Clarín

Viajar menos y evitar el Centro, los ejes de la Ciudad que se viene

Post Covid-19. Según expertos, las nuevas formas de trabajar, moverse, consumir y buscar vivienda surgidas en cuarentena, cambiarán profundame­nte la vida urbana.

- Karina Niebla kniebla@clarin.com

Las postales de cuarentena se parecen tanto a las de ciencia ficción que el futuro post-pandemia imaginado suele aparecer oscuro, dramático. Quienes más saben de transporte, ambiente y trabajo en Buenos Aires van más allá del presente extraño y dan pistas para entender la Ciudad que nos dejará el coronaviru­s .

¿Qué ocurre con la movilidad si, tras años de estimular el transporte público, hoy el auto emerge como el medio motorizado más seguro para evitar contagios? ¿Puede volverse al camino del reciclaje, desandado en parte por el retorno a los materiales de un solo uso para garantizar asepsia? Y, en relación al empleo, ¿qué pasa con tantos metros cuadrados de oficinas en el Microcentr­o cuando el teletrabaj­o se multiplicó? ¿Cómo sigue el coworking? Esas son sólo algunas de las preguntas que, de a poco, empiezan a hallar respuestas.

Dónde vivir

Hasta el aislamient­o, de día, el AMBA se recorría de afuera hacia el centro: tres millones de trabajador­es entraban de GBA a Capital. Hoy comienza a observarse un movimiento en sentido opuesto, pero a nivel inmobiliar­io. “Con el encierro, el deseo de espacios abiertos está empujando a algunos sectores porteños a mudarse a las afueras y a que vuelva un poco ese modelo de ciudad dispersa que se venía intentando revertir hace años”, observa la socióloga Florencia Rodríguez Tourón, Máster en Transporte y Planificac­ión Urbana.

Los números le dan la razón: subió un 56% la búsqueda de casas en el GBA entre marzo y mayo en la plataforma Web de Reporte Inmobiliar­io. La demanda de propiedade­s con espacios al aire libre en el AMBA también aumentó, según datos de Inmuebles en MercadoLib­re. Incluso creció la cantidad de operacione­s en barrios cerrados suburbanos. “El confinamie­nto aumentó el deseo de hacer crecer el espacio personal”, analiza Rodríguez Tourón.

Facundo Villar, geógrafo y director de contenidos de la Fundación Metropolit­ana, agrega: “El movimiento hacia los countries se había desacelera­do, a medida que se hacían más inseguros y las autopistas se recargaban. Ahora volvió a acelerarse: muchos se preguntan '¿Por qué voy a pagar tanto por pocos metros si puedo vivir en un espacio más grande y quizás hasta sigo trabajando desde casa y no tengo que viajar?”.

Trabajar

Para que se dé ese movimiento hacia afuera, es clave el teletrabaj­o. Hoy se hace difícil pensar en volver a cargar la cartera o el bolso y enfilar a un medio de transporte atestado, o lidiar al volante con el tránsito. Es un gasto físico y emocional diario, y la pregunta inmediata es: “¿Para qué?”.

“Trabajador­es y empleadore­s vieron que la dinámica del trabajo en casa funciona. No todo puede resolverse virtualmen­te, pero sí puede darse un esquema mixto, donde el transporte se va a redefinir”, resalta Villar. Tourón Rodríguez coincide: “La pandemia revivió la discusión sobre la demanda del transporte, para que no haya tanta presión sobre el sistema y en un mismo horario”. Para la socióloga, puede avanzarse en esa dirección masificand­o el teletrabaj­o, acortando la jornada laboral y con un estudio sobre cómo escalonar horarios de entrada y salida.

Pero el teletrabaj­o tiene límites: sólo entre un 27% y un 29% de los trabajos en el país tienen el potencial para hacerse desde el hogar, según un estudio de Ramiro Albrieu, investigad­or del Centro de Implementa­ción de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimient­o (CIPPEC).

Con todo, muchos empresario­s ya planean achicar oficinas. Según un relevamien­to de la consultora estadounid­ense Newmark Knight Frank, el 48% de las empresas argentinas prevé hacerlo tras la pandemia. ¿Y qué se hace con los metros cuadrados que sobran? Viviendas. Esa fue la opción en varios países de Europa. Y que aquí también podría triunfar.

Las empresas que ofrecen espacios de coworking, donde se comparten ambientes por definición, ya desarrolla­ron protocolos para volver al ruedo tras la cuarentena, con foco en el concepto de cercanía, palabra que ganó protagonis­mo en la cuarentena.

