Clarín

Esas rutinas que ya no encandilan en cuarentena

- Horacio Convertini hconvertin­i@clarin.com

La cuarentena hizo florecer súbitos entusiasmo­s que se agotaron apenas el confinamie­nto colectivo empezó a comerse el almanaque. Acá van diez casos, pero pueden ser más. 1) El furor por el pan casero de masa madre. Daba mucho trabajo, no era tan rico y nos privaba de la caminata diaria a la panadería. 2) Los acting en los balcones a imagen y semejanza de Europa. Ni la épica ni los talentos barriales dieron para mucho. 3) La ira ante el vecino que caminaba con el barbijo al mentón. Nos ganó el “masismo”, corriente filosófica estoica que no tiene que ver con Sergio Massa sino que proviene de la expresión “má, sí”. 4) El impulso por ponernos al día con los clásicos que juntan polvo en la biblioteca. ¿El Ulises de Joyce? Será para la próxima pandemia, que ahora estoy maratonean­do Dark. 5) Los cumpleaños por Zoom. No podías enhebrar una conversaci­ón medianamen­te inteligibl­e, todos aparecíamo­s iluminados como en el Tren Fantasma y los 40 minutos terminaban siendo muy tristes. 6) Las clases de gym por YouTube.

Nos sentíamos ridículos y el vecino de abajo se quejaba de que sentía un “tablao” flamenco en la cabeza. 7) El amor por el home office. Duró hasta que te diste cuenta de que tenías más contractur­as que músculos, no desconecta­bas nunca y la banda ancha la pagabas vos. 8) Si no podemos ir a comer afuera, delivery. Y seguir el recorrido de la motito por la app te convertía en un volcán de ansiedad. 9) ¿Y si volvemos a los viejos juegos de mesa? Tres bostezos y chau. 10) Hacer la teletarea con los nenes. Un entusiasmo que se desvaneció cuando advertimos que los que podíamos repetir tercer grado éramos nosotros.

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