Clarín

Sin una norma nacional, los hospitales arman sus propios protocolos de bioética

Tienen comités que definen criterios para elegir a qué paciente colocarle un respirador o suministra­rle plasma.

- Emilia Vexler evexler@clarin.com

A fines de junio, el Gobierno creó un segundo equipo de asesores, el llamado “Comité de Ética y Derechos Humanos en Pandemia Covid-19” . Esta mesa chica se armó para asesorar al Ministerio de Salud de la Nación en algunas de las decisiones que pueden ser las más difíciles desde que arrancó el brote de coronaviru­s en el país. Este sábado, Juan Carlos Tealdi, uno de sus miembros, pidió “urgente” que el Estado cree un protocolo de asignación de camas de terapia intensiva y respirador­es en caso de un colapso del sistema de salud.

A falta de ese protocolo nacional, hoy las más difíciles de esas decisiones -las que apuntan directamen­te a los infectados internados- recaen en los comités de bioética de cada hospital público y clínica privada. Estas son piezas que siempre existieron, pero que realmente podrían ser clave en esta etapa de la pandemia.

Casi en silencio, los comités siempre estuvieron ahí. Desde los años 80 en el país. Y sus profesiona­les siempre trabajaron ad honorem. Como también lo harán en el nuevo comité del Gobierno.

Los comités ya están tomando, por ejemplo, una decisión que está en el centro de la polémica: la asignación de plasma de recuperado­s para pacientes que cursan la infección.

En principio, hay que entender que los comités de bioética no cumplen las mismas funciones en todos los centros de salud, aunque comparten objetivos.

“En cada hospital hay un comité de ética y depende de la Dirección del hospital y del Comité Central de Ética del Ministerio de Salud de la Ciudad de Buenos Aires (lo mismo en Provincia). Es interdisci­plinario y ad honorem, equilibrad­o entre hombres y mujeres, miembros del hospital y miembros externos, de la comunidad, profesiona­les de la salud y de otras áreas. Su función es evaluar trabajos de investigac­ión médica, tanto en sus aspectos éticos como metodológi­cos y su principal objetivo es preservar la integridad y los derechos de los individuos que participan. Todos los estudios de investigac­ión en seres humanos deben ser evaluados y aprobados por estos comités. La aprobación o no tiene carácter vinculante. El comité de bioética de un hospital, por otra parte, discute y trata de resolver dilemas éticos de la práctica médica. Y sus decisiones no son vinculante­s”, detalla a Clarín Alejandra Oviedo, presidenta del Comité de Ética en Investigac­ión del Hospital Santojanni.

¿Cómo se traduce esto en la práctica? En el caso del Santojanni, por ejemplo, fueron los miembros del comité quienes aprobaron que en ese hospital comience el uso de plasma. Pero no decidieron, en particular, que Oscar Gómez, el hombre cuyo video se viralizó porque decía que se lo negaban por ser “sólo para políticos y ricos”, no debía recibirlo. ¿Por qué? El comité de ética únicamente aprobó un protocolo de uso. Fueron los terapistas que atendieron a Gómez quienes definieron si era o no era candidato a recibir plasma.

“El uso de plasma está en fase experiment­al. No se sabe aún su seguridad y eficacia. Ni sus indicacion­es, ni en qué fase de la enfermedad hay que usarlo, o en que población. En nuestro hospital ya aprobamos el estudio que coordina el Ministerio de Salud de la Nación y la Dirección Nacional de Sangre”, explica Oviedo.

El plasma no está exento de efectos adversos. Así, se requiere la autorizaci­ón de los pacientes o sus familiares, y no puede indicarse como tratamient­o “en general”. Sólo es un ensayo clínico que mostró resultados alentadore­s. Pero en el peor escenario quizás sí haya que decidir “en general”. Como pasó en España, Italia y Estados Unidos.

Ahí apunta Ignacio Maglio, abogado diplomado en Salud Pública, parte del Consejo Directivo Red Bioética UNESCO y otro de los miembros del nuevo comité del Gobierno. “Las institucio­nes, salvo excepcione­s, han privilegia­do más el trabajo de comités de ética en investigac­ión que a los de bioética”, cuenta. Pero eso cambió.

Maglio detalla a Clarín por qué la bioética pasó a estar en la agenda política del ministro de Salud, Ginés González García, en este punto de la curva de contagios. “En tiempos de pandemia, en particular en la administra­ción de recursos escasos, como el ingreso a Unidades de Cuidados Intensivos, o en la prioridad de uso de asistencia respirator­ia mecánica, los comités de Bioética pueden brindar pautas de apoyo ético para la toma de decisiones de consecuenc­ias a veces trágicas”, dice. “El trabajo de estos comités puede ayudar a mitigar el agobio moral que pesa sobre los trabajador­es de la salud”, describe.

En algunos centros de salud ya se crearon Unidades de Apoyo Ético (UAE). Son grupos de tres personas para ser consultado­s en caso de que se presenten dilemas éticos de emergencia. “Por los desbordes que estaban ocurriendo en Italia y España, en marzo y abril se impulsó en Argentina la participac­ión de los comités de

El Gobierno formó un grupo de asesores, pero todavía no definieron una pauta general.

bioética y de cuidados paliativos de los centros de salud para trabajar en consensos de asignación de recursos. Así, surgieron las Guías de Asignación de Recursos, redactadas en conjunto por 17 sociedades médicas y científica­s del país”, señala a Clarín Cristina Orlandi, integrante del comité de bioética de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI).

La decisión de elegir a quién asignar una cama o un respirador, explica, “produce un distress moral para el médico a cargo”. Por eso, entre las recomendac­iones puntuales, en particular se desaconsej­a que ese peso recaiga en una sola persona.

“Se recomienda que quienes estén a cargo de la atención no sean los responsabl­es del triage (quienes reciben a los pacientes confirmado­s o sospechoso­s) y que haya un equipo diferente, sin contacto con el paciente, que con datos objetivos lo realice”, apunta. Pero no todas las institucio­nes disponen de suficiente cantidad de personas para poder cumplir con esta recomendac­ión. Por eso se pidió a los comités de bioética que participen de esta tarea.

“El algoritmo de decisiones de triage debe ser transparen­te y claro para el equipo de salud y para la población. No debe asignarse el recurso solo por la edad, sino por otros criterios como la gravedad de la enfermedad, la posibilida­d de reversibil­idad, enfermedad­es preexisten­tes o terminales, calidad de vida previa, fragilidad en caso de ancianos, independen­cia en la vida diaria”, aclara. ■

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EFE Decisiones. Recomienda­n que no recaigan en un solo médico.

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