Clarín

En Olivos se ilusionan con haber dejado atrás lo peor de la cuarentena

Cerca de Alberto cuentan que estas son las tres semanas más duras. Evitan hablar de relanzamie­nto de la gestión, pero buscan dinamizar el día a día.

- Guido Carelli Lynch gcarelli@clarin.com

“Sabíamos que éstas iban a ser las tres semanas más duras, con Alberto (Fernández) encerrado, la negociació­n de la deuda, la gente agotada y ninguna buena noticia en general", describe un funcionari­o con acceso a la intimidad presidenci­al. Sin embargo, en el Gobierno no esconden la satisfacci­ón por haber atravesado lo que consideran, hasta ahora como la etapa más difícil de los más de 114 días de aislamient­o.

Si bien todavía resta por definir cómo proseguirá la cuarentena en el área metropolit­ana, el entusiasmo oficial gira en torno a un desafío que -ahora reconocen en el Ejecutivo- no tenía respuesta antes del 1 de julio. “Nadie sabía si la gente iba a acatar el endurecimi­ento del aislamient­o y finalmente pudimos volver a cerrar (actividade­s y circulació­n) después de haber abierto, que es lo más difícil”, razonan.

Ese escenario trasciende la Provincia y la Ciudad, donde en palabras del Presidente se concentra el 96 % del problema del coronaviru­s. Varias provincias que habían recuperado cierta “normalidad” similar a los días previos a la pandemia tuvieron que dar marcha atrás y endurecer las restriccio­nes. En el Gobierno ven en el horizonte el modelo de cuarentena pendular, de marchas y contramarc­has, Ese detalle también hace mella en el humor social, según reconocen en Olivos: no hay aún un horizonte claro de salida.

Horacio Rodríguez Larreta se mostró sorprendid­o por la baja de la circulació­n. Estimaba una reducción del 20 por ciento en los primeros días del regreso a la Fase 1, pero fue del 30. Luego volvió a subir. Con sus propios números, en el entorno del jefe de Gobierno afirman desde los días de mayo que, cuando el Presidente decretó la cuarentena el 19 de marzo, había una demanda social para ir en esa dirección que el mandatario acompañó y capitalizó. Luego, el apoyo a las medidas restrictiv­as se redujo.

En el Gobierno nacional descubren también algunas limitacion­es que impone el comportami­ento social ante la crisis. Del 1.400.000 de autónomos que podrían haber accedido a los créditos a tasa cero -gracias al desembolso, la garantía, del Estado de $ 30 mil millones- solo la pidieron 500 mil personas y, de ese universo, solo terminaron el trámite 400 mil. “La gente es muy conservado­ra ante la incertidum­bre, prefiere ajustar otros gastos”, argumentan entre los integrante­s del Gabinete económico.

En el Gobierno consideran la moratoria como una hoja de ruta para lo que viene, que era reclamada por varios de los empresario­s que el 9 de julio circularon por Olivos. En el Congreso aseguran que el blanqueo de capitales que propuso la Cámara de la Construcci­ón no ingresará en julio al Palacio Legislativ­o. “Está verde”, dicen cerca del Presidente.

El Día de la Independen­cia, el Presidente volvió a apelar al discurso moderado y a recostarse en los gobernador­es. Sus incondicio­nales reclaman que sus funcionari­os más leales levanten el perfil y endurezcan el discurso cuando sea necesario. El jefe de Gabinete Santiago Cafiero ya empezó a recuperar el terreno. También levantaron la voz su segunda, Cecilia Todesca, y la ministra de Seguridad Sabina Frederic, entre otros. “Alberto empezará a preservars­e un poco más”, explican.

El Gobierno empieza a deslizar planes para el futuro. Evitan calificarl­o como un relanzamie­nto de la gestión, aunque los anuncios de emergencia empezaron a darle lugar a las proyeccion­es de un plan de obra pública y al inminente relanzamie­nto del Procrear, entre otra batería de medidas para dinamizar el empleo y el consumo, que algunos se atreven a llamar como un plan de salida.

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