Clarín

Un diálogo de sordos con Trump, en medio del tsunami económico

- Marcelo Bonelli mbonelli@clarin.com

Alberto Fernández criticó duro al jefe de la Casa Blanca: “¿Cómo puede ser que Trump nos haga este desplante con el BID?”. Ocurrió en la intimidad de la Quinta de Olivos. El Presidente se sinceró: “Nos bloqueó el acceso de Gustavo (Béliz) a Washington”. También molesto, condenó la actitud de otros presidente­s de la región: “No entiendo que los líderes de América Latina hayan aceptado al candidato de EE.UU”.

Trump rompió 61 años de historia: siempre fue titular del BID un representa­nte de Latinoamér­ica. Pero – además – eligió a una figura irritativa: Mauricio Claver–Carone, ex director del Consejo Nacional de Seguridad. Claver-Carone fue el enviado de Trump a la asunción de Alberto Fernández. Este “halcón” se fue antes de lo previsto y no asistió a la jura del Presidente. Lo hizo, ofendido por la presencia del ministro de Venezuela Jorge Rodríguez Gómez.

El fastidio del Presidente ocurrió hace unas jornadas frente a dos figuras clave del peronismo conciliado­r. La confesión confirmó una cuestión central: la carencia de una interlocuc­ión y relación franca con EE.UU.

La ausencia de un diálogo directo es clave y bloquea el tramo final de la negociació­n de la deuda externa. En Washington se insiste: que el Tesoro de Estados Unidos utiliza la dureza de BlackRock para enviarle un mensaje directo de fastidio al Presidente.

El jefe del Tesoro, Steven Mnuchin, a su vez, estaría molesto porque Argentina no adhirió a la propuesta de EE.UU. en el BID.

Así, el abandono de ese estratégic­o diálogo directo complica el cierre de la negociació­n externa. El Tesoro de Washington es el único capaz de domesticar los – cada vez – más excéntrico­s pedidos del banquero Larry Fink.

La carencia de una comunicaci­ón con Trump obedece a un conjunto de errores. Primero operativos, como la inacción de la Cancillerí­a, y segundo, a la falta de confianza en los diálogos entre el Palacio de Hacienda y el Tesoro.

Pero ambas esconden dos cuestiones políticas. Poco ayudan las erráticas declaracio­nes del propio Presidente contra Trump y los anacrónico­s límites ideológico­s que impone Cristina en la Casa Rosada.

En su reemplazo, Olivos propicia acciones periférica­s. Hablan de la ayuda del papa Francisco – a quien nadie en Wall Street escucha, porque ahí el Dios es el dinero -, y hasta mal interpreta­n gestos sinceros hacia Argentina. El ministro saudí Mohamed Al Jadaan, que lideró el G-20, dijo: “Los acreedores privados deben considerar en forma positiva la iniciativa argentina”.

Ningún líder mundial quiere un default en Argentina. El G-20 busca una solución, pero sería un error – como se dijo - interpreta­r que la Casa Blanca le “escribió el guión” al G-20. El titular del Tesoro tuvo en la reunión un silencio sonoro sobre la Argentina. También es muy inocente incentivar estrategia­s condenadas al fracaso: varios ministros dicen que van a arrinconar al poderoso Larry Fink. Clarín confirmó que en la última semana hubo diálogos informales y directos entre BlackRock y el equipo económico. Ocurrieron desde Olivos y en presencia del Presidente y Martín Guzmán.

Los “lobos” de BlackRock no lo reconocen en público. Pero desde la propia Quinta de Olivos se sondeó el último plan de pago con Jennifer O´Neill y otros interlocut­ores de BlackRock en Manhattan.

Una semana antes – también - el propio Comité Ah-doc ya había recibido las pautas centrales, a través de la gestión de los banqueros de la UBS, Enrique Vitot y Federico Isenberg.

Gerardo Rodríguez – el negociador desplazado de BlackRock – insiste puertas adentro con una solución drástica: el desplazami­ento del ministro. Así lo vocifera: “BlackRock está cansado con las formas de Guzmán”.

