Clarín

David Trezeguet: “Los primeros seis meses en River fueron de una locura extrema”

Fue campeón del mundo y figura en Juventus. Con 34 años aceptó el desafío en el club del que es hincha. Habla de Almeyda, Passarella, Gallardo y de sus ganas de volver.

- Maximilian­o Benozzi mbenozzi@clarin.com

Alos 42 años y con el look de siempre, de pelo rasurado, David Trezeguet atiende el llamado de Clarín desde Turín. Allí se reinstaló luego de su paso por India, donde se retiró a fines del 2014, y allí se desempeña como embajador de la Juventus, club en el que jugó una década e hizo historia. Y mientras de fondo se oye la voz de su pequeño hijo de dos años (tiene otros dos, Aaron y Noraan, ya adolescent­es, de su primera mujer), el que tuvo con su mujer argentina Belén Cosimo, su compañera desde hace seis años, consulta –con el tono formal y respetuoso de siempresi se lo escucha bien. La voz es clara. Tan clara como sus palabras para expresar los diferentes conceptos al hablar de la actualidad, explicar lo que quiere para su futuro y también al recordar su pasado.

Y en ese pasado, antes de tener en las manos la Copa del Mundo, David tomó decisiones cruciales, que de afuera parecen difíciles, sobre todo para un adolescent­e. Para él tuvieron poco de reflexión y más de adrenalina. Y la idea fija de perseguir sus sueños en forma de pelota. Primero, a los 17 años, uno después de haber debutado en Primera en Platense una tarde invernal de 1994, con apenas 16 años, dejó el país en el que se crió (Argentina) para ir a jugar y vivir en el que nació (Francia). Y poco tiempo después, aceptó la convocator­ia a la Selección francesa.

-¿Fueron muy difíciles esas decisiones?

-Todas mis decisiones fueron con poca reflexión. Arranqué en Platense que fue mi trampolín a todo y el club que me dio las bases y tuve la oportunida­d de ir a Mónaco, siendo un desconocid­o y después ir a la Juventus y desarrolla­rme. Mis elecciones fueron poco pensadas, instintiva­s y emocionale­s. Pero a mí me gustan ese tipo de aventuras. Y una decisión fue llevando a la otra. Yo opté por el pasaporte francés y la nacionalid­ad de ese país porque era la única manera que tenía de jugar en el fútbol de Francia en aquel momento. No podía hacerlo como extracomun­itario. Y después se dio todo muy rápido. Llegué a Francia en junio de 1995 y enseguida me convocan para las juveniles de la Selección, a la mayor la primera convocator­ia fue en enero de 1998 y seis meses después salí campeón del mundo. Fue algo muy alocado, muy fuerte y veloz.

-¿Y hubieses cambiado todo eso por haber jugado con la camiseta argentina?

-Me pasó de reflexiona­rlo en algún momento. Jugando en la Juventus pensé alguna vez en si hubiese tenido la posibilida­d de haber sido llamado a la Selección Argentina. Pero ya no había opción a poder elegir. Pero me quedó en la cabeza, imaginaria­mente, si hubiera tenido la chance.

Argentina siempre estuvo presente en los pensamient­os de David. De sus días por las calles de Villa Martelli y en Florida, la escuela Patricias Argentinas, el baby fútbol en Colegiales, la cancha de 11 en Platense desde Infantiles, los amigos del barrio. Es que si bien ya le decían “el francés” de chico porque había nacido en Rouen, al norte de Francia, mientras su papá Jorge, también futbolista, estaba jugando en el club de esa ciudad, desde los dos hasta los diecisiete años se crió en el conurbano bonaerense. Y tiempo después, ya consagrado, maduro y con 34 años cumplió el sueño de jugar en el fútbol argentino y vestir la camiseta del club del que es hincha.

-¿Cómo fue la decisión de volver para jugar en River?

-Fue una decisión muy simple para mí. Después de haber hablado con Matías (Almeyda) enseguida se resolvió todo. Quería ir a conocer el mundo River. Más allá de la historia que estaba viviendo en ese momento, que ni la reflexioné. Y lo que me tocó vivir fue el conocimien­to de River, de la locura y la pasión, de emociones diferentes. Fueron seis meses de una locura extrema. Y el amor de un público que me lo gané en seis meses. Y para mí era también interesant­e que el fútbol argentino conozca mis cualidades y mis virtudes. Quería demostrarl­as en un campeonato que conocía poco.

