Por miedo, hay más partos en las casas y menos consultas médicas
Sólo en San Miguel hubo 9 nacimientos de ese tipo desde marzo, 6 más que en 2019. Y 23 % de visitas al pediatra.
Todavía es difícil mensurar en su totalidad el daño económico provocado por el coronavirus en el Conurbano bonaerense. Tan improbable, en forma inmediata, como medir las consecuencias sanitarias por la regresión temporal de la atención primaria de otras patologías, tratamientos, cirugías, suspensión de programas u otras limitaciones del sistema. Sin embargo, empiezan a aparecer datos e indicios en distintos municipios.
Es el caso de los partos en las casas y muchas veces sin la atención médica recomendada, que se multiplicaron por tres, según un relevamiento hecho en San Miguel, que replica el fenómeno en otras localidades del Gran Buenos Aires.
En el distrito se mantuvieron sólo 14 de los 21 Centros de Atención Primaria de Salud (CAPS) de obstetricia funcionando. Por eso, las autoridades sanitarias del municipio debieron armar una Red de Madres, con el fin de establecer un canal comunicación y seguimiento con las embarazadas.
En San Miguel funcionan tres hospitales (Larcade, San Miguel Arcángel y el Santander María). Son todos municipales. Al tomar uno solo de ellos, el Larcade, la primera comprobación que surge es el aumento de los partos domiciliarios.
Entre marzo y mayo de 2019 hubo tres nacimiento en casas. En ese mismo período, este año, se produjeron nueve. Un crecimiento del 200%. Revelan la primarización de esa atención. Y deriva para la estadística el incremento de muertes de fetos: de cuatro a nueve casos.
El año pasado, cuando el sistema estaba más relajado, en el “Camino de las Embarazadas”, otro programa de la comuna, se habían detectado 124 casos de parturientas en varios operativos. Entre abril y junio de este año aumentaron a 170. El porcentaje de embarazos sin control pasó, entonces, del 32 % al 42%.
El déficit de atención se repite en otras especialidades médicas. Son muestras que sirven para proyectar lo que pasa en el territorio. Algunas, en municipios del Gran Buenos. Allí, los indicadores de asistencia hospitalaria o, precisamente, cómo se vio afectada por la prioridad que ganó el coronavirus, revelan una realidad todavía no cuantificada del todo por los especialistas.
El informe médico sobre partos domiciliarios realizado en el municipio bonaerense de San Miguel, en el corazón del Gran Buenos Aires, es tomado como prospectiva de las consecuencias de la pandemia en otros municipios. En ese partido de 260.000 habitantes, al noroeste de la Capital Federal, ciertos retrocesos en el área de sanidad hospitalaria empezaron temprano. Y el primer síntoma grave fue la marcada disminución de consultas durante la cuarentena.
Los datos indican que, por ejemplo en Pediatría, fueron atendidos, con turnos, 13.833 casos entre marzo y junio del año pasado. En el transcurso de la cuarentena, en igual período, se hicieron apenas 3.286 consultas. Es decir, apenas 23%.
En Kinesiología, también en el mismo lapso, fueron 2.878 en 2019 contra 52 de este año. Clínica médica atendió 12.270 turnos en 2019 contra 3.843 de 2020. En Cardiología hubo 9.282 pacientes que fueron a una consulta en 2019 frente a 274 de ahora. Las cirugías, que como en casi toda el área metropolitana, se redujeron para dejarle espacio a las estrictamente necesarias, fueron 2.435 contra 128.
Los datos son más preocupantes en algunas áreas que en otras. En Cardiología, por ejemplo, Clarín publicó que por la falta de consultas, podría haber en el país entre 6.000 y 9.000 muertes adicionales, relacionadas con problemas cardiovasculares. Para los profesionales consultados, la explicación tiene que ver, por un lado, con que hubo más consultorios cerrados y menos recepción por parte del sistema. Pero también influye el miedo en los pacientes que postergan la atención. O directamente prefieren evitar acercarse a los centros sanitarios.
La Universidad Abierta Interamericana acaba de publicar que el 50% de las personas consultadas en una encuesta admitió haber pospuesto alguna consulta o práctica médica. Y el 39% declaró que, por temor al contagio, no asistiría a un centro de salud aunque estuviera sufriendo un dolor o molestia inusuales.
En San Miguel, hay diez camas ocupadas con respiradores. Tres corresponden a Covid-19. Las otras son para personas con diferentes patologías. El sistema local dispone de 20 camas más con respiradores sin ocupar.
Hay otro elemento que no miden los registros sanitarios. En ese mismo municipio se reparten 39.176 cajas de alimentos, cuando antes apenas superaba las 2.000. Provisión que se repite en casi toda la Provincia, especialmente en el Conurbano. Para la toma de dimensión de la situación: en Villa Azul, Quilmes, donde se desarrolló un brote importante de coronavirus, el ministerio de Desarrollo Humano bonaerense distribuyó en la última entrega 60 toneladas de comida. Sólo en un barrio. ■