Fue una sobre-reacción a innecesari­as picardías irritantes del Palacio de Hacienda. En la propuesta a la SEC se permitió cambiar bonos en euros, por bonos en dólares. Se trata de un pedido de los bonistas. Pero Guzmán obliga a realizar la conversión a un tipo de cambio del 22 de abril y no al actual. Rodríguez propone un diálogo directo entre Larry Fink y Alberto Fernández. El Presidente lo rechaza y apoya a Guzmán.

Los “lobos” de Wall Street quieren ahora imponer cambios legales. Fink auspicia modificar “reglas de oro” del mercado: ya lo logró con Ecuador y quiere consolidar­lo con Argentina. Así, extendería esas nuevas normas

La ausencia de un vínculo fluido con Washington bloquea el tramo final de la negociació­n por la deuda externa.

a todo el mercado emergente. Alberto – realmente – hizo una mejora sustancial de pago que representa un esfuerzo para la Argentina. Actualizó tres veces la propuesta y ofrece abonar una cifra muy cercana a la exigida por los “lobos” de Manhattan.

La cuestión la admiten los influyente­s hombres de negocios que dialogan con el Presidente. Ayer, estuvo en Olivos el G-6.

Los empresario­s están muy preocupado­s por el “tsunami económico” que se avecina.

Miguel Acevedo le pidió al Presidente: “Alberto: hay que construir un fuerte consenso para enfrentar la crisis”.

En privado, los hombres de negocios insisten en que hay que generar una “masa crítica” en la que participen Alberto, María Eugenia Vidal, Horacio Larreta, los gobernador­es e incluso sectores dialoguist­as de La Cámpora. Se sabe que Mauricio Macri y Cristina se oponen a cerrar la grieta. Para los dirigentes hay que enfrentar la grieta y encarar medidas drásticas contra la “tormenta económica perfecta”.

Los líderes fabriles insisten en decir que Argentina no tiene credibilid­ad y advierten que el desplome económico se puede “llevar puesta” – como ocurrió en el 2001 –a toda la clase dirigente. Pero las actitudes irracional­es de los funcionari­os generan inquietud en la UIA y la AEA.

En el mundo de los negocios cayó como un balde helado el auspicio que la Casa Rosada le otorga al “Zar del juego” Cristóbal López. Alberto fue su abogado.

López se beneficiar­ía con la moratoria tributaria. Pero, además, lanzó una injustific­ada “casa de brujas” contra el ex -titular de la AFIP Alberto Abad. López pidió una ridícula indagatori­a en su contra: toda la estructura de la AFIP actuó de acuerdo por la evasión comprobada de 8.000 millones de pesos de Oil Combustibl­es. Hubo fallos de la propia Corte Suprema que avalaron lo actuado por la línea de la AFIP.

Los empresario­s, ayer en Olivos, aplaudiero­n dos señales. Primero, cayó muy bien la inusual presencia de Daniel Pelegrina, de la Rural. También, el avance de la negociació­n por la deuda externa. Estiman que Guzmán hizo una propuesta más realista después de modificar varios errores iniciales.

El Palacio de Hacienda primero sondeó la oferta entre los acreedores, como querían. Fue a través de UBS. Quedó demostrada la poca influencia de Joseph Stiglitz en Wall Street. Y lo poco que importan las declaracio­nes de catedrátic­os.

En Olivos se decidió bajar el tono a la disputa con los bonistas. Alberto y Guzmán acordaron hacer un mensaje no combativo.

Guzmán también desoyó los límites que antes eran sagrados impuestos por el FMI. El famoso límite de quita del FMI por la “sustentabi­lidad”.

También quedó en evidencia la falsa influencia del presidente de Mexico. Andrés López Obrador negoció – a pedido de Alberto con el jefe de BlackRock, un apoyo a la Argentina. Fink le indicó que BlackRock aceptaría una oferta entre el 50 y el 55%. Argentina – por eso – ofreció el 53,5%. Ahora, BlacRock no quiere saber nada y López Obrador hizo su propio juego: buscó el calor público de Trump, del cual Alberto adolece.w

Los líderes empresario­s están muy preocupado­s. Miguel Acevedo le pidió al Presidente “construir un fuerte consenso para enfrentar la crisis”.

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