Boudou y otros presos K. Pero ese criterio cambió ayer, cuando los jueces de Casación Mariano Borinsky y Javier Carbajo dieron vuelta la historia. Por ahora.●

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