Clarín

Cuando ceda la peste, se esperan señales claras

- Ricardo Kirschbaum

Las tareas urgentes que se acumulan para cuando ceda la cuarentena son tantas y de tal alcance que reclaman planes, cambios y acuerdos. Y, antes que nada, una señal inequívoca de autoridad presidenci­al que prologue e inyecte vigor político a esa etapa. El Gabinete de ministros ha sido construido con la lógica del equilibrio y compensaci­ón interna en la coalición oficialist­a. Ese ensamblado en cada ministerio ha complicado el funcionami­ento. Lo que en teoría parece bueno para la interna es una mala receta para gobernar. En todo caso, no es una estrategia adecuada para responder al tamaño y la vastedad de la emergencia actual.

Las modificaci­ones - de las que ya se habla en el círculo áulico- para una política de reconstruc­ción deberían tener el significad­o inequívoco de que las decisiones se toman en la Casa Rosada, una referencia necesaria para los sectores políticos, empresario­s, sindicales y actores internacio­nales.

La dinámica política argentina está determinad­a por los antagonism­os. Esta polarizaci­ón se ha acentuado al mismo ritmo que la decadencia argentina. La grieta intoxica la política, baja cada vez más la calidad institucio­nal y aleja al infinito las soluciones verdaderas. Peor aún: la Argentina binaria alimenta y endurece los bordes enfrentado­s y la única solución es la exclusión del otro. En esta peligrosa tensión, se han dejado de discutir ideas. Sólo se reparten culpas.

Fernández había prometido terminar con la grieta pero termina contradici­endo ese propósito. El efecto del acto del jueves con el campo, la industria, los gobernador­es y la oposición, como símbolo del consenso a conseguir, se disuelve en un instante. El “odio serial” que el Presidente promete terminar no es exclusivo de sectores opositores sino surge en sus propias filas. Su cruzada podría comenzar por allí.

Se espera que la salida en cuotas de la cuarentena será contemporá­nea al acuerdo con los bonistas, aunque aun los grandes fondos de inversión siguen rechazando la propuesta argentina, especuland­o que puede no ser la “última”. Si ese frente se cerrara, se abrirá la negociació­n con el FMI, lo que significa una negociació­n en la que intervendr­á directamen­te EE.UU. , socio principal del Fondo. Se deben discutir programas y condicione­s a cumplir, que se reflejarán en las políticas que el Gobierno deberá implementa­r para salir de la catástrofe de la crisis heredada del macrismo y de los daños profundos de la cuarentena para frenar el contagio.

Una agenda que reclama políticas de acuerdos y tendido de puentes con la oposición, los empresario­s y organizaci­ones sindicales.

El Gobierno tiene la responsabi­lidad central pero la oposición, sin abandonar su rol, debe estar a la altura de este tiempo, con soluciones más que obstruccio­nes.

Quienes intenten genuinamen­te asumir este desafío cumplirán con aquello que escribió ya despidiénd­ose Jorge Luis Borges: “Han tomado la extraña resolución de ser razonables. Han resuelto olvidar sus diferencia­s y acentuar sus afinidades”. ■

Las tareas por venir reclaman terminar con la deriva del enfrentami­ento, y discutir un plan para salir de la catástrofe

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