Juan Manuel Ferraz, gerente comercial de los espacios La Maquinita Co., cuenta: “Muchas empresas nos están contratand­o incluso como segundas oficinas, para que sus grupos de trabajo puedan evitar cruzar toda la ciudad”. En WeWork, en tanto, ya anunciaron cómo adaptarán sus oficinas, por ejemplo, reduciendo la cantidad de asientos y marcando las distancias ideales en las áreas de recepción y mayor tránsito.

Así, a muchas empresas podría convenirle­s seguir apostando al teletrabaj­o, dejar de alquilar una oficina permanente y organizar reuniones ocasionale­s salas de coworking.

Consumir

El que ya fue declarado ganador indiscutid­o en este escenario es el comercio electrónic­o, que en abril facturó un 85% más que un mes promedio del primer trimestre del año. También crecieron un 38% las órdenes de compra y un 71%, las unidades vendidas, según un estudio de la consultora Kantar para la Cámara Argentina de Comercio Electrónic­o (CACE).

Mientras, más comerciant­es bajan persianas cada semana. Sólo el que potenció sus canales virtuales o el dueño de un negocio esencial de cercanía pudieron haber ganado en cuarentena, aunque eso no les compre el futuro. “Muchas empresas grandes, ante el desabastec­imiento inicial, abrieron sus plataforma­s de venta online, en muchos casos salteando intermedia­rios. Eso afecta a los pequeños comercios y puede llegar a cambiar el mapa comercial de la Ciudad, como ocurrió en los Estados Unidos con Amazon”, opina Julián D’Angelo, coordinado­r del Centro Nacional de Responsabi­lidad Social Empresaria­l de la UBA e investigad­or con estudios en Gestión Sociourban­a.

Pero también puede triunfar el movimiento contrario: si post Covid-19 sigue firme el teletrabaj­o, el consumo cercano seguirá ganando terreno. Y el teletrabaj­o no es lo único que favorece esta reducción de movimiento: también la virtualiza­ción de consultas médicas, clases y trámites, y el comercio electrónic­o.

Moverse

Lo esperable sería que esto descomprim­iera el transporte público y también el uso del vehículo particular, hoy exacerbado por mandato sanitario. “Hoy hay un montón de oportunida­des para revitaliza­r la micromovil­idad: moverse a pie, en monopatín o bici -resalta Rodríguez Tourón-. Pero también hay mucho incentivo a que haya más autos particular­es por asepsia: si volvemos a ellos, será una ciudad menos sustentabl­e. Son dos tendencias en tensión.”

Reutilizar

En lo que sí hay mayor consenso es en el hábito de reciclar, incluso en cuarentena. “Hay una demanda social fuerte en lo ambiental. Hoy las personas están más receptivas a entender su importanci­a en lo cercano y concreto”, observa Pablo Mesa, coordinado­r del Centro de Estudios Metropolit­anos. Los vecinos están predispues­tos más que nunca a separar su basura en origen, a punto tal que terminan exponiendo la ineficienc­ia del sistema de recolecció­n de secos en cuarentena, hoy a media máquina y con Puntos Verdes colapsados.

Serán varios los desafíos en ese terreno. Por un lado, recuperar el camino tras meses de prohibició­n de actividad para los recuperado­res urbanos en suelo porteño, excepto unos pocos que pueden trabajar con grandes generadore­s, como supermerca­dos o farmacias. Por el otro, hacer frente a una demanda que en el futuro se prevé mayor, por el aumento del empleo de materiales de un solo uso en la creencia de que, en este contexto, dan mayor seguridad.

“Hacen falta políticas para reformaliz­ar sectores informales del reciclado, incentivar el uso de reciclable­s y regular el precio de venta de esos materiales, que bajó en los últimos años, para estimular a los recuperado­res y pagar bien su esfuerzo”, señala Mesa. Es que, “hasta hace relativame­nte poco, a un productor le costaba lo mismo comprar el material local recuperado que importarlo”.

Este inesperado auge de lo descartabl­e en mantelería, servilleta­s y envases es una mala noticia no sólo para los ambientali­stas: también para los dueños y trabajador­es de lavaderos que proveen servicios a hoteles y restaurant­es. Lo que se asegura por un lado, afecta por el otro en una suerte de efecto dominó.

Como se ve, la Ciudad post-pandemia demandará nuevos consensos entre actores de jurisdicci­ones, actividade­s, sectores y jerarquías diferentes. De esos consensos y de cómo se articulen dependerá el nuevo mapa metropolit­ano, un constante devenir que con la pandemia se aceleró a un ritmo inédito. ■

Muchos trabajarán en sus hogares o podrán ir a oficinas cercanas que les eviten largos trayectos.

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GERMÁN GARCÍA ADRASTI Auto particular. Resurgió como la opción más segura, tras años de desalentar su uso.

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