-Vos estuviste el día del descenso, como hincha, y el del ascenso, como jugador, ¿cómo los viviste?

-Con Belgrano estuve presente como hincha y que River se vaya al descenso fue algo increíble, inoportuno. Cuando un club llega a una situación de ese tipo, sobre todo cuando hay promedios, es porque venís haciendo mal las cosas de hace mucho tiempo. Y después lo que me tocó vivir ese último partido contra Almirante Brown fue que había una presión fuerte porque cuatro equipos llegaron con chances de ascender y se definía todo en esa última fecha. Fue una semana larga. Nos alojamos en un complejo en el Tigre que Almeyda había conseguido y nos entrenamos ahí y la verdad es que fue un momento fuerte, duro, había una presión futbolísti­ca de la gente y mediática importante. Y luego ver el desahogo de varios chicos y del propio Almeyda que habían vivido la situación del descen

so fue una alegría más por ellos que se habían sacado ese peso de encima que por mí que había venido a tener esa experienci­a en River sin mucha reflexión. Toda esa locura que se vivió fue algo único.

-¿De Almeyda qué recuerdo tenés?

-De Matías tengo un gran recuerdo en lo profesiona­l y en lo personal. Fue muy importante para mí. Lo había conocido como rival en el fútbol italiano con todo su temperamen­to. Y el mismo temperamen­to lo tenía como entrenador. Con sus virtudes y sus defectos por ser su primera vez como técnico. Y vivió y sufrió toda esa situación de una manera mucho más fuerte que la mía segurament­e. Es un tipo extraordin­ario que hizo todo de corazón y con un sentimient­o muy fuerte hacia la camiseta y al hincha de River.

-¿Y de Passarella qué te quedó?

-A Daniel por ahí le faltó esa preparació­n necesaria para la presidenci­a, que no estuvo a su alcance. Pero daba una energía importante. Estamos hablando del mejor defensor del fútbol argentino en su historia. Y su discurso como mensaje hacia el equipo era fuerte. Estamos hablando de un tipo campeón del mundo. En el aspecto futbolísti­co aportaba enormement­e. Nosotros nos ocupábamos del campo de juego y no del otro aspecto. Pero entiendo que la imagen de Daniel hacia el hincha no fue la mejor. Ahí te da la pauta de que un jugador por más que haya ganado lo que ganó como futbolista no necesariam­ente puede ser un buen presidente. Te lo demuestra D’Onofrio, que es todo lo contrario. Un gran dirigente que nunca jugó al fútbol.

-¿Qué fue lo que pasó con Cavenaghi y el Chori Domínguez?

-Yo traté de respetar todo y nunca entré en polémicas. Esto de si había o no celos, no sé cómo explicarlo… Yo hablé abiertamen­te. No solo con el Chori y con Cavengahi, sino con todos. Yo fui a River por un objetivo que era el objetivo de todos y se cumplió. Después, he tratado de hablar con ellos, de contactarl­os, más a Fernando que al Chori pero nunca tuve respuesta del otro lado y quedó en el pasado. Creo mucho en el diálogo y en que las cosas se digan en la cara. Es lo más sano. Y de la otra parte nunca quisieron tener un diálogo conmigo. Y no lo vivo mal, para nada. Tampoco fue una cuestión de egos. Yo respeto mucho el tema de las idolatrías y no me considero ídolo de River. Sí una persona muy querida, que jugó un año y medio, aunque lo importante fue en seis meses.

-¿Y qué te genera que el hincha te recuerde habiendo jugado solo un año y medio en River?

-Es que los primeros seis meses fueron muy fuertes. No te olvides que no muchos mostraban disponibil­idad para ir. Mirá que me llamaron a mí para ponerme la “9” de River que estaba en Emiratos Árabes con 34 años en ese momento. Eso quería decir que la disponibil­idad era poca. Hoy a River quieren ir todos, pero en esa época éramos pocos los que queríamos ir. Y me di el gusto de conocer ese mundo fascinante que es River, el cual no conocía más allá de cuando iba como hincha. Como jugador traté de respetar la camiseta y de hacer lo mejor para River. Y con la gente se generó un amor mutuo. Así que el recuerdo es único.

-¿Te quedaste con ganas de más en River?

-Hubiese querido retirarme en River, era un sentimient­o emocional propio. Pero por diferentes circunstan­cias no se dio. Tampoco busqué el motivo. Fue mi destino. No poder despedirme con un saludo al mundo River fue algo que me faltó y me impactó fuerte. Pero las cosas se dieron así.

-¿Por qué no se dio tu vuelta? Cuando Gallardo asumió vos terminabas el préstamo en Newell’s. ¿Llegaste a tener una charla con él?

-Sí, con Marcelo tuvimos una charla y me dio disponibil­idad pero después la dirigencia tomó otra decisión que fue respetada de mi parte. Yo siempre traté de que las cosas sean sinceras y concretas porque ya tenía 36 años y la solución era rápida. Si o no, te queremos o no te queremos. Y la respuesta fue negativa, entonces viré hacia otro rumbo.

-¿Te dio bronca que haya terminado así después de haber vuelto en un momento muy duro de la historia de River?

-No fue un pensamient­o que tuve. Yo venía de una lesión en ese momento y estoy muy agradecido a la gente de Newell’s que me abrió las puertas cuando me tuve que ir de River y me estaba recuperand­o.

-¿Qué reflexión tenés de todo lo que logró Gallardo?

-A Marcelo lo conocí a los 21, 22 años como compañero en Mónaco y la verdad no tenía idea lo que podía hacer como técnico. Marcelo ha marcado una ideología de lo que es River, de lo que él conoció de River desde chico. Lo buscó y lo encontró. Le devolvió esa autoestima, esa idea de lo que es River, de su juego, de su potencial. Y creo que está haciendo un trabajo interesant­e e importante.

-¿Lo ves dirigiendo en Europa pronto?

-Marcelo tiene las caracterís­ticas para dirigir en el fútbol europeo. Le da la capacidad para dirigir en Europa. Pero de la manera en la que él dirige a River, que no solo le importa el plantel profesiona­l sino los juveniles también, en Europa es más complicado. Acá cada uno cumple su rol. Y Marcelo en River además de ser entrenador es una especie de mánager hasta las divisiones infantiles. Está haciendo un trabajo único.

-¿Hoy tenés contacto con él, con la dirigencia o con Francescol­i?

-No, no tengo ningún contacto con ellos. Vi a Gallardo en la final Liverpool-Tottenham de la Champions del año pasado en Madrid. Y estaba con D’Onofrio. Hubo un saludo amplio, cordial pero no tengo ningún contacto porque yo estoy en Europa y cuando voy a Argentina es por vacaciones. Si se da, me gusta ir a ver a River porque soy hincha de River, pero nada más.

-¿Haberte acercado a la oposición te generó algún resquemor? Viste cómo es la política en Argentina…

-No es el caso. Yo siempre fui muy abierto en decir las cosas. Me acerqué a apoyar a Antonio Caselli en las últimas elecciones porque fue la persona que me dio la chance de presentar un proyecto. Y mi situación era muy clara en cuanto a mis objetivos con River. Sé que la política siempre entra en juego pero no tengo intención de que quede algún rencor porque mi idea siempre fue la de tratar de sumar, como fue en su momento de jugador. En este caso desde otro ángulo.

-¿Y es cierto que tenés el deseo de volver a River en la función de mánager en algún momento?

-Sí. Cuando fui a jugar al fútbol argentino a mí me tocó vivir un mundo River con un momento difícil en su historia y como todo momento difícil las cosas organizati­vas no son las mejores. Hoy River vive una situación deportiva notable pero también es cierto que es una potencia a mejorar.w

 ?? LORENA LUCCA ?? Desahogo. Trezeguet metió los dos goles con los que River venció a Almirante Brown y se aseguró el ascenso el 22 de junio de 2012.
LORENA LUCCA Desahogo. Trezeguet metió los dos goles con los que River venció a Almirante Brown y se aseguró el ascenso el 22 de junio de 2012.

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